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Una alternativa a la especie bovina para atender la demanda de carne y leche

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Productores mexicanos destacaron que la crianza de búfalo fomenta prácticas sostenibles, es económicamente más accesible y los insumos y derivados de esta especie presentan mayores propiedades nutricionales respecto a las del ganado bovino.

Como alternativa a la demanda de cárnicos y leche en el país, productores ganaderos buscan detonar la crianza de búfalo, cuya carne es económicamente más accesible, y acrecentar el hato bufalero en México, informó la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.

Señaló que, de acuerdo con datos de la Asociación Mexicana de Criadores de Búfalo (AMEXBU), actualmente existen más de 58 mil cabezas de ganado bufalino en el país, con presencia en 29 de las 32 entidades.

Reportó que el mayor crecimiento de ganado bufalino se ha registrado en el sureste mexicano, en estados como Campeche, Chiapas, Tabasco, Oaxaca y Veracruz y recientemente en Nayarit, Jalisco y Aguascalientes.

Indicó que, a través de la Coordinación Nacional de Ganadería y el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), con estrictos programas de sanidad e inocuidad, Agricultura da certidumbre a la crianza de búfalo en México.

La dependencia federal destacó además la importancia de llevar el ganado bufalino a sacrificio en rastros Tipo Inspección Federal (TIF) para darle trazabilidad y rastreabilidad.

De acuerdo con el presidente de la Comisión de Enlace Interinstitucional y Legislativo de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG), Ismael Coronel Sicairos, el desarrollo de la bubalinocultura es prometedor y una oportunidad para impulsar carreras enfocadas a fortalecer el sector como medicina-veterinaria, administración agropecuaria, gastronomía y negocios, entre otras.

Señaló que para el primer semestre de 2022 se prevé detonar el sector en Baja California, Sonora y Chihuahua, con la entrega de 250 hembras preñadas, que abonarán al crecimiento de nueva genética en hatos de otros estados.

Subrayó que, con el apoyo de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, asociaciones ganaderas estatales, la CNOG y el Sistema de Identificación Individual de Ganado (SINIIGA) se realiza el padrón e inventario de búfalos en México.

El también presidente de la AMEXBU enfatizó que, con la supervisión de las autoridades, se han logrado establecer hatos libres de brucelosis, tuberculosis y algunas enfermedades más.

Bubalinocultura con mayores ventajas al ganado bovino

De acuerdo con Alfonso de Vega, médico veterinario y productor ganadero en Puebla, la producción de búfalo es orgánica, ya que el alimento se basa completamente en pasto natural y, para no devastar al entorno, se rota a los animales de forma periódica, lo cual contribuye a ejecutar prácticas más sostenibles.

Destacó que la crianza es económicamente accesible, pues los animales no requieren de grandes cuidados, consumen pastos que no son aptos para los bovinos, y la especie se adapta fácilmente a condiciones de clima y suelo adversos.

En relación con la producción de insumos y derivados, indicó que la leche de búfala tiene acentuadas diferencias respecto a la leche bovina, una de ellas es que presenta mayor valor energético y textura más espesa.

Con tan sólo cinco litros de leche se puede producir hasta un kilogramo de queso, a diferencia de la leche bovina en la que se requieren 10 litros para generar la misma cantidad de queso, ejemplificó.

Abundó que dentro de los derivados de la leche de búfala se encuentran quesos frescos y madurados, yogurt, dulce de leche y helados.

En tanto, la carne bufalina tiene menor tenor graso que la carne de bovino: 40 por ciento menos colesterol, 55 por ciento menos calorías, 11 por ciento más proteínas y 10 por ciento más minerales, indicó Alfonso de Vega.

En 1991, con la gestión de A.P Leonards, investigador estadounidense de la Universidad de Florida, llegó por primera vez el búfalo asiático de agua a México y, desde entonces, su crianza se ha incrementado a más de 50 mil cabezas de ganado en todo el país.

Esta especie tiene un periodo de gestación de 281 a 334 días, su peso al nacer va de 35 a 45 kilogramos aproximadamente y el peso al destete de los machos de 18 meses es de 320 a 360 kilogramos, y pueden superar en su madurez los 500 kilogramos.

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El valor del queso artesanal como emblema gastronómico: la experiencia uruguaya

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Un estudio revela el impacto del fuego en los suelos de los Andes peruanos

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Los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego.

En septiembre de 2018, un incendio arrasó casi dos mil hectáreas de matorral en el volcán Pichu Pichu, una zona de alto valor ecológico en los andes peruanos. A diferencia de los ecosistemas mediterráneos, donde la vegetación ha desarrollado estrategias para resistir el fuego, los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego. Un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), de España, y de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, en Perú, ha recogido y analizado muestras de suelo de la zona incendiada, a 3.700 metros de altitud, para comprender cómo estos frágiles ecosistemas responden a la perturbación por incendio.

Los resultados, publicados en la revista Spanish Journal of Soil Science, indican que, cuatro años después del incendio, la combustión de la vegetación y el suelo y la erosión han causado una grave pérdida de carbono orgánico, un elemento esencial para la fertilidad del suelo. “Los Andes peruanos no están preparados para los incendios”, advierte Jorge Mataix Solera, catedrático de la UMH y experto en edafología con más de treinta años de experiencia en la recuperación de suelos quemados. Mataix recalca que, si bien el fuego es una fuerza ecológica natural, sus efectos pueden variar mucho dependiendo del ecosistema. Según se desprende del análisis realizado, el suelo del Pichu Pichu se ha degradado física y químicamente tras el incendio, por lo que la regeneración del ecosistema será más difícil. Además, la erosión producida tras el incendio ha desencadenado más procesos degradativos, reduciendo por ejemplo el contenido de arcilla, lo que debilita aún más la estructura del suelo.

Uno de los problemas detectados en estos suelos áridos es su tendencia natural a repeler el agua debido al tipo de materia orgánica que, junto con su alto contenido de arena, es un fenómeno que persiste tras el incendio. Sin vegetación para retener la humedad y la repelencia al agua, ésta se desliza en la superficie en lugar de infiltrarse, lo que acelera la erosión del suelo. “Mientras que los suelos bien estructurados y evolucionados como los mediterráneos poseen una elevada capacidad de retención hídrica, los suelos volcánicos andinos, muy jóvenes y arenosos, tras la pérdida de materia orgánica en el incendio pierden la capacidad de retener agua” explica la investigadora de la UMH Minerva García Carmona. “Por eso es tan importante conocer las consecuencias del fuego en este tipo de suelos jóvenes y frágiles”, declara la experta, “y un factor determinante es cómo influyen las plantas en el suelo, que son las que conforman el material combustible en el incendio”.

El estudio se centró en dos especies nativas con un papel clave en el ecosistema: Berberis lutea, conocida como ‘palo amarillo del Perú’, y Parastrephia quadrangularis, llamada ‘Tola’. Los investigadores analizaron si el fuego había afectado de manera diferente a los suelos según la vegetación predominante. Descubrieron que en las zonas dominadas por el palo amarillo la degradación fue más severa. “Es una planta más grande, con mayor biomasa, lo que seguramente intensificó los efectos de la combustión en el suelo”, aclara García.

El equipo de investigadores de la UMH conoce bien las consecuencias de un incendio en los bosques mediterráneos, más resilientes al fuego por su evolución histórica con la presencia del fuego que ha llevado a desarrollar múltiples estrategias de resistencia y resiliencia. Ahora, sus descubrimientos en el volcán Pichu Pichu reafirman la evidencia de que los suelos volcánicos de la región de Arequipa, que de forma natural retienen menos agua, se pueden ver particularmente degradados con la presencia de incendios, lo que acrecenta su vulnerabilidad a esta perturbación.

El Pichu Pichu se encuentra en la zona volcánica central de los andes. Los investigadores de la UMH recogieron muestras de suelo a unos 3.700 metros sobre el nivel del mar, donde las precipitaciones, de apenas 385 mm anuales, se concentran en tres o cuatro meses del año. De manera que la región de Arequipa se considera un ‘desierto frío’ -las temperaturas van de los 4 a los 18 grados centígrados- y la vegetación se compone principalmente de matorral muy adaptado a la sequía extrema.

Debido a las escasas precipitaciones, el cinturón volcánico de los Andes es una fuente de agua crucial para las áreas adyacentes. “Si bien Pichu Pichu está dominado por matorral, las faldas de la montaña están también cubiertas a una cierta altitud de bosque y albergan una gran diversidad de especies animales y vegetales”, señala el profesor de la UMH. A las faldas del volcán, se encuentran los bosques de queñuales (Polylepis), cuyas especies endémicas del Perú se encuentran en peligro de extinción.

El investigador de la UNSA Lunsden Coaguila explica que “no es fácil tomar muestras de suelo a tanta altitud”. En el estudio, realizado en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA), ha sido crucial la colaboración de la Comunidad Campesina Polobaya y la de la Comunidad Campesina Pocsi, que han permitido el acceso a las áreas de toma de muestras. “También, hemos contado con el apoyo del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre de Arequipa”, relata el experto.

En Perú, la mayor parte de los incendios se producen de julio a octubre. El proyecto de vigilancia por satélite Queimadas registró un máximo histórico de 7.037 focos en septiembre de 2024. “En una región como Arequipa, situada en una zona desértica, comprender el papel de los suelos bajo nuevos regímenes de incendios es esencial para evaluar la resiliencia de estos ecosistemas frente al cambio climático”, afirma el investigador de la UMH.

Mataix opina que, cuanto más sepamos, más podremos ayudar a diseñar estrategias de prevención y de tratamiento postincendio que ayuden a mitigar los efectos del aumento de las temperaturas y de la sequía intensificada. “Es tan necesario en Perú como en España”, concluye el experto, “aunque el fuego es un fenómeno natural, la crisis climática está exacerbando estos fenómenos y debemos hacer todo lo posible para adaptar los ecosistemas a las nuevas circunstancias y hacerlos más resilientes”.

 

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