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Al menos 142 virus han saltado de animales a humanos
Publicado
5 años atrásen
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PerulacteaLa mayoría de los patógenos vienen de especies domésticas pero los más recientes tienen su origen en la intrusión humana en la naturaleza.
Los cerdos, seguidos de vacas, caballos, ovejas y perros son los animales que más virus han transmitido a los humanos. Para encontrar uno no doméstico hay que irse a los puestos noveno y décimo de la lista, donde aparecen el ratón común y la rata negra, que tampoco son muy silvestres. Sin embargo, en las últimas décadas ha crecido el número de brotes de enfermedades de origen animal en humanos (zoonosis), apareciendo nuevos patógenos como el último coronavirus. Un estudio relaciona este aumento con la invasión humana de la naturaleza.
Investigadores del Instituto One Health (Estados Unidos), que estudian la conexión entre salud humana, animal y ambiental, han contabilizado al menos 142 patógenos de origen animal que provocan enfermedades en humanos. La cifra es con seguridad mayor, ya que este estudio solo ha analizado virus, sin incluir microorganismos como bacterias, hongos o protozoos y otros agentes, como los priones del mal de las vacas locas. Además, el trabajo se centra en las transmisiones entre mamíferos, dejando fuera otras clases como las de los reptiles, anfibios o aves. La investigación no incluye tampoco los virus que han ido en dirección contraria, de los humanos a los animales, las llamadas antroponosis.
Casi el 90% de las especies de mamíferos no transmiten ningún virus a humanos o, al menos, no hay datos de ello, según el estudio publicado en Proceedings of the Royal Society B. Aún siendo un minúsculo porcentaje del total, las especies domesticadas son responsables de la mitad de las zoonosis víricas. Pueden transmitir una media de 19,3 virus, frente a los 0,23 de media que proceden de animales salvajes. Cerdos y vacas, por ejemplo, alojan 31 virus zoonóticos. En la naturaleza, los órdenes de roedores, murciélagos y primates acumulan el 75,8% de los patógenos de origen vírico.
De esos datos, los científicos extraen algunos de los factores que elevan el riesgo de una zoonosis. La domesticación es el más relevante y por dos hechos relacionados: los animales domesticados son los que más en contacto están con los humanos. Son también los más abundantes, con centenares o miles de millones de cabezas de ganado. También los animales con un mayor rango geográfico y aquellos que han medrado en los arrabales humanos tienden a albergar más zoonosis, como sucede con muchos roedores. Otro factor que facilita el salto del virus es la cercanía genética, de ahí la veintena de zoonosis que proceden de varias especies de primates.
La cercanía genética y la domesticación son factores relativamente estables que no explicarían el aumento reciente de las zoonosis. Ni siquiera determinadas prácticas de la ganadería intensiva logran explicar que, desde 1980, no hayan dejado de crecer. En un estudio publicado en 2014 se contabilizaron más de 12.000 brotes de 215 enfermedades contagiosas entre 1980 y 2013. En ese lapso, los brotes zoonóticos aumentaron hasta suponer el 56% del total. Debe de haber otros elementos que estén detrás de la multiplicación de las zoonosis. Para los investigadores de One Health y otros, la clave está en la intrusión humana en el entorno natural.
“La propagación de virus desde los animales es un efecto directo de nuestras acciones sobre la vida salvaje y sus hábitats”, dice en una nota la investigadora del Instituto One Health de la Universidad de California Christine Kreuder Johnson. “La consecuencia es que están compartiendo sus virus con nosotros. Estas acciones amenazan la supervivencia de las especies al tiempo que aumentan el riesgo de propagación”, añade.
Al solapar los datos de abundancia y estado de conservación que tiene la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza de unas 5.300 especies de mamíferos salvajes, Johnson y sus colegas comprueban que la riqueza de virus escala con la abundancia de una determinada especie. Como sucede con las domésticas, las especies más abundantes, con un mayor rango geográfico y mejor adaptadas a los entornos alterados por los humanos concentran buena parte de los virus zoonóticos.
Pero, en paralelo, el estudio apunta a una relación entre el grado y el tipo de amenaza que sufre una especie y su riesgo de propagación de sus virus a los humanos. En general, las especies más amenazadas de extinción son las que menos riesgo tienen. Parece lógico. Suelen ser poblaciones ya muy reducidas y concentradas en áreas geográficas pequeñas, así que el riesgo de contacto con los humanos y, por tanto el de contagio, es menor. Sin embargo, determinadas amenazas que tiene que ver más con la explotación, como la caza y el tráfico de especies, y el deterioro del hábitat estarían elevando el riesgo de zoonosis desde las especies que lo sufren.
“Los cambios en el área del hábitat no tienen un efecto inmediato en la extinción de las poblaciones salvajes”, comenta en un correo el investigador de la Universidad de Massey (Nueva Zelanda) David Wilkinson. “Hay un periodo de tiempo en el que el hábitat ya no puede soportar las especies que alberga y se produce un desequilibrio. Es entonces cuando se produce un aumento de la competencia, migración animal y búsqueda de comida fuera del hábitat natural y probablemente sea en estos periodos cuando aumenten los contactos entre especies salvajes y poblaciones humanas a lo largo de los bordes de los hábitats”, explica Wilkinson, no relacionado con el estudio.
Todo lo anterior no encaja con los murciélagos y la Covid-19, aunque sí puede encajar con los intermediarios de otros dos coronavirus que provocaron (y provocan) sendas enfermedades. Sería el caso de la civeta de las palmeras, señalada por la ciencia como eslabón entre murciélagos y humanos en la aparición del brote de SARS de 2002 a 2004. Y también lo sería el surgimiento del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en ingles) en 2012. Aunque los dromedarios serían su nexo con los humanos, su origen también hay que buscarlo en los murciélagos. Tanto las civetas como los dromedarios son animales en contacto con los humanos: las primeras, por el deterioro de su hábitat y los segundos por su carácter de animal domesticado.
“Los murciélagos tienen un sistema inmune bastante particular que evita que muchos de los virus que los infectan puedan replicarse excesivamente, de hecho no son virus patógenos para ellos aunque suelen estar presentes durante buena parte de su vida”, dice el biólogo de la Universidad de la República (Montevideo, Uruguay) experto en coronavirus Rubén Pérez. A esto se podría añadir el carácter gregario de estos animales y su gran movilidad.
Sin embargo, Pérez alerta contra la condena de los murciélagos u otros animales: “La visión del ser humano como receptor de virus de origen animal es demasiado sesgada. De hecho es probable que sea también la causa de infecciones en varios animales, algo que estamos viendo en tiempo real con la infección de mascotas y felinos con SARS-CoV-2”, dice. Pero las antroponosis son raramente investigadas y aún menos detectadas, como la de unos monos infectados por turistas en Gabón.
Una de las mayores expertas en la predicción de zoonosis es la investigadora del Instituto Cary de Estudios de los Ecosistemas Barbara Han. En 2016 publicó un amplio informe sobre las zoonosis por venir. Como entonces, cree que “habrá nuevos patógenos en el futuro”. Además, coincide con los autores del estudio publicado ahora que “está aumentado la frecuencia de estos eventos de propagación”. El problema es que será complicado verlos llegar. “Es difícil recoger datos sobre la intrusión humana en relación con las nuevas zoonosis por varias razones”, añade y da algunas: “No solemos tener test de diagnóstico para detectarlas sobre el terreno; generalmente se infectan pocos humanos para que llamen nuestra atención; hay poca o nula información previa sobre los reservorios salvajes…”
Han coincide con Pérez, Wilkinson y los autores del estudio de los 142 virus en que solo una relación más equilibrada con el entorno puede hacer que esa cifra no crezca demasiado.
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Noticias Internacionales
Girolando, la mejor alternativa para la producción lechera en climas cálidos
Publicado
3 días atrásen
22/11/2024Por
PerulacteaCon una producción promedio de 5.000 litros de leche durante 305 días bajo el calor del clima tropical, estas terneras presentan una mayor resistencia y adaptación al entorno, lo que aumenta sus tasas de supervivencia. Estas cualidades las destacan en un país donde la cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %. Las terneras Girolando pueden producir en promedio 5.000 litros de leche durante 305 días en climas cálidos. Fotos: Felipe Argoty, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia sede Palmira.
En Colombia la producción lechera afronta una crisis marcada por los altos costos tanto de los insumos importados utilizados por la industria como de los alimentos concentrados para el ganado, además de factores como la tendencia al bajo consumo en el mercado y el encarecimiento de las tierras en zonas tradicionales de ganadería, entre otros, situación que ha obligado a los productores a buscar nuevas alternativas que permitan mantener la rentabilidad del negocio y reducir las pérdidas.
Foto. La cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %
Cerca del 80 % de la producción de leche proviene de animales con composición genuina en su genética, escenario en el que resaltan las terneras Girolando, una raza que toma y supera lo mejor del cruzamiento entre la productividad de la Holstein y la rusticidad de la Gyr, lo que les permite adaptarse a altas temperaturas, ser más tolerantes a parásitos y poderse pastorear en condiciones adversas, características que las convierten en la mejor opción para climas tropicales como los de Tolima, Valle del Cauca, Magdalena Medio y los Llanos Orientales y la Costa Caribe, en donde han demostrado un rendimiento superior.
En la industria lechera la etapa más crítica es la cría de las terneras, ya que es cuando los animales dependen de una adecuada alimentación y cuidados especiales para asegurar su supervivencia y óptimo desarrollo. Además de ser costosa, esta fase se asocia con altos índices de mortalidad, en particular por problemas de nutrición.
Ante este problema, durante su Maestría en Ciencias Agrarias en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, el zootecnista Luis Felipe Argoty López evaluó mediante tres experimentos alternativas para mejorar la rentabilidad durante la cría, con dietas menos costosas pero con el aporte nutricional necesario para evitar problemas de crecimiento y desarrollo, clave en la crianza de reemplazo, cuando preparan a las terneras para que se conviertan en futuras vacas lecheras que renueven el hato y mantengan la productividad del sistema.
Foto. En Colombia cerca del 50 % de la producción de leche proviene de cruces de toros y cebús.
El Estudio
En la investigación se analizó el crecimiento y desarrollo ruminal (ingesta de alimento sólido) de 19 terneras Girolando F1 con edades entre 14 y 22 meses, en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias, municipio de Guacarí (Valle del Cauca).
Para el trabajo se hicieron 3 grupos de animales con sendos tratamientos. A los del primer grupo (grupo control) se le suministraron 4 litros de leche al día, repartidas en dos tomas, y concentrado comercial; al segundo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento experimental; y al tercer grupo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento comercial. A todos los tratamientos se les suministró pasto pangola y agua a voluntad.
Sobre el alimento experimental, el investigador explica que “hicimos ajustes dentro de la proteína, la pusimos un poco más disponible dentro de la dieta de las terneras, usamos soya, maíz, algunos cereales, premezclas, un promotor de crecimiento ruminal y lo que utilizan todos los alimentos concentrados, porque el reto era hacer un concentrado experimental similar en composición al comercial, pero con algunas mejoras”.
Foto. El estudio se realizó con 19 terneras en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias (Valle del Cauca)
También recolectó muestras de sangre cada 15 días, para analizar metabolitos como proteína, albúmina, globulinas, calcio, betahidroxibutirato (BHB) y cortisol. Así mismo evaluó parámetros biométricos como edad, peso, circunferencia, altura, ganancia de peso, consumo promedio y conversión alimenticia. Cada variable evaluada se analizó estadísticamente a través de un modelo mixto de medidas repetidas.
Aunque en la ganancia de peso los resultados no arrojaron diferencias significativas entre los tratamientos, entre muestreo sí las hubo y se evidenció que la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal.
También se evidenció que “la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal”.
Foto. Con la raza Girolando se puede obtener una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas
El investigador destaca que, “este indicador sugiere que las terneras están desarrollando su rumen de forma óptima, lo cual es esencial para una digestión eficiente, y en última instancia para su futura capacidad de producir leche”.
También se registraron bajos niveles de cortisol en la sangre, una hormona que se libera en respuesta al estrés y puede afectar el crecimiento y la salud general del animal. Altos niveles de este indican que las terneras están experimentando estrés, lo que puede influir negativamente en su sistema inmunológico y reducir su capacidad de aprovechar nutrientes, afectando el desarrollo del rumen y la futura producción de leche.
“Si logramos que más productores opten por razas como la Girolando, tendríamos una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas, cuya adaptación a nuestras condiciones es limitada”, anota el magíster.
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