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La Clonación puede ayudar a la Ganadería a Incrementar su Productividad

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Un estudio dado a conocer durante la FAPESP Week London apunta a optimizar la generación de embriones viables, a mejorar la tasa de gestaciones exitosas y a obtener un ganado más productivo.

Científicos de Brasil están empezando a entender ciertos mecanismos que pueden llevar a lograr una mayor eficiencia en la clonación de animales bovinos, un paso importante con miras a incrementar la productividad de la ganadería. Los investigadores han hallado factores que determinan si un embrión clonado tiene o no potencial como para desarrollarse y que apuntan si la gestación será exitosa.

En la actualidad, la tasa de producción de embriones mediante clonación oscila entre el 35% y el 40%, índice al cual se lo considera satisfactorio y que se ubica cerca de la tasa de éxito de embriones generados in vitro. Sin embargo, tan sólo una pequeña fracción de las gestaciones de embriones clonados redunda en el nacimiento de terneros.

Un aumento de esta tasa constituiría una salida con miras a generar animales más productivos. Y una investigación en tal sentido se dio a conocer en la FAPESP Week London, que tuvo lugar durante los días 11 y 12 de febrero de 2019.

Desde el nacimiento de la oveja Dolly, en el año 1996 –fue el primer mamífero clonado de una célula somática adulta–, la clonación ha evolucionado bastante. Con todo, en el caso vacuno, la eficacia de esta técnica no hace posible su aplicación a gran escala.

“Cuando empecé a trabajar con clonación, a finales de la década de 1990 y comienzos de la década de 2000, la tasa de producción de embriones de clones era muy baja: se ubicaba entre el 3% y el 7%. Hoy en día es compatible con la de la fecundación in vitro, y a veces incluso es más alta. La tasa de gestación también es satisfactoria: se ubica entre el 25% y el 50%. Pero la pérdida gestacional es aún muy alta.

En una serie de trabajos que llevamos adelante junto a la iniciativa privada hasta el año 2008, de los casi mil embriones que transferimos a vacas, sólo 53 resultaron en terneros”, dijo Flávio Vieira Meirelles, docente de la Facultad de Zootecnia e Ingeniería de Alimentos de la Universidad de São Paulo (FZEA-USP).

Vieira Meirelles estudia maneras de mejorar los índices de éxito en los nacimiento de clones en el marco de un proyecto financiado por la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo – FAPESP mediante un convenio con el Biotechnological and Biological Sciences Research Council, del Reino Unido.

La clave para arribar a los resultados esperados puede estar en el descubrimiento de microvesículas presentes en células somáticas situadas dentro de los folículos, las estructuras que dan origen a los ovocitos [las células germinales femeninas], que a su vez originan los óvulos.

“Dentro de esas microvesículas se encuentran los factores ligados a la reprogramación de los ovocitos que controlarán la parte epigenética de las células [la activación o el silenciamiento de genes mediante procesos bioquímicos]. Ésta es una manera a través de la cual un ovocito adquiere la capacidad de convertirse en una célula con capacidad para reprogramar cualquier otra”, sostuvo el investigador.

Estas microvesículas podrán también detectarse en la sangre de las vacas preñadas de clones al comienzo de la gestación. Mediante el análisis de los micro-ARNs presentes en esas microvesículas, será posible determinar si una gestación cuenta con potencial como para llegar a buen puerto.

“Necesitamos saber qué está sucediendo para elevar la calidad de los embriones y así incrementar la cantidad de ejemplares que nacen sanos”, dijo.

La comprensión de este mecanismo abrirá el camino para que los embriones de clones sean tan eficientes como los generados mediante fecundación in vitro. A partir de allí será posible producir clones a gran escala. Las dificultades actuales hacen que se generen escasos reproductores mediante clonación, y de todos modos con un alto costo.

“A diferencia de las aves y los cerdos, que tienen bastante descendientes e intervalos de generación cortos, cada vaca sólo da a luz a un ternero por vez. Y el tiempo entre una generación y la otra es de entre tres y cinco años. Esto influye sobre la formación de una nueva población. El empleo de la biotecnología de la reproducción para generar poblaciones consistentes permitirá superar estos desafíos”, añadió.

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Un estudio revela el impacto del fuego en los suelos de los Andes peruanos

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Los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego.

En septiembre de 2018, un incendio arrasó casi dos mil hectáreas de matorral en el volcán Pichu Pichu, una zona de alto valor ecológico en los andes peruanos. A diferencia de los ecosistemas mediterráneos, donde la vegetación ha desarrollado estrategias para resistir el fuego, los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego. Un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), de España, y de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, en Perú, ha recogido y analizado muestras de suelo de la zona incendiada, a 3.700 metros de altitud, para comprender cómo estos frágiles ecosistemas responden a la perturbación por incendio.

Los resultados, publicados en la revista Spanish Journal of Soil Science, indican que, cuatro años después del incendio, la combustión de la vegetación y el suelo y la erosión han causado una grave pérdida de carbono orgánico, un elemento esencial para la fertilidad del suelo. “Los Andes peruanos no están preparados para los incendios”, advierte Jorge Mataix Solera, catedrático de la UMH y experto en edafología con más de treinta años de experiencia en la recuperación de suelos quemados. Mataix recalca que, si bien el fuego es una fuerza ecológica natural, sus efectos pueden variar mucho dependiendo del ecosistema. Según se desprende del análisis realizado, el suelo del Pichu Pichu se ha degradado física y químicamente tras el incendio, por lo que la regeneración del ecosistema será más difícil. Además, la erosión producida tras el incendio ha desencadenado más procesos degradativos, reduciendo por ejemplo el contenido de arcilla, lo que debilita aún más la estructura del suelo.

Uno de los problemas detectados en estos suelos áridos es su tendencia natural a repeler el agua debido al tipo de materia orgánica que, junto con su alto contenido de arena, es un fenómeno que persiste tras el incendio. Sin vegetación para retener la humedad y la repelencia al agua, ésta se desliza en la superficie en lugar de infiltrarse, lo que acelera la erosión del suelo. “Mientras que los suelos bien estructurados y evolucionados como los mediterráneos poseen una elevada capacidad de retención hídrica, los suelos volcánicos andinos, muy jóvenes y arenosos, tras la pérdida de materia orgánica en el incendio pierden la capacidad de retener agua” explica la investigadora de la UMH Minerva García Carmona. “Por eso es tan importante conocer las consecuencias del fuego en este tipo de suelos jóvenes y frágiles”, declara la experta, “y un factor determinante es cómo influyen las plantas en el suelo, que son las que conforman el material combustible en el incendio”.

El estudio se centró en dos especies nativas con un papel clave en el ecosistema: Berberis lutea, conocida como ‘palo amarillo del Perú’, y Parastrephia quadrangularis, llamada ‘Tola’. Los investigadores analizaron si el fuego había afectado de manera diferente a los suelos según la vegetación predominante. Descubrieron que en las zonas dominadas por el palo amarillo la degradación fue más severa. “Es una planta más grande, con mayor biomasa, lo que seguramente intensificó los efectos de la combustión en el suelo”, aclara García.

El equipo de investigadores de la UMH conoce bien las consecuencias de un incendio en los bosques mediterráneos, más resilientes al fuego por su evolución histórica con la presencia del fuego que ha llevado a desarrollar múltiples estrategias de resistencia y resiliencia. Ahora, sus descubrimientos en el volcán Pichu Pichu reafirman la evidencia de que los suelos volcánicos de la región de Arequipa, que de forma natural retienen menos agua, se pueden ver particularmente degradados con la presencia de incendios, lo que acrecenta su vulnerabilidad a esta perturbación.

El Pichu Pichu se encuentra en la zona volcánica central de los andes. Los investigadores de la UMH recogieron muestras de suelo a unos 3.700 metros sobre el nivel del mar, donde las precipitaciones, de apenas 385 mm anuales, se concentran en tres o cuatro meses del año. De manera que la región de Arequipa se considera un ‘desierto frío’ -las temperaturas van de los 4 a los 18 grados centígrados- y la vegetación se compone principalmente de matorral muy adaptado a la sequía extrema.

Debido a las escasas precipitaciones, el cinturón volcánico de los Andes es una fuente de agua crucial para las áreas adyacentes. “Si bien Pichu Pichu está dominado por matorral, las faldas de la montaña están también cubiertas a una cierta altitud de bosque y albergan una gran diversidad de especies animales y vegetales”, señala el profesor de la UMH. A las faldas del volcán, se encuentran los bosques de queñuales (Polylepis), cuyas especies endémicas del Perú se encuentran en peligro de extinción.

El investigador de la UNSA Lunsden Coaguila explica que “no es fácil tomar muestras de suelo a tanta altitud”. En el estudio, realizado en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA), ha sido crucial la colaboración de la Comunidad Campesina Polobaya y la de la Comunidad Campesina Pocsi, que han permitido el acceso a las áreas de toma de muestras. “También, hemos contado con el apoyo del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre de Arequipa”, relata el experto.

En Perú, la mayor parte de los incendios se producen de julio a octubre. El proyecto de vigilancia por satélite Queimadas registró un máximo histórico de 7.037 focos en septiembre de 2024. “En una región como Arequipa, situada en una zona desértica, comprender el papel de los suelos bajo nuevos regímenes de incendios es esencial para evaluar la resiliencia de estos ecosistemas frente al cambio climático”, afirma el investigador de la UMH.

Mataix opina que, cuanto más sepamos, más podremos ayudar a diseñar estrategias de prevención y de tratamiento postincendio que ayuden a mitigar los efectos del aumento de las temperaturas y de la sequía intensificada. “Es tan necesario en Perú como en España”, concluye el experto, “aunque el fuego es un fenómeno natural, la crisis climática está exacerbando estos fenómenos y debemos hacer todo lo posible para adaptar los ecosistemas a las nuevas circunstancias y hacerlos más resilientes”.

 

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