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Cetosis una Enfermedad Metabólica de las Vacas Lactantes

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La cetosis es una condición muy común que afecta al ganado lechero. Esta enfermedad metabólica es denominada acetonemia o cetosis. En el ámbito de ovinos se le llama también toxemia de la preñez o enfermedad de la preñez. La cetosis es una enfermedad metabólica que ocurre durante la lactación de ganado lechero. Algunos síntomas que aparecen durante esta condición son: pérdida de peso, pérdida de apetito, disminución en la producción de leche y anormalidades neurológicas. Comúnmente, cuando los síntomas se observan en varias vacas del hato, es un indicativo que la mayoría del hato desarrollará cetosis si las condiciones alimenticias no son cambiadas.

¿QUÉ ES LA ACETONEMIA O CETOSIS?

“La cetosis es un balance negativo de energía generalmente a las 2 a 6 semanas post-parto”. El consumo de nutrientes está reducido y la energía que se requiere para mantenimiento y producción láctea no se alcanza. “Los niveles de glucosa en el cuerpo caen causando hipoglucemia, de forma que el cuerpo trata de corregir esta situación procesando grasa corporal y proteínas”. Esto produce aminoácidos y triglicéridos los cuales posteriormente son transformados en cuerpos cetónicos. Esto es muy común en ganado lechero de alta producción. “La cetosis se producirá cuando los cuerpos cetónicos son producidos en demasía y el requerimiento energético de los mismos es excedido”. De esta forma habrá un exceso de cuerpos cetónicos en la sangre, los cuales después son eliminados por respiración, orina y leche.

SÍNTOMAS

Son varios los síntomas que se presentan en una vaca lechera con cetosis. Estos signos pueden ser ligeros (subclínicos) al comienzo pero con el paso del tiempo éstos empeoran notablemente.- Pérdida de peso, leve al inicio, pero incrementa si la cetosis no es tratada.

– Pérdida de apetito
– Caída en la producción láctea
– Letargia
– Heces cubiertas de moco
– Olor cetónico del aliento, orina y/o leche de la vaca
– Pica (deseo urgente de comer algo extraño), rechazo a comer material grosero y grano
– Movimientos limitados o con comportamiento de excitación.

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TRATAMIENTO

Dado a que el nivel de glucosa disminuye y como efecto aparece la hipoglucemia, la forma de detener esta enfermedad metabólica es incrementando los niveles de glucosa. Para incrementar dichos niveles de glucosa se administra endovenosamente solución glucosada a la vaca. “Normalmente 500 ml de glucosa 50% y una administración intramuscular de glucocorticoide es el tratamiento. También se suministra propilenglicol de forma oral” (Amstutz 737). Estos tratamientos deberían incrementar los niveles de glucosa en sangre, revirtiendo los efectos de la cetosis. Debería haber un notable incremento en peso y producción láctea del animal después de la administración de solución glucosada. “El tratamiento debe repetirse aproximadamente uno o tres días después del tratamiento inicial” (Amstutz 737). Esto asegurará una mejor recuperación con visibles signos de salud y mayor producción láctea.

PREVENCIÓN

La prevención es la clave para limitar la ocurrencia de cetosis y es su mejor tratamiento. La cetosis puede ocurrir aún cuando las medidas preventivas se hayan tomado, pero contribuirá de forma importante en la salud del hato si se llevan acabo.

– Condiciones propicias durante la lactancia y el periodo seco
– Alimento concentrado en cantidades pequeñas durante dos semanas antes del parto
– Se debería evitar la sobrealimentación
– Máxima ingesta de materia seca
– La paja debería ser substituida por altas raciones de ensilado
– Después del parto la materia seca debería tener 16-18% de proteína cruda y 19-21% de fibra.

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Un estudio revela el impacto del fuego en los suelos de los Andes peruanos

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Los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego.

En septiembre de 2018, un incendio arrasó casi dos mil hectáreas de matorral en el volcán Pichu Pichu, una zona de alto valor ecológico en los andes peruanos. A diferencia de los ecosistemas mediterráneos, donde la vegetación ha desarrollado estrategias para resistir el fuego, los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego. Un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), de España, y de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, en Perú, ha recogido y analizado muestras de suelo de la zona incendiada, a 3.700 metros de altitud, para comprender cómo estos frágiles ecosistemas responden a la perturbación por incendio.

Los resultados, publicados en la revista Spanish Journal of Soil Science, indican que, cuatro años después del incendio, la combustión de la vegetación y el suelo y la erosión han causado una grave pérdida de carbono orgánico, un elemento esencial para la fertilidad del suelo. “Los Andes peruanos no están preparados para los incendios”, advierte Jorge Mataix Solera, catedrático de la UMH y experto en edafología con más de treinta años de experiencia en la recuperación de suelos quemados. Mataix recalca que, si bien el fuego es una fuerza ecológica natural, sus efectos pueden variar mucho dependiendo del ecosistema. Según se desprende del análisis realizado, el suelo del Pichu Pichu se ha degradado física y químicamente tras el incendio, por lo que la regeneración del ecosistema será más difícil. Además, la erosión producida tras el incendio ha desencadenado más procesos degradativos, reduciendo por ejemplo el contenido de arcilla, lo que debilita aún más la estructura del suelo.

Uno de los problemas detectados en estos suelos áridos es su tendencia natural a repeler el agua debido al tipo de materia orgánica que, junto con su alto contenido de arena, es un fenómeno que persiste tras el incendio. Sin vegetación para retener la humedad y la repelencia al agua, ésta se desliza en la superficie en lugar de infiltrarse, lo que acelera la erosión del suelo. “Mientras que los suelos bien estructurados y evolucionados como los mediterráneos poseen una elevada capacidad de retención hídrica, los suelos volcánicos andinos, muy jóvenes y arenosos, tras la pérdida de materia orgánica en el incendio pierden la capacidad de retener agua” explica la investigadora de la UMH Minerva García Carmona. “Por eso es tan importante conocer las consecuencias del fuego en este tipo de suelos jóvenes y frágiles”, declara la experta, “y un factor determinante es cómo influyen las plantas en el suelo, que son las que conforman el material combustible en el incendio”.

El estudio se centró en dos especies nativas con un papel clave en el ecosistema: Berberis lutea, conocida como ‘palo amarillo del Perú’, y Parastrephia quadrangularis, llamada ‘Tola’. Los investigadores analizaron si el fuego había afectado de manera diferente a los suelos según la vegetación predominante. Descubrieron que en las zonas dominadas por el palo amarillo la degradación fue más severa. “Es una planta más grande, con mayor biomasa, lo que seguramente intensificó los efectos de la combustión en el suelo”, aclara García.

El equipo de investigadores de la UMH conoce bien las consecuencias de un incendio en los bosques mediterráneos, más resilientes al fuego por su evolución histórica con la presencia del fuego que ha llevado a desarrollar múltiples estrategias de resistencia y resiliencia. Ahora, sus descubrimientos en el volcán Pichu Pichu reafirman la evidencia de que los suelos volcánicos de la región de Arequipa, que de forma natural retienen menos agua, se pueden ver particularmente degradados con la presencia de incendios, lo que acrecenta su vulnerabilidad a esta perturbación.

El Pichu Pichu se encuentra en la zona volcánica central de los andes. Los investigadores de la UMH recogieron muestras de suelo a unos 3.700 metros sobre el nivel del mar, donde las precipitaciones, de apenas 385 mm anuales, se concentran en tres o cuatro meses del año. De manera que la región de Arequipa se considera un ‘desierto frío’ -las temperaturas van de los 4 a los 18 grados centígrados- y la vegetación se compone principalmente de matorral muy adaptado a la sequía extrema.

Debido a las escasas precipitaciones, el cinturón volcánico de los Andes es una fuente de agua crucial para las áreas adyacentes. “Si bien Pichu Pichu está dominado por matorral, las faldas de la montaña están también cubiertas a una cierta altitud de bosque y albergan una gran diversidad de especies animales y vegetales”, señala el profesor de la UMH. A las faldas del volcán, se encuentran los bosques de queñuales (Polylepis), cuyas especies endémicas del Perú se encuentran en peligro de extinción.

El investigador de la UNSA Lunsden Coaguila explica que “no es fácil tomar muestras de suelo a tanta altitud”. En el estudio, realizado en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA), ha sido crucial la colaboración de la Comunidad Campesina Polobaya y la de la Comunidad Campesina Pocsi, que han permitido el acceso a las áreas de toma de muestras. “También, hemos contado con el apoyo del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre de Arequipa”, relata el experto.

En Perú, la mayor parte de los incendios se producen de julio a octubre. El proyecto de vigilancia por satélite Queimadas registró un máximo histórico de 7.037 focos en septiembre de 2024. “En una región como Arequipa, situada en una zona desértica, comprender el papel de los suelos bajo nuevos regímenes de incendios es esencial para evaluar la resiliencia de estos ecosistemas frente al cambio climático”, afirma el investigador de la UMH.

Mataix opina que, cuanto más sepamos, más podremos ayudar a diseñar estrategias de prevención y de tratamiento postincendio que ayuden a mitigar los efectos del aumento de las temperaturas y de la sequía intensificada. “Es tan necesario en Perú como en España”, concluye el experto, “aunque el fuego es un fenómeno natural, la crisis climática está exacerbando estos fenómenos y debemos hacer todo lo posible para adaptar los ecosistemas a las nuevas circunstancias y hacerlos más resilientes”.

 

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