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¿Por qué el coronavirus es un riesgo para la seguridad alimentaria global?

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La FAO advierte que se aproxima una crisis mundial de la alimentación sino se respalda a las cadenas de producción, que están están debilitadas por las medidas para contener el virus.

La característica central de los efectos económicos del coronavirus es que es preciso paralizar la actividad productiva para enfrentar la pandemia; y el resultado ha sido el hundimiento del sistema global en una depresión profunda. Estos son los “daños colaterales” de la pandemia.

También la industria global de agroalimentos se ha visto afectada por el flagelo de la parálisis económica, solo que en ella se ha manifestado con la forma altamente disruptiva de la interrupción de los sistemas logísticos de las cadenas productivas. A esto hay que sumarle el debilitamiento cuantitativo y cualitativo de su fuerza de trabajo.

FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas) sostiene que se aproxima una crisis global de la alimentación, salvo que se respalde a las cadenas globales de producción, sobre todo en los segmentos existentes en los países más vulnerables, y haya una política deliberada de apoyo al sistema, que tiene un carácter absolutamente prioritario para la economía mundial.

La Organización de Naciones Unidas advierte que un aumento significativo de los precios agroalimentarios va a afectar ante todo a los productos de mayor valor, como las carnes y los commodities perecederos (frutas y verduras), mientras que el valor de los granos permanecerá estable porque están abundantemente provistos.

FAO sostiene que el coronavirus puede afectar la seguridad alimentaria mundial en la medida que impida o frene el despliegue de la fuerza de trabajo (infecciones generalizadas), o interrumpa la redes logísticas de distribución, lo que hasta ahora no ha ocurrido, salvo en China, donde la provincia de Hubei, ha sido el epicentro de la pandemia.

De todas maneras, FAO aclara que el pico de disrupción de la industria agroalimentaria en términos globales todavía no ha ocurrido, y que puede desencadenarse en los meses de abril y mayo.

El mayor desafío que enfrenta la producción de carnes es la interrupción de la provisión de alimentos para la población animal, que puede provocar situaciones de virtual inanición en amplios segmentos aviarios y porcinos, como ha sucedido en la República Popular, donde los productores de la provincia de Hubei debieron eliminar más de 100 millones de aves ante la impasibilidad de alimentarlas.

También los frigoríficos se transforman en puntos críticos, debido a que son actividades trabajo intensivas y de pronto se pueden encontrar carentes de fuerza de trabajo, ya sea porque sus operarios se ven infectados, o por el aumento significativo de la “aversión al riesgo” (temor a ser alcanzado por el virus).

A pesar de todo, la visión de la FAO es positiva en lo que se refiere a las perspectivas de la industria agroalimentaria en 2020 y 2021, porque estima que las condiciones climáticas serán favorables en las principales regiones productivas (Brasil, Argentina y Mercosur en general, en primer lugar).

Los mayores riesgos son los que enfrentan las actividades trabajo intensivas, como los frigoríficos y las manufacturas realizadas en grandes plantas, porque la posibilidad de un contagio en gran escala equivale a cierres temporarios o definitivos.

FAO advierte por último sobre el riesgo cierto de que algunos países puedan restringir o impedir el comercio exterior de agroalimentos, obsesionados por la defensa de su seguridad alimentaria, como ya ha ocurrido en Europa, sobre todo en la oriental, lo que puede implicar el comienzo de represalias en gran escalas, con el consiguiente aumento del precio de los granos y las carnes.

La pandemia se ha desencadenado en un contexto mundial de aumento significativo de la demanda de agroalimentos, que sólo en Asia ha crecido más de 30% en los últimos dos años, como parte de una tendencia nítidamente ascendente.

Por eso –subraya FAO- hay escaso margen para la interrupción de las cadenas de producción de agroalimentos, porque de inmediato se experimentaría un aumento significativo de precios, en especial de carnes, frutas y vegetales, lo que pondría en riesgo la seguridad alimentaria sobre todo en los países más frágiles.

Vietnam y Rusia, entre otros, grandes productores de alimentos ya han impuesto restricciones a sus exportaciones agroalimentarias, al prohibir las ventas de arroz el primero, y de granos el segundo.

Lo fundamental es advertir, en la visión de la FAO, que la pandemia del coronavirus ha puesto de relieve una vez más el carácter estratégico, absolutamente esencial, de la producción de agroalimentos en el mundo.

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Girolando, la mejor alternativa para la producción lechera en climas cálidos

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Con una producción promedio de 5.000 litros de leche durante 305 días bajo el calor del clima tropical, estas terneras presentan una mayor resistencia y adaptación al entorno, lo que aumenta sus tasas de supervivencia. Estas cualidades las destacan en un país donde la cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %. Las terneras Girolando pueden producir en promedio 5.000 litros de leche durante 305 días en climas cálidos. Fotos: Felipe Argoty, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia sede Palmira.

En Colombia la producción lechera afronta una crisis marcada por los altos costos tanto de los insumos importados utilizados por la industria como de los alimentos concentrados para el ganado, además de factores como la tendencia al bajo consumo en el mercado y el encarecimiento de las tierras en zonas tradicionales de ganadería, entre otros, situación que ha obligado a los productores a buscar nuevas alternativas que permitan mantener la rentabilidad del negocio y reducir las pérdidas.

Foto. La cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %

Cerca del 80 % de la producción de leche proviene de animales con composición genuina en su genética, escenario en el que resaltan las terneras Girolando, una raza que toma y supera lo mejor del cruzamiento entre la productividad de la Holstein y la rusticidad de la Gyr, lo que les permite adaptarse a altas temperaturas, ser más tolerantes a parásitos y poderse pastorear en condiciones adversas, características que las convierten en la mejor opción para climas tropicales como los de Tolima, Valle del Cauca, Magdalena Medio y los Llanos Orientales y la Costa Caribe, en donde han demostrado un rendimiento superior.

En la industria lechera la etapa más crítica es la cría de las terneras, ya que es cuando los animales dependen de una adecuada alimentación y cuidados especiales para asegurar su supervivencia y óptimo desarrollo. Además de ser costosa, esta fase se asocia con altos índices de mortalidad, en particular por problemas de nutrición.

Ante este problema, durante su Maestría en Ciencias Agrarias en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, el zootecnista Luis Felipe Argoty López evaluó mediante tres experimentos alternativas para mejorar la rentabilidad durante la cría, con dietas menos costosas pero con el aporte nutricional necesario para evitar problemas de crecimiento y desarrollo, clave en la crianza de reemplazo, cuando preparan a las terneras para que se conviertan en futuras vacas lecheras que renueven el hato y mantengan la productividad del sistema.

Foto. En Colombia cerca del 50 % de la producción de leche proviene de cruces de toros y cebús.

El Estudio

En la investigación se analizó el crecimiento y desarrollo ruminal (ingesta de alimento sólido) de 19 terneras Girolando F1 con edades entre 14 y 22 meses, en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias, municipio de Guacarí (Valle del Cauca).

Para el trabajo se hicieron 3 grupos de animales con sendos tratamientos. A los del primer grupo (grupo control) se le suministraron 4 litros de leche al día, repartidas en dos tomas, y concentrado comercial; al segundo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento experimental; y al tercer grupo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento comercial. A todos los tratamientos se les suministró pasto pangola y agua a voluntad.

Sobre el alimento experimental, el investigador explica que “hicimos ajustes dentro de la proteína, la pusimos un poco más disponible dentro de la dieta de las terneras, usamos soya, maíz, algunos cereales, premezclas, un promotor de crecimiento ruminal y lo que utilizan todos los alimentos concentrados, porque el reto era hacer un concentrado experimental similar en composición al comercial, pero con algunas mejoras”.

Foto. El estudio se realizó con 19 terneras en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias (Valle del Cauca)

También recolectó muestras de sangre cada 15 días, para analizar metabolitos como proteína, albúmina, globulinas, calcio, betahidroxibutirato (BHB) y cortisol. Así mismo evaluó parámetros biométricos como edad, peso, circunferencia, altura, ganancia de peso, consumo promedio y conversión alimenticia. Cada variable evaluada se analizó estadísticamente a través de un modelo mixto de medidas repetidas.

Aunque en la ganancia de peso los resultados no arrojaron diferencias significativas entre los tratamientos, entre muestreo sí las hubo y se evidenció que la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal.

También se evidenció que “la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal”.

Foto. Con la raza Girolando se puede obtener una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas

El investigador destaca que, “este indicador sugiere que las terneras están desarrollando su rumen de forma óptima, lo cual es esencial para una digestión eficiente, y en última instancia para su futura capacidad de producir leche”.

También se registraron bajos niveles de cortisol en la sangre, una hormona que se libera en respuesta al estrés y puede afectar el crecimiento y la salud general del animal. Altos niveles de este indican que las terneras están experimentando estrés, lo que puede influir negativamente en su sistema inmunológico y reducir su capacidad de aprovechar nutrientes, afectando el desarrollo del rumen y la futura producción de leche.

“Si logramos que más productores opten por razas como la Girolando, tendríamos una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas, cuya adaptación a nuestras condiciones es limitada”, anota el magíster.

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