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La llave para una producción ovina patagónica sustentable; Pastoreos respetuosos y eficientes

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Los últimos años, muchas de las buenas noticias para la producción agropecuaria llegaron desde la innovación tecnológica. Tecnologías para la acción que permiten hacer más eficiente los distintos eslabones de la cadena. No obstante, otros logros, provienen de la creación de sistemas (en muchos casos de costo cero), es decir, acomodar (casi) las mismas fichas, pero de manera diferente.

 En la producción ovina, el manejo holístico es un prisma diferente a través del cual se toman decisiones. La idea es mirar la totalidad del negocio en vez de focalizarse, de manera reduccionista, en un solo tema.

“Nos invita a mirar todo, lo económico, o sea, que el campo sea negocio, porque sin él no hay nada; lo social, es decir, que sea un lugar donde las personas puedan vivir y desarrollarse; y lo ambiental, porque cada productor es el custodio de un pedazo de tierra que tiene que legar a las generaciones del futuro”, explicó desde Trevelin, Chubut, a través de una videoconferencia motorizada por Aapresid, el gerente general de Ovis 21, Pablo Borrelli, uno de los iniciadores, en 2003, junto a otro productor, Ricardo Fenton, del manejo holístico y los pastoreos regenerativos que están cambiando la lógica de producción ovina patagónica.

 De manera que hace casi dos décadas, recogieron el guante de un tema que ya se venía perfilando como una temática importante para los agronegocios: la ecología y la sustentabilidad. No sólo por el “qué dirán” (la sociedad, las comunidades, los ecologistas), también porque de manera endógena, el sector empezó a darse cuenta que hay herramientas para ser sustentable ecológicamente sin dejar de serlo económicamente. Incluso, en muchos casos, reduciendo las erogaciones (sucede con los cultivos de servicio en tiempos de barbecho que permiten usar menos agroquímicos).

Yendo al caso puntual de lo que está sucediendo en Patagonia, que ha visto reducir el rodeo ovino drásticamente (por cambio climático, por predadores, por falta de incentivos, pero también porque los campos se fueron desertificando, se quedaron sin pasto) un concepto importante que suele transmitir Borrelli, es que “no siempre más animales (en este caso ovejas), significa quedar con menos pasto.

El manejo regenerativo de los pastizales patagónicos conserva la calidad de este recurso forrajero para las ovejas.
Vale recordar que actualmente el stock nacional es de 15 millones de ovejas, supo haber más de 70 millones hace un siglo, como pico máximo, y en 2002 tocó fondo con 12 millones. La Patagonia representa el 60% del stock nacional, produce el 70% de la lana y significa el 76% del valor FOB (por la producción de lanas más finas, de calidad).

Borrelli, explicó cómo surgió el manejo holístico a partir de los trabajos de Allan Savory (ganadero y ecologista de Zimbabue) como una solución para zonas difíciles como la Patagonia con suelos plausibles de desertificación por sobrepastoreo.

En este sentido, Borrelli propone un “sí, se puede”, un mensaje esperanzador para productores de zonas complicadas. “Un manejo regenerativo permite lograr cambios increíbles para el ambiente, pero también para la producción en sí y el bolsillo del ganadero”, apuntó.

En qué consiste

Al momento de explicar cómo ven desde Ovis 21 el manejo de las majadas, Borrelli disparó: “Para nosotros, dejar a los animales en un mismo cuadro durante varios meses forma parte del pasado, la propuesta es salir del pastoreo continuo”.

Borrelli definió la “regeneración” como la “recuperación de procesos vitales de los ecosistemas”. Se favorece el aumento de la cobertura del suelo, la reducción de la erosión, el aumento de la productividad y la producción forrajera y el incremento de la biodiversidad y del carbono en suelo.

Suena lógico, porque, se sabe que, sea cual fuere el tipo de animal (vacunos de carne y leche sucede igual), si están mucho tiempo en un cuadro grande, van a ir seleccionando qué comer, pero además, se van a comer los pastizales en exceso, impidiendo los rebrotes, entonces, algunos pastizales mueren y el suelo va quedando desnudo.

“Parece mágico, es increíble cómo se recupera la naturaleza cuando le sacás el pie de encima”, contó Borrelli. Y reconoció: “Durante décadas les dijimos a los productores que estaba mal tener muchas ovejas, y estábamos errados, porque en su justa medida, donde empezamos a juntar las ovejas y las ordenamos todo cambió”.

Se estima que la disponibilidad forrajera ha mermado un 30% desde la década del 80. Entonces, en una tierra sin pastizales, además del problema de quedarse sin “combustible” para sus ovejas, el productor sufre con cada lluvia porque el agua corre rápido y arrastra todo, nutrientes y capas fértiles de suelo, reduciendo la posibilidad de infiltración, algo que, junto con el viento, va produciendo un proceso de desertificación.

Para saber dónde están parados, en Ovis 21 trabajan con el Indice de Salud de Pastizales (ISP), una forma rápida para evaluar el estado de los procesos ecosistémicos de un pastizal. Así, en promedio, para los 25 campos en los que tienen datos de las 500.000 hectáreas que forman parte del sistema, registran un aumento de la receptividad de 25% por año promedio, lo que lleva a que en cuatro años se duplica la receptividad de un campo.

Certificación y rentabilidad

Borrelli advirtió que es un sistema que no necesita de grandes inversiones (habló de “costo cero”) pero además, permite diferenciar los productos en el mercado. “Basados en una producción responsable y eficiente, sobreviene una mejora comercial, porque hay una tendencia en el mercado textil de querer saber de dónde provienen las fibras que se están comprando, porque los consumidores buscan certificaciones para saber cómo ha sido el proceso productivo de ese producto, en este caso la lana, explicó Borrelli”.

“El costo de producción de una oveja de peor calidad va a ser similar a una de buena calidad, pero a esta última te la van a pagar mejor”, refirió. Y agregó: “También es un modelo más resiliente frente a contextos impredecibles, como el cambio climático, porque pasamos de sequías prolongadas a eventos muy húmedos, entonces, cualquier sistema que produzca mucho gastando poco y sin perjudicar al ambiente nos dará más espaldas para estos momentos”.

El formato de producción Ovis 21 cuenta con el esquema de certificación Standard Grass desarrollado con The Nature Conservancy, que junto con RWS (Responsible Wool Standard), que permite diferenciar sus lanas finas producidas bajo un proceso regenerativo lo que les da un sobreprecio que, “es modesto”, según el propio Borrelli, pero los va posicionando “en un mercado cada vez más exigente”.

Vale recordar que Ovis 21 nuclea a más de 160 predios, de los cuales 54 (1,3 millones de hectáreas) certifican pastoreo sustentable. Hoy en día involucra a 15 cabañas en Argentina, y otras 8 ubicadas en el sur de Chile y Uruguay.

“La ganadería está acusada por las emisiones que están causando el cambio climático, algunas versiones son exageradas y otras más honestas pero en cualquier caso no se puede negar que con sus emisiones de metano algo contribuye, ahora bien, si se analiza el ciclo completo si se hace un análisis completo, con la regenerativa, nos da un neto de 3,5 kilos de carbono secuestrado por cada kilo de carne producido”, relató Borrelli. O sea, el saldo emisión-captura queda a favor de esta última.

Borrelli indicó que “nunca se vio un paquete de manejo tan potente para cambiar resultados en los campos”. Y como cierre, fue contundente: “Si la ganadería o cualquier producción se hace a costa del recurso no tiene futuro, hay alternativas y hay también negocio”.

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Girolando, la mejor alternativa para la producción lechera en climas cálidos

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Con una producción promedio de 5.000 litros de leche durante 305 días bajo el calor del clima tropical, estas terneras presentan una mayor resistencia y adaptación al entorno, lo que aumenta sus tasas de supervivencia. Estas cualidades las destacan en un país donde la cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %. Las terneras Girolando pueden producir en promedio 5.000 litros de leche durante 305 días en climas cálidos. Fotos: Felipe Argoty, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia sede Palmira.

En Colombia la producción lechera afronta una crisis marcada por los altos costos tanto de los insumos importados utilizados por la industria como de los alimentos concentrados para el ganado, además de factores como la tendencia al bajo consumo en el mercado y el encarecimiento de las tierras en zonas tradicionales de ganadería, entre otros, situación que ha obligado a los productores a buscar nuevas alternativas que permitan mantener la rentabilidad del negocio y reducir las pérdidas.

Foto. La cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %

Cerca del 80 % de la producción de leche proviene de animales con composición genuina en su genética, escenario en el que resaltan las terneras Girolando, una raza que toma y supera lo mejor del cruzamiento entre la productividad de la Holstein y la rusticidad de la Gyr, lo que les permite adaptarse a altas temperaturas, ser más tolerantes a parásitos y poderse pastorear en condiciones adversas, características que las convierten en la mejor opción para climas tropicales como los de Tolima, Valle del Cauca, Magdalena Medio y los Llanos Orientales y la Costa Caribe, en donde han demostrado un rendimiento superior.

En la industria lechera la etapa más crítica es la cría de las terneras, ya que es cuando los animales dependen de una adecuada alimentación y cuidados especiales para asegurar su supervivencia y óptimo desarrollo. Además de ser costosa, esta fase se asocia con altos índices de mortalidad, en particular por problemas de nutrición.

Ante este problema, durante su Maestría en Ciencias Agrarias en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, el zootecnista Luis Felipe Argoty López evaluó mediante tres experimentos alternativas para mejorar la rentabilidad durante la cría, con dietas menos costosas pero con el aporte nutricional necesario para evitar problemas de crecimiento y desarrollo, clave en la crianza de reemplazo, cuando preparan a las terneras para que se conviertan en futuras vacas lecheras que renueven el hato y mantengan la productividad del sistema.

Foto. En Colombia cerca del 50 % de la producción de leche proviene de cruces de toros y cebús.

El Estudio

En la investigación se analizó el crecimiento y desarrollo ruminal (ingesta de alimento sólido) de 19 terneras Girolando F1 con edades entre 14 y 22 meses, en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias, municipio de Guacarí (Valle del Cauca).

Para el trabajo se hicieron 3 grupos de animales con sendos tratamientos. A los del primer grupo (grupo control) se le suministraron 4 litros de leche al día, repartidas en dos tomas, y concentrado comercial; al segundo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento experimental; y al tercer grupo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento comercial. A todos los tratamientos se les suministró pasto pangola y agua a voluntad.

Sobre el alimento experimental, el investigador explica que “hicimos ajustes dentro de la proteína, la pusimos un poco más disponible dentro de la dieta de las terneras, usamos soya, maíz, algunos cereales, premezclas, un promotor de crecimiento ruminal y lo que utilizan todos los alimentos concentrados, porque el reto era hacer un concentrado experimental similar en composición al comercial, pero con algunas mejoras”.

Foto. El estudio se realizó con 19 terneras en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias (Valle del Cauca)

También recolectó muestras de sangre cada 15 días, para analizar metabolitos como proteína, albúmina, globulinas, calcio, betahidroxibutirato (BHB) y cortisol. Así mismo evaluó parámetros biométricos como edad, peso, circunferencia, altura, ganancia de peso, consumo promedio y conversión alimenticia. Cada variable evaluada se analizó estadísticamente a través de un modelo mixto de medidas repetidas.

Aunque en la ganancia de peso los resultados no arrojaron diferencias significativas entre los tratamientos, entre muestreo sí las hubo y se evidenció que la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal.

También se evidenció que “la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal”.

Foto. Con la raza Girolando se puede obtener una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas

El investigador destaca que, “este indicador sugiere que las terneras están desarrollando su rumen de forma óptima, lo cual es esencial para una digestión eficiente, y en última instancia para su futura capacidad de producir leche”.

También se registraron bajos niveles de cortisol en la sangre, una hormona que se libera en respuesta al estrés y puede afectar el crecimiento y la salud general del animal. Altos niveles de este indican que las terneras están experimentando estrés, lo que puede influir negativamente en su sistema inmunológico y reducir su capacidad de aprovechar nutrientes, afectando el desarrollo del rumen y la futura producción de leche.

“Si logramos que más productores opten por razas como la Girolando, tendríamos una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas, cuya adaptación a nuestras condiciones es limitada”, anota el magíster.

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