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Causas de una Mala Fertilidad en el Ganado Lechero

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Conseguir que las vacas queden preñadas con un número razonable de servicios y/o en un periodo de tiempo razonable es la prioridad número uno para casi todos los productores de leche, ya que la rentabilidad de sus vaquerías depende en gran medida de la eficiencia reproductiva. 

Pero por todos es conocida la tendencia desfavorable en fertilidad de la raza Holstein y los malos índices reproductivos de muchas vaquerías, a pesar del tiempo y esfuerzo realizado por muchos ganaderos para mejorar esta situación.

Las principales causa de una mala fertilidad son:

– Mala detección celos 

Una de las principales razones por lo que las vacas no suelen quedar preñadas en la actualidad es por factores de manejo. Naturalmente, en el campo la razón más escuchada es “la alimentación”, pero la detección inadecuada de celos es la causa número uno de por qué las vacas se convierten en “vacas repetidoras”.

En muchas vaquerías la detección de celos tiene una eficacia menor al 50%, bien porque no se destina el tiempo suficiente a ver celos o porque las vacas de alta producción tienen signos de celo menos visibles o porque el uso de cubículos o piso de cemento impiden que los signos de celo se muestren claramente.

Un celo omitido en una vaca amplía el intervalo entre partos para esa vaca en 21 días, y si asumimos como coste medio de un día abierto 3 €, el coste de la omisión del celo para esa vaca será de 63 €. Normalmente, el 4 ó 5 % de las vacas en lactación que están ciclando están en celo en un día cualquiera. Si tomamos el número de vacas abiertas en un rebaño y lo multiplicamos por ese 5 % y luego por 63 €, este será un valor aproximado de cuanto cuesta un día sin detección de celos en una granja.

– Alta incidencia enfermedades metabólicas 

Distocias, retención de placenta, hipocalcemias, cetosis, etc.. durante el periodo de transición dificultan la involución uterina, retrasan la vuelta a la ciclicidad e incrementan la pérdida de la condición corporal en vacas recién paridas.

La tasa de fertilidad para las vacas que experimenta al menos una enfermedad metabólica en el periparto es del 35%, en comparación con el 50% en las vacas con un parto libre de enfermedad.

Conseguir reducir durante el periodo de transición los factores de estrés social, ambiental y metabólico, el número de cambios de lote, tener parideras limpias y secas, y proporcionar a las vacas una dieta equilibrada que promueva una alta ingestión de materia seca con una puntuación de la condición corporal correcta (3.25 a 3.75) y un sistema inmune fuerte, son consejos clave para lograr un óptimo rendimiento reproductivo postparto.

– Mala salud de la ubre en las semanas anteriores y posteriores a la inseminación

Vacas diagnosticadas con mastitis clínica entre los 14 días anteriores y 35 días posteriores a la inseminación, experimentan mayor número de días abiertos y más servicios por concepción que vacas que sufren mamitis subclínica. Este efecto es aún mayor en las mamitis clínicas por Gram negativos (coliformes) ocurridas durante la semana posterior a la inseminación. Por otra parte, las vacas con infecciones subclínicas que con el tiempo se convierten en casos clínicos durante el período de cubrición, experimentan incrementos mayores en los días abiertos y servicios por concepción que las vacas que inicialmente sufren mamitis clínicas.

– Inadecuada nutrición en el periodo de transición e inicio de lactación 

La administración de raciones inadecuadas durante el periodo de transición y lactación disminuye la eficiencia reproductiva, incluyendo una inadecuada energía, un exceso de proteína y desequilibrios en vitaminas y minerales.

De todos los factores nutricionales, el que más influye en los resultados reproductivos de las vacas lecheras (más que la ingesta de un determinado nutriente) es el balance energético. Se considera el factor regulador clave de la función reproductiva y tanto su duración como su severidad determinan la reanudación de la actividad ovárica después del parto.

Aunque el balance energético negativo (BEN) se inicia antes del parto, las consecuencias se observan principalmente después del parto. Las vacas de alta producción al inicio de la lactación no son capaces de ingerir la energía suficiente para la leche que producen, por lo tanto se encuentran bajo los efectos de un BEN y un anoestro posparto fisiológico. Pero aquellas vacas con una condición corporal inadecuada o excesiva antes del parto, tendrán una excesiva pérdida de peso durante los primeros 45 DEL, picos de producción más bajos con menor persistencia y sufrirán anoestros pospartos muy largos (en algunos casos pueden llegar a los 80 DEL).

Lo ideal, es que el 80 % de las vacas pierdan entre 0.5 a 0.75 puntos de condición corporal (o menos) entre el parto y los primeros 30 – 50 DEL (indica una adecuada y eficaz gestión del rebaño), y sea a partir de los 50-60 DEL cuando empiecen a tener un balance energético positivo (ganancia de peso). Pero algunas vacas pueden empezar a perder peso varios días o incluso semanas antes del parto, seguir perdiendo condición corporal después del parto y llegar a perder más de un punto al inicio de la lactación.

La pérdida de un punto (o más) de puntuación de condición corporal en las primeras dos a tres semanas de lactación es extremadamente rápida e indica un programa de alimentación o manejo inadecuado.

Todas aquellas estrategias nutricionales para minimizar la duración y magnitud del BEN, mejorarán la eficiencia reproductiva: 

1.- Incrementar la densidad energética de la ración mediante el suministro de grasas y/o carbohidratos incrementa el valor VEM de la dieta (unidad de energía alimenticia holandesa para vacuno lechero) y por tanto, decrece la duración y severidad del BEN, mejorando los resultados reproductivos.

2.-El aporte adecuado de las diferentes fracciones de carbohidratos fermentables en el rumen: TFC (Total Fermentable Carbohydrates), RFC (Rapid Fermentable Carbohydrates) y de nutrientes glucogénicos (Gluco-NUT) al inicio de la lactación, proporcionan energía a la vaca y a las bacterias ruminales, reduciendo la pérdida de condición corporal y el periodo de BEN.

Conclusiones

La detección diaria de la actividad celos y un programa adecuado de inseminación son la piedra angular en la mejora de la eficiencia reproductiva.

Se deben monitorizar las vacas en transición para detectar los puntos que limitan un buen arranque al inicio de lactación, disminuir el cull rate reproductivo y mejorar la eficiencia reproductiva.

La disminución de la incidencia de mamitis no sólo mejora la rentabilidad de la explotación, también mejora la eficiencia reproductiva.

Puntuar la condición corporal de forma rutinaria durante el final de la lactación y en el período seco ayuda a ajustar la densidad energética de las raciones, maximizar la ingesta de materia seca y, por tanto, reducir el balance energético negativo que ocurre durante el inicio de la lactación.

Mejorar el equilibrio energético de las raciones mediante el uso de nutrientes glucogénicos y grasa insaturada, reduce el día a la primera ovulación después del parto y mejora la eficiencia reproductiva.

Fuente: La Leche

 

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