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Reino Unido y Europa quieren importar más carne con sello de bienestar animal

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En el marco de un eventual acuerdo de libre comercio entre Reino Unido y Australia, los líderes de la industria cárnica del país oceánico afirmaron que ambas regiones presentan oportunidades interesantes para los exportadores de carne de res. Sin embargo, los consumidores cada vez más exigen estándares de bienestar animal.

Si bien Australia ya tiene relaciones con Reino Unido y la Unión Europea, el gobierno de Boris Johnson respalda un acuerdo comercial con cero aranceles y cero cuotas entre su país y el gigante oceánico, lo que impulsaría las exportaciones de carne roja.

De acuerdo con representantes de Meat & Livestock Australia, incluido su director Jason Strong, esta sería una gran oportunidad para la industria cárnica, según respondió al senado australiano sobre el Tratado de Libre Comercio pendiente con Gran Bretaña.

En este debate también se habló el interés por los consumidores de Reino Unido y los países miembros de la UE de adquirir carne producida con altos estándares de bienestar animal.

“El Reino Unido es una gran oportunidad porque es uno de los mercados de mayor valor y tenemos un producto en demanda en ese mercado. Podemos encajar con su producción nacional”, declaró Strong según el portal Farm Weekly.

Por su parte, Hugh Killen, director ejecutivo de la Compañía Agrícola Australiana (AACo) indicó que un acuerdo comercial entre el Reino Unido y Australia brindaría grandes oportunidades para ella y otros productores para expandir las ventas de carne de res en Gran Bretaña.

“En el caso de un acuerdo de libre comercio que elimine aranceles y cuotas, podríamos duplicar o triplicar las exportaciones (de carne australiana). De hecho, dado que las exportaciones son tan pequeñas ahora, es posible que incluso se puedan multiplicar por diez”, dijo para Financial Times.

Según una encuesta del Gremio Británico de Periodistas Agrícolas, el 77 % de los adultos de ese país está de acuerdo en que el gobierno debe garantizar que los alimentos importados cumplan con los mismos estándares ambientales y de bienestar animal que los producidos al interior.

No obstante, la misma encuesta reveló que el público no apoyaría ningún acuerdo de libre comercio que permita a Australia importaciones libres de aranceles de carne de res, cordero y azúcar.

A la UE también le interesa el bienestar animal

Por otra parte, en la Unión Europea siguen aumentando los precios de la canal de res y del ganado en pie, de acuerdo con un informe de Rabobank, lo cual indicaría que hay una escasez de animales y una mayor demanda por la proteína.

En abril, varios integrantes de la Unión Europea pidieron elevar las exigencias ambientales a la importación agrícola, así como exigir un etiquetado que asegure condiciones de bienestar animal para las carnes que importen.

Con esto, buscan darles mayor competitividad a los productos europeos frente a los de terceros países, además de mantener informados a los consumidores.

España, Francia e Italia respaldaron el etiquetado. El segundo consideró que “es un factor de futuro” que permitirá a los europeos “crear valor, diferenciándose de otras forma de cría que se aplican fuera de la UE”, mientras que Italia que opinó que el bienestar animal “tiene que ser una prioridad en la agenda”.

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La OMSA y la FAO instan a sus miembros a erradicar la Peste de los Pequeños Rumiantes

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La peste de los pequeños rumiantes (PPR), es una enfermedad devastadora que causa importantes pérdidas económicas y animales. Con tasas de morbilidad y mortalidad que pueden alcanzar el 100 % en poblaciones no expuestas previamente, esta enfermedad vírica altamente contagiosa representa una grave amenaza para ovejas, cabras y ciertas especies de rumiantes silvestres.

Más allá de su impacto en la sanidad animal, las pérdidas económicas asociadas a la PPR ascienden a unos 2.100 millones de dólares estadounidenses al año. Desde su identificación en 1942, la PPR se ha propagado a más de 70 países en África, Asia, Oriente Medio y Europa del Este, arraigándose en muchas regiones y representando una seria amenaza para los medios de vida y las economías frágiles. Esta enfermedad socava los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria y la nutrición, especialmente en zonas donde más de 330 millones de personas, principalmente pequeños agricultores y comunidades de subsistencia, dependen de los pequeños rumiantes.

Aún se requiere más trabajo para lograr la erradicación

La exitosa erradicación de la peste bovina en 2011, que demostró el poder de la colaboración y los esfuerzos concertados para proteger la sanidad animal y los medios de vida humanos, motivó a la comunidad veterinaria mundial a designar la PPR como la siguiente enfermedad prioritaria a erradicar, junto con la rabia transmitida por perros. En 2015, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lanzaron la Estrategia Global de Control y Erradicación de la PPR (PPR GCES, por sus siglas en inglés)  , con el ambicioso objetivo de erradicar la enfermedad para 2030.

Durante los 10 años transcurridos desde el lanzamiento de la estrategia PPR GCES, se han logrado avances significativos. Entre las iniciativas se incluyen la implementación del Proyecto Regional de Apoyo al Pastoralismo en el Sahel (PRAPS)  , varios proyectos financiados por la Unión Europea, proyectos de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa de EE. UU. (DTRA), y el lanzamiento del Programa Panafricano para la Erradicación de la PPR y el Control de Otras Enfermedades Prioritarias de los Pequeños Rumiantes  . Sin embargo, aún queda mucho por hacer.

La propagación continua de la PPR hacia nuevas regiones y su arraigo en áreas endémicas, agravados por el acceso limitado a servicios veterinarios en comunidades marginadas, siguen siendo grandes desafíos para su eliminación. Superar estos obstáculos es esencial para lograr la erradicación de la PPR, proteger los medios de vida y reforzar la seguridad alimentaria de algunas de las poblaciones más vulnerables del mundo. Es imperativo mantener un esfuerzo global sostenido y coordinado para garantizar el éxito de la estrategia PPR GCES y fortalecer la resiliencia de las comunidades que dependen de los pequeños rumiantes.

Un compromiso con la colaboración global

Los pequeños rumiantes suelen ser el recurso más importante, y en algunos casos el único, del que dependen ciertas poblaciones vulnerables para sobrevivir. La erradicación de la PPR abriría oportunidades económicas tanto a nivel nacional como internacional, contribuyendo al crecimiento y la estabilidad. Las ovejas y las cabras desempeñan un papel esencial en la vida de muchos agricultores, especialmente mujeres y jóvenes, quienes a menudo están subrepresentados en los espacios públicos y de toma de decisiones.

Desde el inicio de la estrategia PPR GCES, ha quedado claro que los brotes pueden gestionarse y que se puede desarrollar una inmunidad colectiva mediante el establecimiento de mecanismos nacionales de financiación para actividades clave de prevención de enfermedades animales, la promulgación de políticas y normativas favorables, la inversión en la producción de vacunas y diagnósticos para la PPR, y la concienciación y formación sobre tecnologías de prevención y control.

Para tener éxito, los esfuerzos de erradicación deben seguir una estrategia bien diseñada y coordinada, respaldada por una infraestructura sólida y la inversión en el personal veterinario. Estos esfuerzos deben priorizarse y reconocerse como un bien público internacional mediante un compromiso político firme y la movilización de recursos. La OMSA y la FAO instan a sus Miembros a seguir comprometidos con la inversión en enfoques.

¿Qué es la peste se pequeños rumiantes?

La peste de pequeños rumiantes (PPR) es una enfermedad vírica causada por un morbilivirus estrechamente relacionado con el virus de la peste bovina que afecta a caprinos y ovinos y a algunos parientes silvestres de pequeños rumiantes domésticos, así como a los camellos. Se identificó por primera vez en Côte d’Ivoire en 1942.

Se caracteriza por tasas de morbilidad y mortalidad significativas, y tiene un alto impacto económico   en zonas de África, Oriente Medio y Asia, donde los pequeños rumiantes contribuyen a garantizar la subsistencia.

Los animales afectados presentan una fiebre alta y depresión, junto con secreciones en los ojos y las fosas nasales. Los animales no pueden comer, ya que la boca se cubre de dolorosas llagas erosivas y sufren de neumonía y diarrea graves, que llevan, con frecuencia, a la muerte.

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