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Cuando la Brucella se convierte en un Aliado de la Salud Animal

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Una proteína de la bacteria Brucella spp, permitiría activar la respuesta inmune y evitar la degradación de los antígenos en el tracto gastrointestinal.

Un equipo de científicos argentinos descubrió que una proteína de las bacterias del genero Brucella llamada U-Omp 19 puede servir como adyuvante para vacunas administradas por vía oral. Los adyuvantes, cuando se habla de vacunas, son moléculas que se adjuntan al antígeno –pequeña porción del patógeno contra el cual se quiere lograr protección- para incrementar la respuesta inmune contra el microorganismo. El uso de adyuvantes es entonces fundamental para que las vacunas puedan generar protección, salvo en el caso de las vacunas vivas, en las cuales los patógenos son introducidos vivos, aunque atenuados.

“Las vacunas por vía oral ofrecen la gran ventaja de ser sencillas administrar y tener un costo más bajo. Sin embargo no es fácil lograr una respuesta inmunológica a partir del ingreso de antígenos a través del tracto gastrointestinal, por un lado porque el intestino tiene un alto nivel de tolerancia –esto explica que no genere inmunidad frente a la comida- y por otro lado porque en el tracto digestivo la enzimas degradan al antígeno, lo cual disminuye su capacidad de acción”, explica la directora del proyecto, Juliana Cassataro, investigadora independiente del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas “Dr. Rodolfo A. Ugalde” – Instituto Tecnológico Chascomus (IIB-INTECH, CONICET-UNSAM).

Lo que primero que detectó el equipo es que U-Omp 19, obtenida de la membrana externa de Brucella spp., era útil si se usaba como antígeno para lograr inmunidad contra la brucelosis en ratones.

“Luego continuamos los estudios y pudimos verificar que como adyuvante administrado por vía oral, U-Omp 19 tenía capacidad de inducir una respuesta inmune. Es decir que lograba activar las células presentadoras de antígeno e incrementar la cantidad de antígeno en el interior de las mismas y desatar así una respuesta inmune específica contra el mismo. Finalmente, y esto es lo más novedoso, vimos que esta proteína también actuaba como un inhibidor de proteasas, lo que evitaba que el antígeno se degradara, lo cual lleva al aumento de su vida media y por lo tanto de su capacidad para inducir una respuesta inmune”, cuenta Andrés Esteban Ibañez, becario posdoctoral del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP), primer autor del artículo publicado recientemente en Journal of Controlled Release.

Las vacunas orales pueden generar inmunidad sistémica, es decir contra infecciones que ingresan por sangre; o por vías mucosales, las cuales son regularmente usados por los patógenos para ingresar al organismo. Es justamente esto último lo que más destacan los investigadores.

“Muchos microorganismos ingresan al huésped a través de las mucosas del tracto gastrointestinal. Por eso es importante generar un adyuvante que evite que los antígenos introducidos oralmente se degraden y que permita generar una respuesta local para brindar protección a las mucosas”, explica Ibañez.

Hasta el momento no existen muchos adyuvantes para la administración oral de vacunas que puedan considerarse buenos. “Para lograr respuestas inmunes en ratones suelen utilizase dos potentes adyuvantes: la toxina de cólera, producida por el Vibrio cholerae, y la enterotoxina lábil, sintetizada por Escherichia coli. Pero en humanos estas moléculas producen cólera y diarrea del viajante, respectivamente, por lo que su uso queda descartado”, afirma Cassataro. “Por otra parte, las dos vacunas vía oral que se administran actualmente, la Sabin y la rotavirus, son vacunas vivas atenuadas que, por lo tanto, no necesitan de adyuvantes”, continúa la investigadora.

Hasta ahora U-Omp 19 ha sido probada en ratones para vacunas contra la toxoplasmosis y enfermedades infecciosas causadas por las bacterias de Salmonella. Tanto una como las otras son transmitidas comúnmente por animales y suelen contagiarse a través de la ingesta de alimentos o de agua contaminados. Los experimentos resultaron exitosos en ambos casos, lo cual alienta las expectativas de los investigadores de que el adyuvante pueda ser útil para generar respuestas inmunes a más enfermedades.

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Los riesgos del queso fresco y recomendaciones para evitar la listeriosis

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La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) recomienda que las personas embarazadas, los adultos de 65 años o mayores y las personas que tienen sistemas inmunitarios debilitados eviten comer todos los quesos tipo fresco. Esta recomendación se  incluye en los materiales educativos actualizados para el consumidor del Programa de Alimentos Humanos de la FDA.

Los quesos tipo fresco son muy propensos a contaminarse con la bacteria (microbio) Listeria, que puede causar una enfermedad llamada listeriosis. Los brotes de listeriosis han estado relacionados en varias ocasiones con personas que consumen quesos tipo fresco. Si bien cualquier persona puede contraer listeriosis, ésta puede ser muy dañina, incluso mortal, para los bebés que aún no nacen o los recién nacidos, los adultos de 65 años o mayores y las personas con sistemas inmunitarios debilitados.

Los quesos tipo fresco se utilizan en muchas preparaciones de alimentos. Estos quesos se pueden encontrar en los principales comercios minoristas, en tiendas latinas o étnicas, en los mercados de agricultores o en alimentos preparados en restaurantes como las quesadillas, nachos, tacos, burritos, sopas, ensaladas, huevos revueltos y otros platos.

Algunos ejemplos de quesos tipo fresco incluyen el queso fresco, el queso blanco y el requesón. Es posible que los vea etiquetados como «queso fresco estilo latino, estilo hispano o estilo mexicano» con banderas de países latinoamericanos o imágenes culturales icónicas.

Los quesos tipo fresco pueden ser propensos a contaminarse con Listeria

Los quesos tipo fresco no pasan por un proceso de maduración considerable, necesitan estar refrigerados y tienen un tiempo de almacenamiento corto.

Estos tipos de quesos pueden proveer un ambiente ideal para el crecimiento de la Listeria, ya que tienen un contenido de humedad alto y son bajos en ácido. A diferencia de muchas bacterias que simplemente sobreviven en ambientes fríos, la Listeria puede prosperar incluso a temperaturas de refrigeración.

La pasteurización, que es un proceso de inocuidad alimentaria en el que se calienta la leche cruda a una temperatura específica durante un periodo determinado, es efectiva para eliminar la Listeria. Sin embargo, los quesos elaborados con leche pasteurizada pueden volver a contaminarse si el entorno de manufactura no es higiénico.

Cómo reconocer la listeriosis y saber si pertenece a un grupo de alto riesgo

Los síntomas de la listeriosis varían según la gravedad de la enfermedad.

En la forma menos grave, los síntomas suelen durar de uno a tres días y pueden incluir fiebre, dolor muscular, náuseas, vómitos y diarrea.

En la forma más grave, la bacteria se propaga fuera de los intestinos. Los síntomas pueden progresar a dolor de cabeza, rigidez del cuello, confusión, pérdida del equilibrio y convulsiones, y en aproximadamente el 20 % de estos casos pueden causar la muerte.

Grupos de alto riesgo

En las personas embarazadas (en inglés), los síntomas pueden ser leves o incluso pasar desapercibidos, pero pueden provocar un aborto espontáneo, un parto prematuro, la muerte fetal o, en algunos casos, la muerte del recién nacido.

En los Estados Unidos, el riesgo de que las personas embarazadas contraigan listeriosis es aproximadamente 10 veces más alto que el de la población general. Como el sistema inmunitario se ve alterado durante el embarazo, para las personas embarazadas es más difícil combatir las infecciones.

El riesgo de contraer listeriosis aumenta cerca de 24 veces más que el de la población general si la persona embarazada es hispana. Esta incidencia más alta puede estar relacionada con el aumento del consumo de alimentos altamente propensos a la contaminación por Listeria, como los quesos tipo fresco.

Los adultos de 65 años o mayores y las personas con sistemas inmunitarios debilitados (en inglés) también tienen más riesgo de desarrollar síntomas graves asociados con la listeriosis.

Si cree que tiene síntomas parecidos a los de la listeriosis, consulte de inmediato con un profesional de atención médica.

Consejos para seleccionar, manipular y preparar quesos tipo fresco de forma segura

Para las personas que tienen alto riesgo de contraer listerioris, la mejor manera de no enfermarse es evitar los alimentos que tienen más riesgo de contaminación por Listeria.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) revisaron brotes y enfermedades pasados relacionados con la Listeria. Los CDC desarrollaron una lista de quesos con más riesgo de contaminación por Listeria que deben evitar aquellas personas con alto riesgo de contraer la enfermedad. La lista, así como las alternativas sugeridas, se pueden encontrar aquí.

Para las personas con más riesgo de contraer listeriosis que eligen seguir comiendo productos de queso tipo fresco, la FDA ofrece los siguientes consejos de inocuidad alimentaria.

Cómo seleccionar quesos tipo fresco

  • Compre solo quesos tipo fresco que: se vendan en envases sellados y sin abrir; tengan una etiqueta clara con el nombre y la información de contacto del fabricante o productor; muestren una fecha límite en la que se debe utilizar el queso (por ejemplo, fecha de vencimiento, «mejor si se usa antes de» o «usar hasta»); tengan identificado claramente en la etiqueta que se elaboraron con leche pasteurizada.
  • Evite comprar quesos tipo fresco que no estén refrigerados o que no se sientan fríos al tacto.
  • Evite comprar quesos tipo fresco si el envase se ve hinchado o abultado, o si el producto parece estar en mal estado de alguna manera.
  • Cómo almacenar y manipular quesos tipo fresco: refrigere lo antes posible los productos recién adquiridos en el envase original sin abrir. Mantenga los quesos a una temperatura igual o inferior a 40 °F (4 °C). Utilice el queso lo antes posible después de la compra. No guarde las sobras. Deseche el queso si estuvo por más de dos horas en la «zona de peligro» de temperatura, entre 40 °F y 140 °F (4 °C y 60 °C). Aquí es cuando las bacterias en los alimentos pueden multiplicarse con rapidez, lo que puede provocar enfermedades transmitidas por los alimentos.

Cómo preparar quesos tipo fresco

  • Lávese las manos con agua tibia y jabón durante al menos 20 segundos antes y después de manipular los quesos.
  • Prepare los quesos que estén en su envase original sin abrir. Evite conservar o comer las sobras.
  • Si es posible, intente cocinar el queso tipo fresco como parte del plato, a una temperatura interna mínima de 165 °F (74 °C).
  • Lave todos los utensilios, las tablas de cortar y otras superficies que estuvieron en contacto con los quesos antes de volver a usarlos para preparar otros alimentos.

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