Expertos aseguran que la grasa presente en la leche y sus derivados está catalogada como “grasa buena”. Estudios realizados por la Federación Panamericana de Lechería (FEPALE) demuestran las bondades de estos componentes.
Tendencias alimenticias que han ganado terreno en los últimos años, tienden a realizar y componer mitos respecto a la leche y sus elementos nutritivos. Entre ellos la grasa y los azúcares (naturales y de origen animal) presentes en este alimento cuyo consumo es fundamental en todas las etapas de la vida.
La leche aporta un coeficiente nutricional diario muy alto a la dieta equilibrada humana. Es fuente de proteínas, nutrientes y vitaminas; los lípidos o grasas lácteas destacan por su gran aporte energético y capacidad de prevención de varias enfermedades crónicas.
Algunas de las grasas, más conocidas, presentes en la leche son: el ácido linoleico
conjugado (CLA), los lípidos polares y los ácidos de cadena corta; todos estas benefician a la salud humana. Según FEPALE, la buena ingesta de estas grasas puede disminuir el riesgo de contraer diabetes tipo II, aportar al tratamiento y prevención de sobrepeso y obesidad y, la más importante de todas, prevenir el cáncer de colon. Por otro lado, puede representar actividad antiviral y mejorar las funciones inmunológicas del cuerpo humano.
Científicos apuntan a que el contenido de ciertas fracciones de la grasa láctea como los esfingolípidos, cerebrócidos y gangliósidos favorecen el desarrollo del cerebro y mejoran la actividad cognitiva.
El azúcar presente en la leche y sus derivados es la lactosa, compuesta por glucosa y galactosa. La lactosa juega un papel muy importante dentro del valor nutricional de la leche de vaca, puesto que esta azúcar contribuye a una mayor absorción del calcio lácteo y, por ende, al fortalecimiento de huesos y dientes.
La intolerancia a la lactosa es un concepto que ha ganado terreno en los últimos años, sin embargo la mayoría de veces los ciudadanos llegan a esta conclusión por un autodiagnóstico después de haber sufrido algún malestar digestivo o dolor abdominal tras la ingesta de lácteos.
Pese a ser una enfermedad real, la intolerancia a la lactosa es poco común si se la contrae de origen natural, es decir, si no es impuesta por el mismo consumidor. El sector lácteo, tomando en cuenta las necesidades de sus consumidores, ha lanzado al mercado en los últimos tiempos leche deslactosada y/o baja en grasa, apta para el consumo de quienes tienen estos padecimientos.
Los lácteos son un producto esencial dentro de la dieta del ser humano en todas las etapas de la vida, reducir o eliminar su consumo puede traer consecuencias negativas en la salud.