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Uruguay tiene la Mayor Instalación Robótica de Latinoamérica Dedica a la Cría de Terneras

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La crisis de la lechería abre una nueva oportunidad para manejar las vacas. En Europa, Estados Unidos y Canadá, el 70% de las nuevas inversiones en el sector se focalizan en tambos totalmente robotizados.

Los robots de ordeñe aparecieron en el mundo en 1992 y se estima que hay más de 20.000 tambos con más de 34.000 robots funcionando. Es que un tambo totalmente robotizado funciona las 24 horas del día y posibilita tener información detallada sobre cada animal que otros sistemas de ordeñe no permiten.

A su vez, permite bajar gastos, ser más eficiente en la detección de enfermedades (como el caso de la mastitis que se detecta por la conductividad eléctrica de la leche) y celo, pero lo que es más importante, permite lograr que las vacas produzcan 10% más, apostando al concepto libre circulación) o facilidad de acceso al ordeñe y la comida.

Esos sistemas, también facilitan el bienestar animal, reduciendo o eliminando el estrés, lo que garantiza vacas más tranquilas y manejables. Cada animal tiene un collar con un chip que está conectado con la computadora y recoge toda la información sobre producción y estado de salud. Ese chip es el que le permite el acceso a los distintos patios (camas de descanso, patio de alimentación o robot de ordeñe).

La empresa Lely, líder en el mundo en promover la última tecnología robotizada, con presencia en 60 países, gana terreno con sus proyectos en la lechería uruguaya, aunque en la crisis que enfrenta el sector, en Uruguay en dos años cerraron 260 tambos, según el Instituto Nacional de la Leche (Inale).

“El productor uruguayo tiene el potencial para adoptar tecnología, como sucedió con la siembra directa o la agricultura de precisión”, aseguró a El País el gerente de Lely Uruguay y técnico de los proyectos de la empresa, Annejan Busman. “La lechería precisa un cambio para elevar los rendimientos y ya nadie quiere estar dentro de la fosa de ordeñe”, afirmó.

Los robot de ordeñe están funcionando hoy en tambos estabulados, en sistemas semi estabulados y en emprendimientos lecheros 100% pastoriles. Lely tiene 31.000 robots vendidos en el mundo, incluso algunos trabajando en sistemas de engorde a corral (feed lot) destinados a la producción de carne.

Proyectos. Uruguay no se queda atrás. En Conchillas (Colonia) está funcionando desde marzo del año pasado la instalación más grande de Latinoamérica con 240 terneras bajo techo que son amamantadas por robots cuando ellas lo requieren; puede alimentarlas hasta seis veces por día. Esa misma máquina vendida por la citada empresa holandesa en Uruguay, puede trabajar con leche fluida o leche en polvo.

El alimentador posibilita reducir el período de cría de las terneras. Puede amamantar entre 25 y 30 terneras, reduciendo el tiempo de dedicación del personal a las “guacheras”. El destete de las terneras se produce gradualmente durante el crecimiento, incrementando la cantidad de forraje para que desarrollen el rumen y se transformen en futuras vacas fuertes y sanas. La información de cada ternera puede seguirse desde el teléfono o actuar rápido en caso de problemas.
La tecnología permite ver cuánta leche consume al día cada animal y en caso necesario ajustar la mezcla para optimizar la alimentación.

Busman contó que también se trabaja en Uruguay en otro proyecto “con dos robots – cada uno puede ordeñar hasta 70 vacas- en un tambo estabulado”, pero se apuesta a crecer en 2019 a cuatro robots con la construcción de nuevo establo en el predio.

A ese emprendimiento se suman otro proyecto que involucra a cuatro robots que se colocarán en un tambo estabulado y otro, focalizado en la lechería pastoril tradicional del Uruguay, pero apuntando a un modelo más tipo Nueva Zelanda, donde se trabajará con dosrobots. En todos los casos se trata de tambos comerciales. Estos proyectos lecheros se focalizan en Río Negro, San José, Colonia, Maldonado y Soriano.

En caso de esta empresa líder en el mundo, no es sólo la robotización del ordeñe, implican la introducción del Vector, un alimentador automático que, según destacó Busman, permite ahorrar una media de ocho horas semanales de trabajo del personal, que podrá dedicarse a otras tareas o aumentar sus horas de descanso.

El sistema de alimentación automático garantiza que siempre haya alimento fresco suficiente, día y noche. A través de un sensor, la máquina detecta la necesidad de cargar más alimento, bajando también el nivel de desperdicio. Según los expertos, eso posibilita reducir el gasto de combustible y bajar 180 horas de trabajo al año del personal, que puede dedicarlas a otra tarea más valiosa.

A su vez, el empuje automático de alimento (Lely Juno) estimula en la vaca el consumo frecuente, lo que trae consigo un aumento de 2,8% en la ingesta por rodeo, indicaron a El País desde Lely. En términos de ordeñe automatizado, un empuje frecuente de alimento anima a la vaca a visitar el robot de ordeñe más a menudo.

El tambo de referencia que se está armando, incluye también el Lely colector, un robot que limpia continuamente el piso de las vacas para evitar enfermedades en las patas y darles mayor comodidad.

Nuevo concepto. El I-flow es un nuevo concepto ampliamente usado en la lechería moderna. Como a las vacas no le gustan los obstáculos, el libre tráfico o concepto I-flow que promueve el último modelo de ordeñe robotizado (Lely 5), le permite un libre acceso a la máquina de ordeñe, facilitando la organización de los turnos de cada animal. El cubículo de ordeñe es abierto, la vaca nunca pierde contacto visual con su grupo y está más tranquila, mientras disfruta de la alimentación.

“Una vaca sana y relajada, es más productiva”, asegura Busman, especialista holandés en lechería. El resultado de ese bienestar, acompañado de una mejor alimentación, se traduce en un aumento en el número de veces al día que la vaca va, voluntariamente, al robot de ordeñe para desagotar.

“Las investigaciones muestran que el tiempo de ordeñe se reduce 4% en el caso los robots Astronaut con sistema I-flow, en comparación con los anteriores modelos de la empresa”, agregó el experto holandés.

Lo último. Entre las novedades tecnológicas que promueve esta empresa holandesa en el Lely 5, está el brazo híbrido del equipo que combina las ventajas de los movimientos guiados por motor eléctrico con la suavidad y la potencia del aire. El brazo es silencioso, por lo que las vacas muestran más tranquilidad durante el proceso de ordeñe. Acopla rápido y con precisión las pezoneras en las ubres, porque ese brazo monitorea el movimiento de la vaca durante todo el ordeñe y se acopla a esos movimientos.

A su vez, un sistema de láser de tres capas le da la información precisa al robot para que ajuste las pezoneras. La cámara 3D garantiza ese perfecto acople, además de higienizar al detalle las ubres.

La libertad que se le da a la vaca es la que le garantiza mayor confort y la impulsa a ir voluntariamente a la ordeñadora , incrementando la capacidad y el rendimiento productivo por animal. El robot otorga la posibilidad de hacer tres ordeñes por día por cada vaca, lo que permite aumentar 10% la producción, según las mediciones de la empresa Lely.

En Uruguay, al igual que en otros países, es difícil encontrar mano de obra calificada para el tambo. “El robot no quitará mano de obra especializada, sino que la calificará. Lo veo como una oportunidad porque la lechería precisa un cambio para poder elevar el rendimiento”, sostuvo Busman al analizar los nuevos tiempos del sector.

Con estas tecnologías robóticas no se aumenta el número de vaca en ordeñe, pero los números mejoran por la baja de los costos de producción y, aunque parezca raro, se incrementan porque las vacas producen más al ser mejor tratadas y alimentadas. El concepto bienestar animal pesa fuerte sobre los consumidores y hay países que ya lo certifican.

La comida como un incentivo para la vaca.

En el sistema de libre tránsito o I-flow, “las vacas se mueven solas en el tambo, explica Santiago Fariña, director de la Unidad de Lechería del INIA.

En la Unidad Experimental de “La Estanzuela”, conjuntamente con otras instituciones, se investiga y se resuelven problemas en otro tambo robotizado con tecnología GEA Westfalia.

“Se busca quitar del tambo una de las tareas más duras como lo es el ordeñe”, explicó Fariña en un video institucional, porque lo que escasea es la mano de obra y lo más tedioso es el ordeñe.

“El incentivo para la vacas es el alimento. Vienen desde una zona con poco alimento a una con más comida y en el medio se le captura para ordeñar”, explicó Fariña al analizar el sistema que prueba La Estanzuela. El experto destacó que el tambo robotizado “es algo nuevo en Uruguay” y desde INIA se apunta a aportarle al productor toda la información y las bases del manejo para evitar errores en la fase comercial.

 

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La OMSA y la FAO instan a sus miembros a erradicar la Peste de los Pequeños Rumiantes

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La peste de los pequeños rumiantes (PPR), es una enfermedad devastadora que causa importantes pérdidas económicas y animales. Con tasas de morbilidad y mortalidad que pueden alcanzar el 100 % en poblaciones no expuestas previamente, esta enfermedad vírica altamente contagiosa representa una grave amenaza para ovejas, cabras y ciertas especies de rumiantes silvestres.

Más allá de su impacto en la sanidad animal, las pérdidas económicas asociadas a la PPR ascienden a unos 2.100 millones de dólares estadounidenses al año. Desde su identificación en 1942, la PPR se ha propagado a más de 70 países en África, Asia, Oriente Medio y Europa del Este, arraigándose en muchas regiones y representando una seria amenaza para los medios de vida y las economías frágiles. Esta enfermedad socava los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria y la nutrición, especialmente en zonas donde más de 330 millones de personas, principalmente pequeños agricultores y comunidades de subsistencia, dependen de los pequeños rumiantes.

Aún se requiere más trabajo para lograr la erradicación

La exitosa erradicación de la peste bovina en 2011, que demostró el poder de la colaboración y los esfuerzos concertados para proteger la sanidad animal y los medios de vida humanos, motivó a la comunidad veterinaria mundial a designar la PPR como la siguiente enfermedad prioritaria a erradicar, junto con la rabia transmitida por perros. En 2015, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lanzaron la Estrategia Global de Control y Erradicación de la PPR (PPR GCES, por sus siglas en inglés)  , con el ambicioso objetivo de erradicar la enfermedad para 2030.

Durante los 10 años transcurridos desde el lanzamiento de la estrategia PPR GCES, se han logrado avances significativos. Entre las iniciativas se incluyen la implementación del Proyecto Regional de Apoyo al Pastoralismo en el Sahel (PRAPS)  , varios proyectos financiados por la Unión Europea, proyectos de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa de EE. UU. (DTRA), y el lanzamiento del Programa Panafricano para la Erradicación de la PPR y el Control de Otras Enfermedades Prioritarias de los Pequeños Rumiantes  . Sin embargo, aún queda mucho por hacer.

La propagación continua de la PPR hacia nuevas regiones y su arraigo en áreas endémicas, agravados por el acceso limitado a servicios veterinarios en comunidades marginadas, siguen siendo grandes desafíos para su eliminación. Superar estos obstáculos es esencial para lograr la erradicación de la PPR, proteger los medios de vida y reforzar la seguridad alimentaria de algunas de las poblaciones más vulnerables del mundo. Es imperativo mantener un esfuerzo global sostenido y coordinado para garantizar el éxito de la estrategia PPR GCES y fortalecer la resiliencia de las comunidades que dependen de los pequeños rumiantes.

Un compromiso con la colaboración global

Los pequeños rumiantes suelen ser el recurso más importante, y en algunos casos el único, del que dependen ciertas poblaciones vulnerables para sobrevivir. La erradicación de la PPR abriría oportunidades económicas tanto a nivel nacional como internacional, contribuyendo al crecimiento y la estabilidad. Las ovejas y las cabras desempeñan un papel esencial en la vida de muchos agricultores, especialmente mujeres y jóvenes, quienes a menudo están subrepresentados en los espacios públicos y de toma de decisiones.

Desde el inicio de la estrategia PPR GCES, ha quedado claro que los brotes pueden gestionarse y que se puede desarrollar una inmunidad colectiva mediante el establecimiento de mecanismos nacionales de financiación para actividades clave de prevención de enfermedades animales, la promulgación de políticas y normativas favorables, la inversión en la producción de vacunas y diagnósticos para la PPR, y la concienciación y formación sobre tecnologías de prevención y control.

Para tener éxito, los esfuerzos de erradicación deben seguir una estrategia bien diseñada y coordinada, respaldada por una infraestructura sólida y la inversión en el personal veterinario. Estos esfuerzos deben priorizarse y reconocerse como un bien público internacional mediante un compromiso político firme y la movilización de recursos. La OMSA y la FAO instan a sus Miembros a seguir comprometidos con la inversión en enfoques.

¿Qué es la peste se pequeños rumiantes?

La peste de pequeños rumiantes (PPR) es una enfermedad vírica causada por un morbilivirus estrechamente relacionado con el virus de la peste bovina que afecta a caprinos y ovinos y a algunos parientes silvestres de pequeños rumiantes domésticos, así como a los camellos. Se identificó por primera vez en Côte d’Ivoire en 1942.

Se caracteriza por tasas de morbilidad y mortalidad significativas, y tiene un alto impacto económico   en zonas de África, Oriente Medio y Asia, donde los pequeños rumiantes contribuyen a garantizar la subsistencia.

Los animales afectados presentan una fiebre alta y depresión, junto con secreciones en los ojos y las fosas nasales. Los animales no pueden comer, ya que la boca se cubre de dolorosas llagas erosivas y sufren de neumonía y diarrea graves, que llevan, con frecuencia, a la muerte.

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