Un fragmento de cráneo de un herbívoro de hace un millón y medio de años, y que ha traído de cabeza a los paleontólogos desde hace dos décadas, pertenece a un ancestro de los búfalos de cuya leche se hace hoy el famoso queso italiano de ‘mozzarella’. Hasta ahora, no se había encontrado en Europa ni rastro de este género de bóvido en una época tan lejana en el tiempo, aunque sí los hay en Asia.
El hallazgo tuvo lugar en 1990, en el yacimiento de Venta Micena del municipio de Orce (Granada), uno de los más antiguos del continente. Desde entonces, el equipo que dirige Bienvenido Martínez-Navarro, del Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), ha estado tratando de averiguar a qué especie pertenecía lo poco que se encontró del animal: un fragmento del cráneo de 15 centímetros, bautizado como VM9000, que conservaba la parte frontal y el parietal.
Comido por una hiena
El resto había sido consumido por una hiena gigante de la especie ‘Pachycrotuta brevirostris’, especie de la que también se han encontrado restos.
El equipo, que publica esta semana su descubrimiento en la revista ‘Quaternary International’, ha tenido que realizar estudios comparativos con fósiles similares encontrados en Asia, África y Europa antes de adscribir el búfalo a la especie ‘Hemibos aff. gracilis’.
En Asia, se ha encontrado la misma especie y en la misma época en el yacimiento chino de Longdan (donde fue descrita en 2004) y en el subcontinente indio. En Italia hay fósiles similares, pero mucho más recientes, de hace 700.000 años.
El ‘Hemibos’ era más pequeño que los bisontes y, aunque aún no se conoce con exactitud su esqueleto, se estima que pesaba unos 400 kilos. En estos momentos, explica Martínez-Navarro, se están separando sus restos de los de un bisonte, que también han aparecido en Venta Micena. «Es un hallazgo importante porque es único en esta parte de Eurasia y con ello demuestra que la fauna de la Península Ibérica no estaba aislada, no era un ‘fondo de saco’ como se ha dicho a menudo, sino que era igual que en otros lugares lejanos de Asia y de África», argumenta el paleontólogo.
Para llegar a estas conclusiones, el investigador ha tenido que recorrer medio mundo. En un principio, recuerda, pensó que era un antílope de origen africano, dado que en estos yacimientos se han encontrado restos de animales de este continente. Gracias a la Fundación Leakey, viajó hasta Kenia para comparar su fragmento de cráneo con otros que se habían encontrado allí, observando que algo no cuadraba.
Durante una visita a Florencia, en 2002, se percató de que el fósil tenía similitudes con un bóvido primitivo hallado en Italia hacía un tiempo, una pista que le llevaría al Museo de Historia Natural de Londres, donde se guardan los hallazgos realizados en la India durante la colonización.
La prueba definitiva la consiguió viajando a China, donde se había encontrado en 2004 un resto de la misma especie. «Pocos huesos han dado para recorrer tantos kilómetros como los que yo he hecho por este trozo de cráneo», reconoce el científico, que por fin logró desvelar el secreto que escondía.
Fuente: El Mundo