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El Valor de los Ensilajes de Avena y Cebada

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Miriam Gallardo, especialista en Nutrición Animal del INTA Castelar (Argentina), se refiere a las herramientas necesarias para distinguir los forrajes de calidad y características óptimas, que beneficien la eficiencia y rentabilidad de la producción.

Los cereales de invierno, en particular los cultivos de avena, cebada y trigo, representan una de las alternativas estratégicas más promisorias destinadas a conservar forrajes de alto valor nutricional para los más exigentes planteos intensivos de producción de carne y leche.

Estos ensilajes son fuente de diversos principios nutricionales como fibra, energía y proteínas. Sin embargo, para conservar adecuadamente la mayor cantidad de nutrientes deben aplicarse, durante todo el proceso, tecnologías compatibles con las premisas básicas conceptuales de la “agricultura de precisión”. Debido a que los costos de implantación de estos recursos son de magnitud y que el complejo proceso de conservación y suministro conllevan pérdidas, es necesario enfatizar estas premisas para disminuir las pérdidas y obtener los mayores beneficios marginales.

El rendimiento de materia seca (MS) y el valor nutritivo de estos ensilajes dependen en gran medida del estado del cultivo y de las buenas condiciones ambientales al momento del corte. En primavera, con plantas en pre-panojamiento –“hoja bandera”– pueden lograrse ensilajes de mayor digestibilidad (> 65%), pero con menor biomasa forrajera disponible (< 4500 kg MS/ha).

Sin bien el cultivo en este estado juvenil contiene más proteína bruta y la fibra es más digestible, también contiene más agua (>70%), más potasio, más nitrógeno no proteico y menores concentraciones de carbohidratos –CH solubles y fibrosos–. Así, en términos nutricionales, esto podría resultar en materiales con desbalances y de menor estabilidad fermentativa.

En cambio, el “grano pastoso” está en un buen momento ya que permite contar simultáneamente con mayor contenido y cantidad de MS, a la vez que con un equilibrio de nutrientes más adecuado. Además, en este estado fenológico, por la menor humedad de las plantas (60-65%), pueden efectuarse picados directos sin necesidad de “oreo” previo, lo cual simplifica las operaciones y minimiza pérdidas.

Comparados al maíz, naturalmente son recursos con menos CH solubles y, por tanto, la fermentación láctica durante el almacenamiento, aún con un compactado adecuado, es más lenta y menos estable. Muchos especialistas recomiendan aplicar al forraje picado algún tipo de inoculante que contribuya a mejorar el proceso fermentativo dentro del silo, como también a estabilizarlo fuera de él durante el suministro.

El rol nutricional de estos ensilajes en los sistemas ganaderos es clave: por excelencia, son fuentes primordiales de fibra, tanto digestible –energía metabolizable– como “efectiva” –buffer ruminal–. Su contribución estratégica como fuente de fibra para equilibrar las dietas de vacas y novillos de alto desempeño es actualmente de importancia superlativa; en muchos planteos intensivos confinados o semi-confinados, las cantidades de concentrados que se utilizan son elevadas, al punto de poner en riesgo la salud de los animales debido a los recurrentes problemas de acidosis ruminal y sus patologías asociadas.

En tal sentido, para lograr máxima eficiencia de conversión, tanto el contenido de MS como el tamaño final de partícula del forraje son las variables prioritarias a regular con precisión. Los materiales con 35 a 40% de MS y un tamaño medio de partícula –picado de precisión–, de 1,3 a 1,8 cm cumplen acabadamente los objetivos nutricionales. En dietas total mezcladas (TMR), por ejemplo, son componentes recomendables para combinar con ensilajes de maíz o sorgos, aportando además proteína adicional (11 a 13% PB).

Al igual que los ensilajes de praderas, estos recursos constituyen una buena alternativa para suplementar a los animales durante el verano o para reemplazar a las pasturas cuando hay limitaciones para el pastoreo normal. Asimismo, son excelentes alimentos para vaquillonas, vacas secas y vacas en transición a la lactancia, no sólo por la calidad de su fibra sino también por los niveles aceptables de proteínas, compatibles a los requeridos por estas categorías. Desde el punto de vista mineral permiten, además, mantener un discreto balance anión-catión en las dietas del pre-parto inmediato de vacas de alta producción.

 

Fuente: INTA

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Girolando, la mejor alternativa para la producción lechera en climas cálidos

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Con una producción promedio de 5.000 litros de leche durante 305 días bajo el calor del clima tropical, estas terneras presentan una mayor resistencia y adaptación al entorno, lo que aumenta sus tasas de supervivencia. Estas cualidades las destacan en un país donde la cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %. Las terneras Girolando pueden producir en promedio 5.000 litros de leche durante 305 días en climas cálidos. Fotos: Felipe Argoty, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia sede Palmira.

En Colombia la producción lechera afronta una crisis marcada por los altos costos tanto de los insumos importados utilizados por la industria como de los alimentos concentrados para el ganado, además de factores como la tendencia al bajo consumo en el mercado y el encarecimiento de las tierras en zonas tradicionales de ganadería, entre otros, situación que ha obligado a los productores a buscar nuevas alternativas que permitan mantener la rentabilidad del negocio y reducir las pérdidas.

Foto. La cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %

Cerca del 80 % de la producción de leche proviene de animales con composición genuina en su genética, escenario en el que resaltan las terneras Girolando, una raza que toma y supera lo mejor del cruzamiento entre la productividad de la Holstein y la rusticidad de la Gyr, lo que les permite adaptarse a altas temperaturas, ser más tolerantes a parásitos y poderse pastorear en condiciones adversas, características que las convierten en la mejor opción para climas tropicales como los de Tolima, Valle del Cauca, Magdalena Medio y los Llanos Orientales y la Costa Caribe, en donde han demostrado un rendimiento superior.

En la industria lechera la etapa más crítica es la cría de las terneras, ya que es cuando los animales dependen de una adecuada alimentación y cuidados especiales para asegurar su supervivencia y óptimo desarrollo. Además de ser costosa, esta fase se asocia con altos índices de mortalidad, en particular por problemas de nutrición.

Ante este problema, durante su Maestría en Ciencias Agrarias en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, el zootecnista Luis Felipe Argoty López evaluó mediante tres experimentos alternativas para mejorar la rentabilidad durante la cría, con dietas menos costosas pero con el aporte nutricional necesario para evitar problemas de crecimiento y desarrollo, clave en la crianza de reemplazo, cuando preparan a las terneras para que se conviertan en futuras vacas lecheras que renueven el hato y mantengan la productividad del sistema.

Foto. En Colombia cerca del 50 % de la producción de leche proviene de cruces de toros y cebús.

El Estudio

En la investigación se analizó el crecimiento y desarrollo ruminal (ingesta de alimento sólido) de 19 terneras Girolando F1 con edades entre 14 y 22 meses, en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias, municipio de Guacarí (Valle del Cauca).

Para el trabajo se hicieron 3 grupos de animales con sendos tratamientos. A los del primer grupo (grupo control) se le suministraron 4 litros de leche al día, repartidas en dos tomas, y concentrado comercial; al segundo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento experimental; y al tercer grupo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento comercial. A todos los tratamientos se les suministró pasto pangola y agua a voluntad.

Sobre el alimento experimental, el investigador explica que “hicimos ajustes dentro de la proteína, la pusimos un poco más disponible dentro de la dieta de las terneras, usamos soya, maíz, algunos cereales, premezclas, un promotor de crecimiento ruminal y lo que utilizan todos los alimentos concentrados, porque el reto era hacer un concentrado experimental similar en composición al comercial, pero con algunas mejoras”.

Foto. El estudio se realizó con 19 terneras en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias (Valle del Cauca)

También recolectó muestras de sangre cada 15 días, para analizar metabolitos como proteína, albúmina, globulinas, calcio, betahidroxibutirato (BHB) y cortisol. Así mismo evaluó parámetros biométricos como edad, peso, circunferencia, altura, ganancia de peso, consumo promedio y conversión alimenticia. Cada variable evaluada se analizó estadísticamente a través de un modelo mixto de medidas repetidas.

Aunque en la ganancia de peso los resultados no arrojaron diferencias significativas entre los tratamientos, entre muestreo sí las hubo y se evidenció que la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal.

También se evidenció que “la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal”.

Foto. Con la raza Girolando se puede obtener una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas

El investigador destaca que, “este indicador sugiere que las terneras están desarrollando su rumen de forma óptima, lo cual es esencial para una digestión eficiente, y en última instancia para su futura capacidad de producir leche”.

También se registraron bajos niveles de cortisol en la sangre, una hormona que se libera en respuesta al estrés y puede afectar el crecimiento y la salud general del animal. Altos niveles de este indican que las terneras están experimentando estrés, lo que puede influir negativamente en su sistema inmunológico y reducir su capacidad de aprovechar nutrientes, afectando el desarrollo del rumen y la futura producción de leche.

“Si logramos que más productores opten por razas como la Girolando, tendríamos una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas, cuya adaptación a nuestras condiciones es limitada”, anota el magíster.

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