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Parques Nacionales de Colombia Amenazados Por el Avance de la Ganadería

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El Parque Nacional Natural de Chiribiquete, el más grande de Colombia y uno de los de mayor extensión en el mundo, corre peligro ante el avance de la actividad ganadera. Desde las entidades de Gobierno se desarrollan estrategias para convencer a los campesinos de no talar ni quemar más árboles para reemplazarlos por pastizales.

Según las últimas cifras publicadas en el 2015 por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), Caquetá encabeza la lista de pérdida de superficie boscosa nativa.

En el 2015 se derribaron 23 812 hectáreas de bosques para abrirle paso a la ganadería y a los cultivos ilícitos en Caquetá, según el IDEAM.

La tasa de deforestación detectada en el Caquetá equivale al 19 % del país y casi la mitad de la Amazonía colombiana.
La crianza de ganado avanza de manera alarmante especialmente en los parques naturales de la Orinoquia y Amazonía ─Parque Nacional La Macarena, Picachos, Tinigua, entre otros─ le dijo a Mongabay Latam la directora de Parques Nacionales Naturales, Julia Miranda.

En la Amazonía Colombiana existe un departamento que ocupa los primeros lugares en deforestación de bosques nativos. Las cifras de 2015, dadas a conocer por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) confirman que Caquetá, por tres años consecutivos, encabeza la lista de pérdida de superficie boscosa nativa. Con un promedio de 23 812 hectáreas de bosques derribados el año pasado, para abrirle paso a la ganadería y a los cultivos ilícitos, este departamento, en el cual se encuentra ubicada el 76 % del área del Parque Nacional Natural de Chiribiquete, da motivos para encender las alarmas.

Las zonas circundantes al parque se ubican precisamente en jurisdicción de los municipios de Solano, Cartagena del Chairá y San Vicente del Caguán, los cuales son considerados por el subdirector de Corpoamazonia, Iván Melo Cuéllar, como “las entrañas del monstruo” de la deforestación, debido al avance de la ganadería, uno de los principales sectores económicos del departamento.

El 76% del área del Parque Nacional Natural de Chiribiquete se encuentra ubicado en el departamento de Caquetá. Foto: Alvaro Gaviria, Parques Nacionales Naturales.

Chiribiquete, declarado parque nacional en 1989 con 1 298 955 hectáreas de extensión, llega hoy a las 2 782 353, entre los departamentos de Guaviare y Caquetá, un territorio equivalente a cerca del 30 % de la superficie nacional.

La tasa de deforestación detectada en el Caquetá, según el informe divulgado este año por el IDEAM, equivale al 19 % del país y casi la mitad de la Amazonía, donde han sido taladas 56 962 ha de las 124 035 hectáreas de bosques perdidos en toda Colombia.

Eso, sin contar las cifras de los investigadores que superan de lejos las oficiales. Cálculos de biólogos como Orlando Rangel, investigador del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, dan cuenta de una tasa de deforestación que llega a las 458 000 hectáreas en todo el territorio nacional. Para el analista, el consumo de madera sigue representando la pérdida de 128 000 ha de bosque nativo al año, a lo cual se agregan cerca de 30 000 que se destruyen para cultivos ilícitos en ese mismo período.

La tasa de deforestación detectada en el Caquetá, según el informe divulgado este año por el IDEAM, equivale al 19% del país y casi la mitad de la Amazonia. Foto: Cortesía de la Subdirección de Administración Ambiental, Corpoamazonia.

Por su parte, el Sistema de Información Territorial Ambiental de la Amazonía colombiana (SIAT-AC) señala que la pérdida de bosques llegó a 118 563 en el Caquetá, entre 2012 y 2014.

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Entre más pasto menos bosque

Chiribiquete, caracterizado por mesetas rocosas elevadas de formas irregulares y que terminan en una especie de mesas naturales, conocidas como tepuyes, se aprecia como un espléndido escenario de gigantes colosos verdes en medio de la selva amazónica.

Aunque no solo la ganadería aporta a la deforestación de la selva, pues esa responsabilidad es compartida con los cultivos ilícitos, la minería ilegal y el comercio ilegal de la madera, sí le cabe una alta dosis de culpabilidad.

No es para menos, ya que, tal como está documentado, para criar una vaca en el país se destinan dos hectáreas de pastizales.

La especie de pasto brachiaria, una de las más comunes para alimentar el ganado en Colombia, se extiende como un tapete interminable, dejando a un lado árboles nativos con los cuales también se va la riqueza ecológica que estos albergaban. “Se están reemplazando dos hectáreas de bosques con alta biodiversidad y servicios ecosistémicos, en cuanto a regulación del ciclo hidrológico y temperatura, polinización, producción de biomasa –frutas, nueces, maderas, carnes de monte– o el mantenimiento de las funciones e interacciones ecológicas, ya sean topológicas o corológicas en los paisajes, por dos hectáreas con predominio de una sola especie vegetal y una sola de fauna: la vaca”, reseña un estudio del Instituto Sinchi.

La crianza de ganado avanza de manera alarmante especialmente en los parques naturales de la Orinoquia y Amazonia: Parque Nacional La Macarena, Picachos, Tinigua, entre otros. Foto: Cortesía de la Subdirección de Administración Ambiental, Corpoamazonia.

De igual manera, y con base en el más reciente Censo Nacional Agropecuario (CNA), el economista de la Universidad Nacional, Carlos Suescún, reveló cómo en Colombia, las vacas tienen más territorio que los campesinos, es decir, que la ganadería ocupa un territorio mayor que la agricultura y como tal los pastizales le ganan en extensión a los cultivos de alimentos, pues de los 42,3 millones de hectáreas que se destinan para uso agropecuario, el 80 % corresponden a pastos y el 20 % restante (8,4 millones de hectáreas) a cultivos agrícolas.

El inventario bovino, que según el CNA es de 21,4 millones de cabezas, requiere de un área considerable en pastos. Según los cálculos del profesor Suescún, mientras el grueso de los habitantes del sector rural apenas ocupan el 2,4 % del área productiva (un millón de hectáreas), es decir, un promedio de 1,4 hectáreas por residente, hay vacas en fincas de más de 500 hectáreas que pastan en áreas superiores a las 3,5 hectáreas cada una. Estos datos, que involucran a todo el territorio nacional, son una muestra del avance de la ganadería, no solo en áreas de reserva natural.

Aunque no se tiene un informe que cubra toda el área de la Amazonia sobre el orden que ocupan las actividades causantes de la deforestación, se han realizado análisis por áreas específicas. Recientemente, por ejemplo, se tomó una ventana (área) de 775 296 hectáreas en municipios de Caquetá y Putumayo, en las que se determinó que la ganadería es la principal causa de deforestación, asociada a cultivos ilícitos. Entre las demás causales figuran la minería ilegal y el comercio ilegal de maderas.

Parque Nacional Natural Chiribiquete amenazado por las actividades ganaderas. Foto: Alvaro Gaviria, Parques Nacionales Naturales.

Pacto de no agresión

Para la directora de Parques Nacionales Naturales, Julia Miranda, la amenaza que se cierne con la ganadería en zonas de reserva natural es altamente preocupante. Ella es muy consciente de que la Amazonía colombiana, conformada por los departamentos de Amazonas, Caquetá, Guainía, Guaviare, Putumayo y Vaupés, y parte de los departamentos de Cauca, Nariño, Meta y Vichada, sigue siendo embestida por la ganadería.

El levante o  crianza de ganado avanza de manera alarmante, especialmente en parques de la Orinoquia y Amazonía ─Parque Nacional La Macarena, Picachos, Tinigua, entre otros─ le dijo a Mongabay Latam la funcionaria, quien mencionó una serie de estrategias que desarrollan con las comunidades campesinas para tratar de contrarrestar el avance de esta actividad  en ecosistemas protegidos.

Muchas de las actividades que han destruido extensos territorios boscosos y que mantienen en alto riesgo el territorio aún no intervenido, según lo destaca “Chiribiquete”, una publicación publicada con apoyo de la Agencia de Cooperación Alemana GIZ,  se deben a la deficiente capacidad institucional para ordenar eficientemente el territorio y sancionar los crímenes ambientales. A ello se suma la falta de alternativas económicas y de buenas prácticas ganaderas y agrícolas, que han llevado a una degradación constante de los suelos.

Además de las consideraciones anteriores, ambientalistas como Orlando Rangel o el exministro de Ambiente, Manuel Rodríguez, también destacan la falta de suficiente recurso humano para la gestión de control y monitoreo de los parques nacionales naturales. En Chiribiquete, por ejemplo, no es suficiente un director para administrar los millones de kilómetros cuadrados que constituyen esta reserva.

La Amazonia colombiana- conformada por los departamentos de Amazonas, Caquetá, Guainía, Guaviare, Putumayo y Vaupés, y parte de los departamentos de Cauca, Nariño, Meta y Vichada -sigue siendo embestida por la ganadería.

Es por ello que la directora de Parques Nacionales precisa que hoy, además de las tareas de monitoreo remoto y de control y vigilancia, en convenio con la Fuerza Aérea Colombiana, se busca primordialmente motivar a la comunidad para trabajar en alternativas de manejo sustentable de la biodiversidad, como ecoturismo, apicultura, viveros y reforestación, de manera que no se tengan que aplicar sanciones sino trabajar conjuntamente.

La identificación de la ganadería como una actividad amenazante ha llevado también a que gremios como el Comité de Ganaderos del Caquetá realicen grandes esfuerzos para mostrar este sector como uno de los que le apuestan a ser más amigables con la naturaleza. En esa dirección firmaron un pacto de no agresión al ecosistema, mediante el cual se comprometen con prácticas ambientales y a no seguir ampliando la frontera agrícola. Ello, al parecer, aunque contribuye a bajar la tasa de deforestación, no es suficiente, si se tienen en cuenta las cifras.

En la misma dirección de contrarrestar la transformación de usos de la tierra, autoridades ambientales como Corpoamazonía, a cargo de esta imponente zona selvática, viene trabajando en un programa denominado Fortalecimiento de la gobernanza forestal en Amazonas, Caquetá y Putumayo, con énfasis en estos dos últimos departamentos.

En el 2015 se derribaron 23 812 hectáreas de bosques para abrirle paso a la ganadería y a los cultivos ilícitos, según el IDEAM. Foto: Cortesía de la Subdirección de Administración Ambiental, Corpoamazonia.
El subidrector de la entidad, Iván Melo Cuéllar, recordó que desde el pasado 27 de abril se viene trabajando en talleres con la comunidad, en un esfuerzo por desarrollar una estrategia que le ponga freno a lo que él denomina “los motores de la deforestación”, es decir, ganadería, cultivos ilícitos, comercio ilegal de madera y obras de infraestructura. Según los estudios elaborados por esta corporación, los municipios de Cartagena del Chairá y San Vicente del Caguán, son los que presentan las tasas de deforestación más dramáticas en la región del Caquetá, junto con los municipios de Solano y La Fragua.

La preocupante ampliación de la hasta ahora incontrolable frontera agropecuaria es generada, en la mayoría de casos, por el conflicto armado y la pobreza y, sentencia el  ingeniero Melo, “porque no valoramos la riqueza natural”, al mencionar que en muchas ocasiones madera muy valiosa es quemada o dejada a la intemperie, ya que la idea es ocupar tierras baldías para ganadería o cultivos ilícitos.

Además de las capacitaciones, menciona que “a inicios de diciembre vamos a socializar una estrategia para controlar deforestación” y también se tiene prevista la asignación de dos funcionarios en las zonas más críticas para vigilancia y control permanente. Al respecto, recordó que mediante el memorando de entendimiento firmado entre el gobierno de Colombia y los Alemania, Noruega y Reino Unido,  por cerca de 100 millones de dólares, el país se impuso la meta de reducir a cero la deforestación para el año 2020.

De la mano de la agencia alemana GIZ, el Ministerio de Ambiente también firmó en 2013 un convenio de fortalecimiento del sistema colombiano de parques que se extiende hasta el 2017, cuyo propósito se centra en proteger el área circundante al parque de Chiribiquete del avance de la ganadería extensiva.

No obstante, para funcionarios como la directora de Parques Nacionales y el subdirector de Corpoamazonía, el reto es inmenso, más ahora cuando en la etapa de posconflicto, se sabe que aumenta la presión por el aprovechamiento de los recursos naturales.

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Girolando, la mejor alternativa para la producción lechera en climas cálidos

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Con una producción promedio de 5.000 litros de leche durante 305 días bajo el calor del clima tropical, estas terneras presentan una mayor resistencia y adaptación al entorno, lo que aumenta sus tasas de supervivencia. Estas cualidades las destacan en un país donde la cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %. Las terneras Girolando pueden producir en promedio 5.000 litros de leche durante 305 días en climas cálidos. Fotos: Felipe Argoty, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia sede Palmira.

En Colombia la producción lechera afronta una crisis marcada por los altos costos tanto de los insumos importados utilizados por la industria como de los alimentos concentrados para el ganado, además de factores como la tendencia al bajo consumo en el mercado y el encarecimiento de las tierras en zonas tradicionales de ganadería, entre otros, situación que ha obligado a los productores a buscar nuevas alternativas que permitan mantener la rentabilidad del negocio y reducir las pérdidas.

Foto. La cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %

Cerca del 80 % de la producción de leche proviene de animales con composición genuina en su genética, escenario en el que resaltan las terneras Girolando, una raza que toma y supera lo mejor del cruzamiento entre la productividad de la Holstein y la rusticidad de la Gyr, lo que les permite adaptarse a altas temperaturas, ser más tolerantes a parásitos y poderse pastorear en condiciones adversas, características que las convierten en la mejor opción para climas tropicales como los de Tolima, Valle del Cauca, Magdalena Medio y los Llanos Orientales y la Costa Caribe, en donde han demostrado un rendimiento superior.

En la industria lechera la etapa más crítica es la cría de las terneras, ya que es cuando los animales dependen de una adecuada alimentación y cuidados especiales para asegurar su supervivencia y óptimo desarrollo. Además de ser costosa, esta fase se asocia con altos índices de mortalidad, en particular por problemas de nutrición.

Ante este problema, durante su Maestría en Ciencias Agrarias en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, el zootecnista Luis Felipe Argoty López evaluó mediante tres experimentos alternativas para mejorar la rentabilidad durante la cría, con dietas menos costosas pero con el aporte nutricional necesario para evitar problemas de crecimiento y desarrollo, clave en la crianza de reemplazo, cuando preparan a las terneras para que se conviertan en futuras vacas lecheras que renueven el hato y mantengan la productividad del sistema.

Foto. En Colombia cerca del 50 % de la producción de leche proviene de cruces de toros y cebús.

El Estudio

En la investigación se analizó el crecimiento y desarrollo ruminal (ingesta de alimento sólido) de 19 terneras Girolando F1 con edades entre 14 y 22 meses, en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias, municipio de Guacarí (Valle del Cauca).

Para el trabajo se hicieron 3 grupos de animales con sendos tratamientos. A los del primer grupo (grupo control) se le suministraron 4 litros de leche al día, repartidas en dos tomas, y concentrado comercial; al segundo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento experimental; y al tercer grupo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento comercial. A todos los tratamientos se les suministró pasto pangola y agua a voluntad.

Sobre el alimento experimental, el investigador explica que “hicimos ajustes dentro de la proteína, la pusimos un poco más disponible dentro de la dieta de las terneras, usamos soya, maíz, algunos cereales, premezclas, un promotor de crecimiento ruminal y lo que utilizan todos los alimentos concentrados, porque el reto era hacer un concentrado experimental similar en composición al comercial, pero con algunas mejoras”.

Foto. El estudio se realizó con 19 terneras en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias (Valle del Cauca)

También recolectó muestras de sangre cada 15 días, para analizar metabolitos como proteína, albúmina, globulinas, calcio, betahidroxibutirato (BHB) y cortisol. Así mismo evaluó parámetros biométricos como edad, peso, circunferencia, altura, ganancia de peso, consumo promedio y conversión alimenticia. Cada variable evaluada se analizó estadísticamente a través de un modelo mixto de medidas repetidas.

Aunque en la ganancia de peso los resultados no arrojaron diferencias significativas entre los tratamientos, entre muestreo sí las hubo y se evidenció que la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal.

También se evidenció que “la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal”.

Foto. Con la raza Girolando se puede obtener una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas

El investigador destaca que, “este indicador sugiere que las terneras están desarrollando su rumen de forma óptima, lo cual es esencial para una digestión eficiente, y en última instancia para su futura capacidad de producir leche”.

También se registraron bajos niveles de cortisol en la sangre, una hormona que se libera en respuesta al estrés y puede afectar el crecimiento y la salud general del animal. Altos niveles de este indican que las terneras están experimentando estrés, lo que puede influir negativamente en su sistema inmunológico y reducir su capacidad de aprovechar nutrientes, afectando el desarrollo del rumen y la futura producción de leche.

“Si logramos que más productores opten por razas como la Girolando, tendríamos una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas, cuya adaptación a nuestras condiciones es limitada”, anota el magíster.

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