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¿Qué Toros Consumen Menos y Ganan lo Mismo?

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A través de mediciones de ejemplares del CREA Cabañas realizadas en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Argentina  Anguil, la FAUBA identificó a los mejores para este atributo heredable de alto impacto económico. “Seleccionar por consumo residual podría significar ahorros de USD 300 millones para el feedlot argentino”, afirmó Rodolfo Cantet.

Un grupo de empresarios e investigadores del CREA Cabañas, el INTA Anguil y la Cátedra de Mejoramiento Animal de la FAUBA llevó adelante la primera medición del consumo residual de ejemplares de diferentes razas de la Argentina, como parte de la prueba de toros que los criadores vienen realizando desde hace algunos años. La evaluación de este atributo genético marcó a su vez la inauguración de los comederos inteligentes desarrollados por el INTA Anguil, iniciativa que le valió a la experimental el premio CITA de Oro 2018 a la innovación tecnológica.

“Hoy es un día histórico para la ganadería. Por primera vez contamos con mediciones de consumo residual de 43 toros, una herramienta de selección que permitirá achicar los gastos en alimentos de la descendencia, sin aumentar el tamaño corporal ni sacrificar las ganancias de peso. Y si podemos asociar estos datos a la genómica significará un salto en el mejoramiento bovino”, dijo Rodolfo Cantet, profesor de la FAUBA, al presentar los resultados de la prueba en el INTA Anguil.

¿Qué es el consumo residual? “No hay que confundir conceptos. No es lo que queda en el comedero después del consumo. Es una forma más precisa de evaluar la eficiencia de conversión. Se refiere al consumo del animal en relación a lo requerido para su mantenimiento y crecimiento. Por lo tanto, es un atributo que lo caracteriza durante toda su vida, independientemente del sistema de alimentación”, afirmó Aníbal Pordomingo, Coordinador de ganadería del INTA. Y detalló: “cuanto más negativo es el dato, más favorable resulta. Por ejemplo, en esta prueba encontramos toros que consumen 4 kg/día menos y ganan el mismo peso que el promedio de sus pares”.

¿Por qué seleccionar por consumo residual? “Por el alto impacto en los hijos de ese toro. No solo mejorará la eficiencia de conversión del novillo a corral sino también la eficiencia de la vaca para transformar pasto en kilo de peso ganado, sin aumentar el tamaño adulto de la misma”, subrayó Cantet.

La prueba de toros

La iniciativa surgió del CREA Cabañas, un grupo de empresarios bonaerenses que cuentan con establecimientos ganaderos y cabañas orientadas al desarrollo de reproductores carniceros. La prueba de toros, que se realiza desde 2011, permite identificar ejemplares superiores para diferentes atributos y generar datos útiles para la toma decisiones.

“Cada empresa lleva adelante su programa genético, pero el trabajo grupal sirve para compartir información y mejorar. Por eso evaluamos los toritos con igual dieta y sanidad, de modo de descartar la influencia del ambiente”, planteó Marcos Alonso, asesor del CREA Cabañas. Habitualmente, se hacen mediciones de fertilidad, crecimiento, desarrollo y calidad de carcasa; la edición 2018 vino con yapa: se agregó el consumo residual. Los datos son procesados estadísticamente por el equipo de Cantet, mediante un convenio con la FAUBA.

“La experiencia está abierta a todas las cabañas del país y los resultados son públicos”, señaló el técnico aludiendo al creciente interés del sector.

Este año participaron 14 cabañas de Buenos Aires, La Pampa y Córdoba con tres toritos cada una, que ingresaron a la experimental con alrededor de 9 meses de edad y 250 kilos. La muestra incluyó varias razas: 22 Angus negro, 15 Angus Colorado, 3 Murray Grey y 3 San Ignacio.

“Cuando nos propusieron hacer la prueba en Anguil, una zona más seca, pensamos que podíamos ofrecer algo más. Estábamos desarrollando los comederos electrónicos y decidimos estrenarlos haciendo el ejercicio de evaluar consumo residual. Teníamos ocho comederos, entonces no podíamos medir mucho más de 40 animales, al final fueron 43”, contó Pordomingo.

Hecho en la Argentina

El consumo residual se conoce desde hace años, pero en el país no se disponía de equipamiento para medirlo e importarlo era prohibitivo para los presupuestos de los investigadores. ¿Por qué no lo evaluaron en forma artesanal? “Si bien hubiéramos podido hacerlo poniendo un animal por corral, en el comportamiento social la respuesta puede ser distinta. Por eso, con el equipo de la experimental desarrollamos los comederos inteligentes que nos permiten seguir a los animales en grupo y hacer mediciones de consumo individual”, respondió Pordomingo.

Cómo funcionan? El comedero tiene una antena que reconoce la caravana cuando el animal mete la cabeza por la reja para comer. A su vez, el alimento está soportado por balanzas de pesadas continuas. De esta forma, se registra el tiempo que permaneció en el comedero y la cantidad que consumió. Esa información es enviada a una computadora central donde se procesan los datos y se correlacionan con las pesadas de los toritos, que se hacen cada 21 días. “De ahí surge el consumo residual como diferencia entre ese consumo real y el esperado para su peso y ritmo de crecimiento”, explicó.

“Por lo pronto los comederos se llenan en forma manual tres veces al día. Ahora, queremos perfeccionar este desarrollo, automatizando el llenado e instalando balanzas de pesadas al paso de los animales en los corrales”, adelantó Pordomingo.

En cuanto a la dieta, fue más liviana en energía que la de un feedlot pero suficiente como para que se exprese el potencial genético (33% de grano molido y 4,6% de grano partido, tras el acostumbramiento), además de abundante proteína de calidad, entre otros ingredientes.

¿Resultados? “Promediamos las ganancias de peso diarias de los toritos de bajo consumo residual o más eficientes y vimos que eran semejantes a las de los otros (1,64 kg/día versus 1,702 kg/día). Lo que distingue a ambos grupos es el consumo de materia seca (9,9 kg/día versus 12,8 kg/día) y la eficiencia de conversión (6,1 versus 7,6)”, especificó.

Para Cantet, la importancia estratégica de este logro está en haber validado el potencial del consumo residual como herramienta para mejorar la eficiencia productiva. “Si seleccionamos por menor consumo se deprime también la ganancia de peso, no nos conviene. Si lo hacemos por ganancia de peso aumenta el consumo y con ello los gastos, tampoco es negocio. Si se elige la relación entre ganancia y consumo, no está mal, se ahorra plata. Pero el beneficio es mucho mayor optando por el consumo residual”, subrayó. Además, ya se sabe que funciona, prosiguió: “en Australia, por ejemplo, se hizo una selección por este atributo y en seis años el consumo residual se redujo genéticamente en 125 gr/día. Y eso es un montón de plata”.

Durante la presentación en el INTA Anguil. De izq a der: Marcos Alonso, Ana Clara González (INTA), Rodolfo Cantet, Liliana Rosenstein, Juan Adolfo Lafontaine (CREA Cabañas), Sebastián Munilla (FAUBA), Franco Faldini y Aníbal Pordomingo.

Sin embargo, el profesor advirtió que ser un carácter difícil y costoso de medir, siempre habrá pocos animales evaluados. “Por lo pronto, las cabañas que participaron de la prueba podrán utilizar los ejemplares superiores en sus programas de mejoramiento o ponerlos en centros de inseminación. Pero la única forma de generalizar esta información y aprovecharla para el rodeo nacional es mediante la genómica. Por eso todos los toritos han sido genotipados”, aseveró Cantet. Y finalizó: “si bien el desafío es importante, el premio es grande. Sólo para los novillos en engorde a corral de la Argentina podría significar un ahorro de 300 millones de dólares anuales y a esto habría que sumarle la ventaja de contar con vacas más eficientes a campo”.

 

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Un estudio revela el impacto del fuego en los suelos de los Andes peruanos

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Los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego.

En septiembre de 2018, un incendio arrasó casi dos mil hectáreas de matorral en el volcán Pichu Pichu, una zona de alto valor ecológico en los andes peruanos. A diferencia de los ecosistemas mediterráneos, donde la vegetación ha desarrollado estrategias para resistir el fuego, los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego. Un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), de España, y de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, en Perú, ha recogido y analizado muestras de suelo de la zona incendiada, a 3.700 metros de altitud, para comprender cómo estos frágiles ecosistemas responden a la perturbación por incendio.

Los resultados, publicados en la revista Spanish Journal of Soil Science, indican que, cuatro años después del incendio, la combustión de la vegetación y el suelo y la erosión han causado una grave pérdida de carbono orgánico, un elemento esencial para la fertilidad del suelo. “Los Andes peruanos no están preparados para los incendios”, advierte Jorge Mataix Solera, catedrático de la UMH y experto en edafología con más de treinta años de experiencia en la recuperación de suelos quemados. Mataix recalca que, si bien el fuego es una fuerza ecológica natural, sus efectos pueden variar mucho dependiendo del ecosistema. Según se desprende del análisis realizado, el suelo del Pichu Pichu se ha degradado física y químicamente tras el incendio, por lo que la regeneración del ecosistema será más difícil. Además, la erosión producida tras el incendio ha desencadenado más procesos degradativos, reduciendo por ejemplo el contenido de arcilla, lo que debilita aún más la estructura del suelo.

Uno de los problemas detectados en estos suelos áridos es su tendencia natural a repeler el agua debido al tipo de materia orgánica que, junto con su alto contenido de arena, es un fenómeno que persiste tras el incendio. Sin vegetación para retener la humedad y la repelencia al agua, ésta se desliza en la superficie en lugar de infiltrarse, lo que acelera la erosión del suelo. “Mientras que los suelos bien estructurados y evolucionados como los mediterráneos poseen una elevada capacidad de retención hídrica, los suelos volcánicos andinos, muy jóvenes y arenosos, tras la pérdida de materia orgánica en el incendio pierden la capacidad de retener agua” explica la investigadora de la UMH Minerva García Carmona. “Por eso es tan importante conocer las consecuencias del fuego en este tipo de suelos jóvenes y frágiles”, declara la experta, “y un factor determinante es cómo influyen las plantas en el suelo, que son las que conforman el material combustible en el incendio”.

El estudio se centró en dos especies nativas con un papel clave en el ecosistema: Berberis lutea, conocida como ‘palo amarillo del Perú’, y Parastrephia quadrangularis, llamada ‘Tola’. Los investigadores analizaron si el fuego había afectado de manera diferente a los suelos según la vegetación predominante. Descubrieron que en las zonas dominadas por el palo amarillo la degradación fue más severa. “Es una planta más grande, con mayor biomasa, lo que seguramente intensificó los efectos de la combustión en el suelo”, aclara García.

El equipo de investigadores de la UMH conoce bien las consecuencias de un incendio en los bosques mediterráneos, más resilientes al fuego por su evolución histórica con la presencia del fuego que ha llevado a desarrollar múltiples estrategias de resistencia y resiliencia. Ahora, sus descubrimientos en el volcán Pichu Pichu reafirman la evidencia de que los suelos volcánicos de la región de Arequipa, que de forma natural retienen menos agua, se pueden ver particularmente degradados con la presencia de incendios, lo que acrecenta su vulnerabilidad a esta perturbación.

El Pichu Pichu se encuentra en la zona volcánica central de los andes. Los investigadores de la UMH recogieron muestras de suelo a unos 3.700 metros sobre el nivel del mar, donde las precipitaciones, de apenas 385 mm anuales, se concentran en tres o cuatro meses del año. De manera que la región de Arequipa se considera un ‘desierto frío’ -las temperaturas van de los 4 a los 18 grados centígrados- y la vegetación se compone principalmente de matorral muy adaptado a la sequía extrema.

Debido a las escasas precipitaciones, el cinturón volcánico de los Andes es una fuente de agua crucial para las áreas adyacentes. “Si bien Pichu Pichu está dominado por matorral, las faldas de la montaña están también cubiertas a una cierta altitud de bosque y albergan una gran diversidad de especies animales y vegetales”, señala el profesor de la UMH. A las faldas del volcán, se encuentran los bosques de queñuales (Polylepis), cuyas especies endémicas del Perú se encuentran en peligro de extinción.

El investigador de la UNSA Lunsden Coaguila explica que “no es fácil tomar muestras de suelo a tanta altitud”. En el estudio, realizado en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA), ha sido crucial la colaboración de la Comunidad Campesina Polobaya y la de la Comunidad Campesina Pocsi, que han permitido el acceso a las áreas de toma de muestras. “También, hemos contado con el apoyo del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre de Arequipa”, relata el experto.

En Perú, la mayor parte de los incendios se producen de julio a octubre. El proyecto de vigilancia por satélite Queimadas registró un máximo histórico de 7.037 focos en septiembre de 2024. “En una región como Arequipa, situada en una zona desértica, comprender el papel de los suelos bajo nuevos regímenes de incendios es esencial para evaluar la resiliencia de estos ecosistemas frente al cambio climático”, afirma el investigador de la UMH.

Mataix opina que, cuanto más sepamos, más podremos ayudar a diseñar estrategias de prevención y de tratamiento postincendio que ayuden a mitigar los efectos del aumento de las temperaturas y de la sequía intensificada. “Es tan necesario en Perú como en España”, concluye el experto, “aunque el fuego es un fenómeno natural, la crisis climática está exacerbando estos fenómenos y debemos hacer todo lo posible para adaptar los ecosistemas a las nuevas circunstancias y hacerlos más resilientes”.

 

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