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Colombia ha Importado 9489 Toneladas de Leche en Polvo Durante 2021

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Apenas empieza el 2021 y se vislumbra un año difícil para los ganaderos que se dedican a la producción de leche.

Las importaciones de productos lácteos por parte de la industria ya se acercan a las 10.000 toneladas durante los primeros días de esta anualidad y el 2020 probablemente cerró por encima de las 70.000 toneladas.

Esto significa que muchos industriales prefieren comprar lácteos en el exterior que a los productores colombianos. Así lo afirmó el presidente ejecutivo de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán), José Félix Lafaurie Rivera, quien recordó que desde el 1 de enero los importadores estaban listos para aprovechar el 0 % del arancel del TLC con Estados Unidos mientras familias de pequeños ganaderos terminan en la más crítica pobreza.

En una carta dirigida al ministro de Agricultura, Rodolfo Enrique Zea Navarro, el dirigente gremial le recordó que gran parte del año 2020, especialmente el segundo semestre, la industria lechera nacional afirmó que se estaba produciendo mucha leche en el país y que no tenía capacidad de acopio suficiente.

“Señalaba ella, que sus inventarios eran extremadamente altos y que lo que se registraba era una ‘enlechada’, en su tradicional narrativa que solo busca llevar el precio pagado al productor a la baja”, añadió.

Doble discurso de la industria

Lafaurie Rivera reveló que la industria terminó 2020 con inventarios de 17.000 toneladas de leche en polvo, que hacían pensar, dado su propio discurso, no necesitarían oferta adicional importada al inicio del nuevo año, más si desde hace unos meses ya se habla de otro fenómeno de la Niña que se extenderá hasta los meses de abril y mayo de 2021 y que indican que la producción nacional será suficiente para el abastecimiento doméstico.

“Sin embargo, en la primera hora del año nuevo la industria ya había importado desde EE. UU. un volumen de 5226 toneladas de leche en polvo sin arancel, que representa el 40 % del cupo 2021. Hoy [ayer] 4 de enero, ya se ha agotado el 73 % de dicho contingente, es decir han ingresado 9489 toneladas de leche en polvo desde el país del norte”, subrayó.

Así las cosas, antes del 11 de enero ya se habrá agotado el ciento por ciento de este cupo que asciende a 12.969 toneladas de leche en polvo, con el agravante que la ola importadora continuará de dos maneras:

– La primera de ellas es que seguirá la entrada de leche desde EE. UU. fuera del cupo señalado, pues con un arancel extra contingente tan solo de 11 % para 2021 se abarata la importación. Vale la pena recordar que el cupo de 2020 fue de 11.790 toneladas, el cual para el 14 de enero ya se había agotado. Sin embargo, la entrada de leche continuó y pagó un arancel de 13,2 % en 21.000 toneladas adicionales.

– La segunda sugiere que agotado el cupo desde EE. UU. continuará la industria importando desde la Unión Europea (UE), seguramente con menor dinámica, dados los mayores costos logísticos y de transporte, pero que también para 2020 agotó su cupo de 6800 toneladas. En 2021 el contingente sin arancel es de 7200 toneladas, y su arancel extra contingente de 42,9 % que sí lo hace poco atractivo.

Importaciones desproporcionadas

El presidente ejecutivo de Fedegán recordó que en 2020 la crisis sanitaria generó procesos de depreciación de diferentes monedas, incluyendo el peso colombiano, haciendo que la tasa de cambio promedio anual fuera de $3693 por dólar, es decir 13 % por encima del registro anual de 2019. En meses como marzo y abril, la tasa de cambio diaria superó los $4000.

“Tal comportamiento cambiario protegió en alguna medida al sector lechero para que las importaciones no fueran mayores a las 74.000 toneladas con las que termina 2020, unos 889 millones de litros equivalentes, cifra ya de por sí desproporcionada y que representa el 12 % de nuestra producción y el 27 % del total del acopio”, manifestó.

José Félix Lafaurie explicó que enero inició con una tasa de cambio de $3432, que representa 7 % menos que el registro anual de 2020, y que además busca la tendencia que traía hasta antes de la problemática de la covid-19. Así las cosas, con una tasa de cambio más baja se estimularán las importaciones y en 2021 sin ningún problema se superarán las 80.000 toneladas de leche y derivados lácteos importados, afectando a los productores del país, pero especialmente a los pequeños ganaderos.

“En otras palabras, en 2021 se importarán más de 960 millones de litros de leche que le continuarán poniendo presión a la baja al precio que se le paga a nuestros productores, llevando a muchos a su ruina”, aseguró.

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Un estudio revela el impacto del fuego en los suelos de los Andes peruanos

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Los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego.

En septiembre de 2018, un incendio arrasó casi dos mil hectáreas de matorral en el volcán Pichu Pichu, una zona de alto valor ecológico en los andes peruanos. A diferencia de los ecosistemas mediterráneos, donde la vegetación ha desarrollado estrategias para resistir el fuego, los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego. Un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), de España, y de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, en Perú, ha recogido y analizado muestras de suelo de la zona incendiada, a 3.700 metros de altitud, para comprender cómo estos frágiles ecosistemas responden a la perturbación por incendio.

Los resultados, publicados en la revista Spanish Journal of Soil Science, indican que, cuatro años después del incendio, la combustión de la vegetación y el suelo y la erosión han causado una grave pérdida de carbono orgánico, un elemento esencial para la fertilidad del suelo. “Los Andes peruanos no están preparados para los incendios”, advierte Jorge Mataix Solera, catedrático de la UMH y experto en edafología con más de treinta años de experiencia en la recuperación de suelos quemados. Mataix recalca que, si bien el fuego es una fuerza ecológica natural, sus efectos pueden variar mucho dependiendo del ecosistema. Según se desprende del análisis realizado, el suelo del Pichu Pichu se ha degradado física y químicamente tras el incendio, por lo que la regeneración del ecosistema será más difícil. Además, la erosión producida tras el incendio ha desencadenado más procesos degradativos, reduciendo por ejemplo el contenido de arcilla, lo que debilita aún más la estructura del suelo.

Uno de los problemas detectados en estos suelos áridos es su tendencia natural a repeler el agua debido al tipo de materia orgánica que, junto con su alto contenido de arena, es un fenómeno que persiste tras el incendio. Sin vegetación para retener la humedad y la repelencia al agua, ésta se desliza en la superficie en lugar de infiltrarse, lo que acelera la erosión del suelo. “Mientras que los suelos bien estructurados y evolucionados como los mediterráneos poseen una elevada capacidad de retención hídrica, los suelos volcánicos andinos, muy jóvenes y arenosos, tras la pérdida de materia orgánica en el incendio pierden la capacidad de retener agua” explica la investigadora de la UMH Minerva García Carmona. “Por eso es tan importante conocer las consecuencias del fuego en este tipo de suelos jóvenes y frágiles”, declara la experta, “y un factor determinante es cómo influyen las plantas en el suelo, que son las que conforman el material combustible en el incendio”.

El estudio se centró en dos especies nativas con un papel clave en el ecosistema: Berberis lutea, conocida como ‘palo amarillo del Perú’, y Parastrephia quadrangularis, llamada ‘Tola’. Los investigadores analizaron si el fuego había afectado de manera diferente a los suelos según la vegetación predominante. Descubrieron que en las zonas dominadas por el palo amarillo la degradación fue más severa. “Es una planta más grande, con mayor biomasa, lo que seguramente intensificó los efectos de la combustión en el suelo”, aclara García.

El equipo de investigadores de la UMH conoce bien las consecuencias de un incendio en los bosques mediterráneos, más resilientes al fuego por su evolución histórica con la presencia del fuego que ha llevado a desarrollar múltiples estrategias de resistencia y resiliencia. Ahora, sus descubrimientos en el volcán Pichu Pichu reafirman la evidencia de que los suelos volcánicos de la región de Arequipa, que de forma natural retienen menos agua, se pueden ver particularmente degradados con la presencia de incendios, lo que acrecenta su vulnerabilidad a esta perturbación.

El Pichu Pichu se encuentra en la zona volcánica central de los andes. Los investigadores de la UMH recogieron muestras de suelo a unos 3.700 metros sobre el nivel del mar, donde las precipitaciones, de apenas 385 mm anuales, se concentran en tres o cuatro meses del año. De manera que la región de Arequipa se considera un ‘desierto frío’ -las temperaturas van de los 4 a los 18 grados centígrados- y la vegetación se compone principalmente de matorral muy adaptado a la sequía extrema.

Debido a las escasas precipitaciones, el cinturón volcánico de los Andes es una fuente de agua crucial para las áreas adyacentes. “Si bien Pichu Pichu está dominado por matorral, las faldas de la montaña están también cubiertas a una cierta altitud de bosque y albergan una gran diversidad de especies animales y vegetales”, señala el profesor de la UMH. A las faldas del volcán, se encuentran los bosques de queñuales (Polylepis), cuyas especies endémicas del Perú se encuentran en peligro de extinción.

El investigador de la UNSA Lunsden Coaguila explica que “no es fácil tomar muestras de suelo a tanta altitud”. En el estudio, realizado en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA), ha sido crucial la colaboración de la Comunidad Campesina Polobaya y la de la Comunidad Campesina Pocsi, que han permitido el acceso a las áreas de toma de muestras. “También, hemos contado con el apoyo del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre de Arequipa”, relata el experto.

En Perú, la mayor parte de los incendios se producen de julio a octubre. El proyecto de vigilancia por satélite Queimadas registró un máximo histórico de 7.037 focos en septiembre de 2024. “En una región como Arequipa, situada en una zona desértica, comprender el papel de los suelos bajo nuevos regímenes de incendios es esencial para evaluar la resiliencia de estos ecosistemas frente al cambio climático”, afirma el investigador de la UMH.

Mataix opina que, cuanto más sepamos, más podremos ayudar a diseñar estrategias de prevención y de tratamiento postincendio que ayuden a mitigar los efectos del aumento de las temperaturas y de la sequía intensificada. “Es tan necesario en Perú como en España”, concluye el experto, “aunque el fuego es un fenómeno natural, la crisis climática está exacerbando estos fenómenos y debemos hacer todo lo posible para adaptar los ecosistemas a las nuevas circunstancias y hacerlos más resilientes”.

 

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