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Canadá – Investigación Deduce que el Consumo de Lácteos Enteros Reduce la Tasa de Enfermedad Cardiovascular

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La ingesta de tres porciones al día de productos lácteos sin desnatar, como yogur, queso y leche, se asocia con índices más bajos de dolencias cardiovasculares y mortalidad, según un estudio observacional global llevado a cabo con más de 130.000 personas en 21 países.

Un nuevo estudio desmonta la idea de que lácteos como los quesos sean perjudiciales para la salud cardiovascular.  Pixabay

 Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de mortalidad en el mundo. Hasta ahora, la opinión generalizada era que la ingesta de lácteos enteros era desaconsejable para las personas que sufrían estas dolencias, pero una investigación liderada por la Universidad McMaster, en Canadá, pone esto en entredicho.

Los hallazgos contrastan con las pautas dietéticas actuales

Los resultados del trabajo, publicados en la revista The Lancet, indican que el grupo de personas que consumen tres dosis de lácteos sin desnatar al día tiene tasas más bajas de mortalidad y enfermedad cardiovascular, en comparación con el grupo de quienes toman menos de media porción diaria.

Los hallazgos son consistentes con metaanálisis observacionales previos y ensayos aleatorizados, pero contrastan con las pautas dietéticas actuales, que recomiendan consumir de dos a cuatro porciones de lácteos descremados por día y minimizar el consumo de leche, yogures o quesos enteros para prevenir enfermedades cardiovasculares.

Fomentar del consumo

Según el investigador Mahshid Dehghan, líder del trabajo, “los resultados muestran que los lácteos enteros son beneficiosos para la salud cardiovascular”. Por ello, “el consumo de estos productos no debería desaconsejarse e incluso debería fomentarse en países de bajos y medios ingresos, donde su ingesta es mucho menor que en Norteamérica o en Europa”.

El estudio prospectivo Urban Rural Epidemiological (PURE) incluyó datos de 136.384 personas de entre 35 y 70 años en 21 países. Las ingestas dietéticas se registraron al inicio de la investigación mediante cuestionarios de alimentos específicos de cada país. Los participantes fueron seguidos durante un promedio de 9,1 años. En este tiempo, hubo 6.796 muertes y 5.855 accidentes cardiovasculares importantes, señalan los autores.

En el trabajo se consideró que una porción estándar de lácteos era el equivalente a un vaso de leche (244 g), un yogur (244 g), una rebanada de queso (15 g), o una cucharadita de mantequilla (5 g).

El estudio incluyó datos de 136.384 personas de entre 35 y 70 años en 21 países.

El consumo de productos lácteos resultó más alto en Norteamérica (368 g por día, o más de cuatro porciones) y más bajo en Asia meridional, China, África y Asia sudoriental (147, 102, 91 y 37 gramos al día, respectivamente o menos de una porción de lácteos diaria).

Beneficios de algunas grasas

El equipo indica que se necesita más investigación para entender por qué los lácteos se asocian con niveles más bajos de enfermedades cardiovasculares. La recomendación de consumir lácteos desnatados se basa en un único marcador de riesgo cardiovascular, el colesterol LDL.

Sin embargo –añaden– algunas grasas saturadas pueden ser beneficiosas para la salud cardiovascular, y los productos lácteos también contienen compuestos saludables, incluidos aminoácidos específicos, grasas insaturadas, vitaminas K1 y K2, calcio, magnesio, potasio y probióticos.

Entre las limitaciones del estudio, los autores incluyen que las dietas fueron autoinformadas. Además, las medidas se realizaron al inicio del  trabajo, por lo que pudo haber cambios a lo largo de la investigación.

 

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La OMSA y la FAO instan a sus miembros a erradicar la Peste de los Pequeños Rumiantes

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La peste de los pequeños rumiantes (PPR), es una enfermedad devastadora que causa importantes pérdidas económicas y animales. Con tasas de morbilidad y mortalidad que pueden alcanzar el 100 % en poblaciones no expuestas previamente, esta enfermedad vírica altamente contagiosa representa una grave amenaza para ovejas, cabras y ciertas especies de rumiantes silvestres.

Más allá de su impacto en la sanidad animal, las pérdidas económicas asociadas a la PPR ascienden a unos 2.100 millones de dólares estadounidenses al año. Desde su identificación en 1942, la PPR se ha propagado a más de 70 países en África, Asia, Oriente Medio y Europa del Este, arraigándose en muchas regiones y representando una seria amenaza para los medios de vida y las economías frágiles. Esta enfermedad socava los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria y la nutrición, especialmente en zonas donde más de 330 millones de personas, principalmente pequeños agricultores y comunidades de subsistencia, dependen de los pequeños rumiantes.

Aún se requiere más trabajo para lograr la erradicación

La exitosa erradicación de la peste bovina en 2011, que demostró el poder de la colaboración y los esfuerzos concertados para proteger la sanidad animal y los medios de vida humanos, motivó a la comunidad veterinaria mundial a designar la PPR como la siguiente enfermedad prioritaria a erradicar, junto con la rabia transmitida por perros. En 2015, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lanzaron la Estrategia Global de Control y Erradicación de la PPR (PPR GCES, por sus siglas en inglés)  , con el ambicioso objetivo de erradicar la enfermedad para 2030.

Durante los 10 años transcurridos desde el lanzamiento de la estrategia PPR GCES, se han logrado avances significativos. Entre las iniciativas se incluyen la implementación del Proyecto Regional de Apoyo al Pastoralismo en el Sahel (PRAPS)  , varios proyectos financiados por la Unión Europea, proyectos de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa de EE. UU. (DTRA), y el lanzamiento del Programa Panafricano para la Erradicación de la PPR y el Control de Otras Enfermedades Prioritarias de los Pequeños Rumiantes  . Sin embargo, aún queda mucho por hacer.

La propagación continua de la PPR hacia nuevas regiones y su arraigo en áreas endémicas, agravados por el acceso limitado a servicios veterinarios en comunidades marginadas, siguen siendo grandes desafíos para su eliminación. Superar estos obstáculos es esencial para lograr la erradicación de la PPR, proteger los medios de vida y reforzar la seguridad alimentaria de algunas de las poblaciones más vulnerables del mundo. Es imperativo mantener un esfuerzo global sostenido y coordinado para garantizar el éxito de la estrategia PPR GCES y fortalecer la resiliencia de las comunidades que dependen de los pequeños rumiantes.

Un compromiso con la colaboración global

Los pequeños rumiantes suelen ser el recurso más importante, y en algunos casos el único, del que dependen ciertas poblaciones vulnerables para sobrevivir. La erradicación de la PPR abriría oportunidades económicas tanto a nivel nacional como internacional, contribuyendo al crecimiento y la estabilidad. Las ovejas y las cabras desempeñan un papel esencial en la vida de muchos agricultores, especialmente mujeres y jóvenes, quienes a menudo están subrepresentados en los espacios públicos y de toma de decisiones.

Desde el inicio de la estrategia PPR GCES, ha quedado claro que los brotes pueden gestionarse y que se puede desarrollar una inmunidad colectiva mediante el establecimiento de mecanismos nacionales de financiación para actividades clave de prevención de enfermedades animales, la promulgación de políticas y normativas favorables, la inversión en la producción de vacunas y diagnósticos para la PPR, y la concienciación y formación sobre tecnologías de prevención y control.

Para tener éxito, los esfuerzos de erradicación deben seguir una estrategia bien diseñada y coordinada, respaldada por una infraestructura sólida y la inversión en el personal veterinario. Estos esfuerzos deben priorizarse y reconocerse como un bien público internacional mediante un compromiso político firme y la movilización de recursos. La OMSA y la FAO instan a sus Miembros a seguir comprometidos con la inversión en enfoques.

¿Qué es la peste se pequeños rumiantes?

La peste de pequeños rumiantes (PPR) es una enfermedad vírica causada por un morbilivirus estrechamente relacionado con el virus de la peste bovina que afecta a caprinos y ovinos y a algunos parientes silvestres de pequeños rumiantes domésticos, así como a los camellos. Se identificó por primera vez en Côte d’Ivoire en 1942.

Se caracteriza por tasas de morbilidad y mortalidad significativas, y tiene un alto impacto económico   en zonas de África, Oriente Medio y Asia, donde los pequeños rumiantes contribuyen a garantizar la subsistencia.

Los animales afectados presentan una fiebre alta y depresión, junto con secreciones en los ojos y las fosas nasales. Los animales no pueden comer, ya que la boca se cubre de dolorosas llagas erosivas y sufren de neumonía y diarrea graves, que llevan, con frecuencia, a la muerte.

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