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Sostenibilidad: 4 alternativas clave para acelerar la transformación de los sistemas alimentarios

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Tetra Pak propone iniciativas innovadoras para promover la sostenibilidad en los sistemas alimentarios a nivel global.

En un mundo cada vez más consciente de los desafíos ambientales y sociales, los sistemas alimentarios se encuentran en el centro de atención como uno de los motores clave para un futuro sostenible. La creciente demanda de alimentos, combinada con prácticas agrícolas no sostenibles, ha llevado a una serie de problemas como la deforestación, la pérdida de biodiversidad, la contaminación del agua y la emisión de gases de efecto invernadero.

Estos problemas no solo afectan al medio ambiente, sino que también tienen un impacto significativo en la seguridad alimentaria y la salud pública a nivel mundial.

Además de los desafíos ambientales, los sistemas alimentarios enfrentan problemas de desigualdad social y económica. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), 2.400 millones de personas tienen dificultades para acceder a una cantidad suficiente de alimentos; alrededor del 9 % de la población mundial pasa hambre; un 30 % sufre desnutrición, y más de un tercio de todo el alimento se pierde o desecha, dejando así a gran parte de los habitantes sin acceso a alimentos nutritivos y seguros.

De modo que la transformación hacia la sostenibilidad no solo implica la protección del medio ambiente, sino también la promoción de sistemas alimentarios equitativos y justos. Ante esta crisis, Tetra Pak, líder mundial en soluciones de envasado y procesamiento de alimentos, recomienda tomar acciones inmediatas para promover prácticas más sostenibles en la producción, envasado y distribución de alimentos.

Como experta en el sector de alimentos, la compañía está comprometida con la creación de un futuro más sostenible y equitativo para las generaciones venideras. Por consiguiente, propone cuatro alternativas clave que deben aplicar las empresas dedicadas a este rubro para acelerar la transformación de los sistemas alimentarios:

  • Posibilitar la transición hacia una producción láctea más sostenible: Para ello, se debe abordar el impacto medioambiental del procesamiento lechero, y al mismo tiempo, promover la productividad, la rentabilidad y los medios de vida de los pequeños productores.
  • Innovar para descubrir nuevas fuentes de alimentos: Aprovechar, junto a empresas emergentes en el área de innovación, el mundo académico y la industria de alimentos, las técnicas y tecnologías de última generación para llevar al mercado nuevas fuentes de alimentos que tengan el potencial de alimentar a una creciente población y, al mismo tiempo, utilizar menos recursos naturales.
  • Reducir la pérdida y el desecho de alimentos: Desarrollar tecnologías de procesamiento de alimentos que ayuden a reducir el desperdicio durante la producción, incluidas nuevas soluciones destinadas a transformar el caudal de desechos de bajo valor que, de otro modo, se desperdiciarían en productos de valor añadido. De igual modo, trabajar en soluciones de envasado aséptico que extienden la vida útil de los alimentos perecederos, sin necesidad de agregar conservantes ni de utilizar refrigeración. Esto permite una distribución generalizada, incluso en zonas geográficas remotas.
  • Ampliar el acceso a una nutrición segura: Reducir al mínimo el impacto medioambiental, preservando la calidad de los alimentos y mejorando el acceso a alimentos inocuos a través del desarrollo y la promoción de soluciones de envasado de alimentos sostenibles.

El cambio de los sistemas alimentarios requiere un enfoque integral que abarque desde la producción hasta la distribución y el consumo. Para lo cual, se precisa una acción colectiva y colaborativa que involucre a gobiernos, empresas, agricultores, consumidores y la sociedad en su conjunto. También, incluye promover prácticas agrícolas regenerativas, fomentar la agricultura orgánica, reducir el desperdicio de alimentos, mejorar la distribución equitativa de alimentos y fomentar dietas más saludables y sostenibles.

SOBRE TETRA PAK 

Tetra Pak es una empresa líder mundial en soluciones de procesamiento y envasado de alimentos. Trabajando de la mano con nuestros clientes y proveedores, ofrecemos productos seguros, innovadores y ecológicos, que cada día satisfacen las necesidades de cientos de millones de personas en más de 160 países. Con más de 25.000 empleados alrededor del mundo, creemos en el liderazgo industrial responsable y en un enfoque de negocio sostenible.

Nuestra promesa, “PROTEGE LO BUENO™,» refleja nuestra visión de comprometernos a hacer alimentos seguros y disponibles, en todo el mundo.

Más información de Tetra Pak en www.tetrapak.com

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El valor del queso artesanal como emblema gastronómico: la experiencia uruguaya

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Un estudio revela el impacto del fuego en los suelos de los Andes peruanos

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Los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego.

En septiembre de 2018, un incendio arrasó casi dos mil hectáreas de matorral en el volcán Pichu Pichu, una zona de alto valor ecológico en los andes peruanos. A diferencia de los ecosistemas mediterráneos, donde la vegetación ha desarrollado estrategias para resistir el fuego, los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego. Un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), de España, y de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, en Perú, ha recogido y analizado muestras de suelo de la zona incendiada, a 3.700 metros de altitud, para comprender cómo estos frágiles ecosistemas responden a la perturbación por incendio.

Los resultados, publicados en la revista Spanish Journal of Soil Science, indican que, cuatro años después del incendio, la combustión de la vegetación y el suelo y la erosión han causado una grave pérdida de carbono orgánico, un elemento esencial para la fertilidad del suelo. “Los Andes peruanos no están preparados para los incendios”, advierte Jorge Mataix Solera, catedrático de la UMH y experto en edafología con más de treinta años de experiencia en la recuperación de suelos quemados. Mataix recalca que, si bien el fuego es una fuerza ecológica natural, sus efectos pueden variar mucho dependiendo del ecosistema. Según se desprende del análisis realizado, el suelo del Pichu Pichu se ha degradado física y químicamente tras el incendio, por lo que la regeneración del ecosistema será más difícil. Además, la erosión producida tras el incendio ha desencadenado más procesos degradativos, reduciendo por ejemplo el contenido de arcilla, lo que debilita aún más la estructura del suelo.

Uno de los problemas detectados en estos suelos áridos es su tendencia natural a repeler el agua debido al tipo de materia orgánica que, junto con su alto contenido de arena, es un fenómeno que persiste tras el incendio. Sin vegetación para retener la humedad y la repelencia al agua, ésta se desliza en la superficie en lugar de infiltrarse, lo que acelera la erosión del suelo. “Mientras que los suelos bien estructurados y evolucionados como los mediterráneos poseen una elevada capacidad de retención hídrica, los suelos volcánicos andinos, muy jóvenes y arenosos, tras la pérdida de materia orgánica en el incendio pierden la capacidad de retener agua” explica la investigadora de la UMH Minerva García Carmona. “Por eso es tan importante conocer las consecuencias del fuego en este tipo de suelos jóvenes y frágiles”, declara la experta, “y un factor determinante es cómo influyen las plantas en el suelo, que son las que conforman el material combustible en el incendio”.

El estudio se centró en dos especies nativas con un papel clave en el ecosistema: Berberis lutea, conocida como ‘palo amarillo del Perú’, y Parastrephia quadrangularis, llamada ‘Tola’. Los investigadores analizaron si el fuego había afectado de manera diferente a los suelos según la vegetación predominante. Descubrieron que en las zonas dominadas por el palo amarillo la degradación fue más severa. “Es una planta más grande, con mayor biomasa, lo que seguramente intensificó los efectos de la combustión en el suelo”, aclara García.

El equipo de investigadores de la UMH conoce bien las consecuencias de un incendio en los bosques mediterráneos, más resilientes al fuego por su evolución histórica con la presencia del fuego que ha llevado a desarrollar múltiples estrategias de resistencia y resiliencia. Ahora, sus descubrimientos en el volcán Pichu Pichu reafirman la evidencia de que los suelos volcánicos de la región de Arequipa, que de forma natural retienen menos agua, se pueden ver particularmente degradados con la presencia de incendios, lo que acrecenta su vulnerabilidad a esta perturbación.

El Pichu Pichu se encuentra en la zona volcánica central de los andes. Los investigadores de la UMH recogieron muestras de suelo a unos 3.700 metros sobre el nivel del mar, donde las precipitaciones, de apenas 385 mm anuales, se concentran en tres o cuatro meses del año. De manera que la región de Arequipa se considera un ‘desierto frío’ -las temperaturas van de los 4 a los 18 grados centígrados- y la vegetación se compone principalmente de matorral muy adaptado a la sequía extrema.

Debido a las escasas precipitaciones, el cinturón volcánico de los Andes es una fuente de agua crucial para las áreas adyacentes. “Si bien Pichu Pichu está dominado por matorral, las faldas de la montaña están también cubiertas a una cierta altitud de bosque y albergan una gran diversidad de especies animales y vegetales”, señala el profesor de la UMH. A las faldas del volcán, se encuentran los bosques de queñuales (Polylepis), cuyas especies endémicas del Perú se encuentran en peligro de extinción.

El investigador de la UNSA Lunsden Coaguila explica que “no es fácil tomar muestras de suelo a tanta altitud”. En el estudio, realizado en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA), ha sido crucial la colaboración de la Comunidad Campesina Polobaya y la de la Comunidad Campesina Pocsi, que han permitido el acceso a las áreas de toma de muestras. “También, hemos contado con el apoyo del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre de Arequipa”, relata el experto.

En Perú, la mayor parte de los incendios se producen de julio a octubre. El proyecto de vigilancia por satélite Queimadas registró un máximo histórico de 7.037 focos en septiembre de 2024. “En una región como Arequipa, situada en una zona desértica, comprender el papel de los suelos bajo nuevos regímenes de incendios es esencial para evaluar la resiliencia de estos ecosistemas frente al cambio climático”, afirma el investigador de la UMH.

Mataix opina que, cuanto más sepamos, más podremos ayudar a diseñar estrategias de prevención y de tratamiento postincendio que ayuden a mitigar los efectos del aumento de las temperaturas y de la sequía intensificada. “Es tan necesario en Perú como en España”, concluye el experto, “aunque el fuego es un fenómeno natural, la crisis climática está exacerbando estos fenómenos y debemos hacer todo lo posible para adaptar los ecosistemas a las nuevas circunstancias y hacerlos más resilientes”.

 

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