El reciente incremento de los precios de la leche evaporada es el reflejo de un complejo juego de fuerzas económicas que en los últimos meses han estado “agitando las aguas” de este mercado.
Por: Carlos Lozada García (Ganadero Arequipa)
La leche es un alimento básico, de consumo popular en sus diferentes formas: entera fluída, evaporada, yogurt, queso, etc. Aunque la producción nacional crece sostenidamente en los últimos 20 años, la industria aún importa aproximadamente el 25% de sus necesidades de materia prima.
La industria láctea nacional está caracterizada por la posición de dominio de la empresa Gloria S.A., que representa casi el 80% de ella. Desde esa posición, domina la compra a más de 30,000 pequeños productores de leche, distribuidos en 10 departamentos del país. La mayoría de ellos no tiene otra opción de venta de su leche.
Los precios internacionales de la leche (así como de otros alimentos) sufren enormes vaivenes, producto de las variaciones climáticas, guerras, especulaciones financieras, políticas económicas de países dominantes, etc. El precio internacional de la leche varió entre US$ 1800 y US$ 4200 por TM en los últimos 4 años. Si esas variaciones fueran transmitidas a los ganaderos, muchos de ellos ya habrían enviado sus vacas al camal, comprometiendo el abastecimiento futuro del mercado nacional de leche. Es muy fácil sacrificar vacas; es muy difícil y lento hacer crecer el hato nacional.
© Brian Gould, Agricultural and Applied Economics, University of Wisconsin, Madison
Por eso, en el 2001 el Gobierno de Valentín Paniagua promulgó la ley que norma el Sistema de Franja de Precios, de actual aplicación para arroz, azúcar, maíz y leche. El sistema es una herramienta fundamental en la política de estabilización de precios y seguridad alimentaria. La “Franja de Precios” no responde a una política proteccionista (como tratan de presentarla sus detractores). Es en esencia un fondo de compensación de precios, que busca proteger a los productores locales de la volatilidad del mercado internacional, sin generar proteccionismos que perjudiquen la competitividad empresarial y los intereses del consumidor. Tomando como referencia el promedio de precios de los últimos 5 años, el sistema aplica una sobretasa variable al arancel de importación cuando los precios del mercado internacional están por debajo de ese promedio, igualando el costo de importación al precio promedio. Cuando los precios de importación están por encima del promedio de los últimos 5 años, ya no se aplica la sobretasa, y por el contrario se aplica una rebaja arancelaria.
La disputa proviene del apetito de Gloria S.A. por importar leche a menor costo, lo que antecede a presionar a los ganaderos a bajar sus precios o recortar su abastecimiento. Históricamente, este ha sido el comportamiento que más ha enfrentado a Gloria con los ganaderos. Recién cuando los precios internacionales están por encima de los precios locales, la industria tiene el incentivo de captar más leche nacional… inclusive subiendo el precio a los ganaderos.
El último incremento del precio de la leche evaporada responde a la creciente demanda interna, a la disminución de la producción de importantes cuencas lecheras como Arequipa (producto de la baja rentabilidad de la leche), al crecimiento de las exportaciones de leche de Gloria S.A., pero no al incremento de la sobretasa a la importación de leche, porque ese es un reflejo de la disminución del precio internacional. El costo total de importación no ha subido, más bien ha bajado.
Si cediéramos a la presión de Gloria S.A. (expresada por su vocero ADIL, y medios del grupo El Comercio, entre otros) por desmontar el Sistema de Franja de Precios, tendríamos los siguientes efectos para los grupos de interés que más nos interesan:
Ganaderos: perderían el renovado interés de la industria por incentivar el aumento de producción vía mejora del precio de la leche cruda. Como consecuencia, miles de vacas irían al camal y se desincentivaría el desarrollo del sector. Se perjudicaría la dinámica de la economía rural, y sus posibilidades de salir de la pobreza. Aumentaría la migración a las ciudades.
Consumidores: podrían gozar de una pequeña reducción del precio de los lácteos a corto plazo, pero a costa de incrementos e incertidumbres futuras. Cuando regresen las épocas de precios internacionales enormemente elevados, ya no tendríamos capacidad de amortiguamiento con producción local… porque no tendríamos las vacas necesarias.
¿Qué prefiere usted?