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Claves de manejo para el control de parásitos en planteos pastoriles

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Desde el INTA Balcarce advierten sobre los efectos de la presencia de larvas infectivas en las pasturas y brindan recomendaciones sanitarias.

Los bovinos, en las distintas etapas de cría y recría, están expuestos a pasturas con presencia de larvas infectivas de parásitos. A esta problemática se le suma que estos animales todavía no tienen su sistema inmune del todo desarrollado, por lo tanto son más susceptibles a estas parasitosis.

 Es por esto que el control parasitario es de vital importancia para que no se vea afectada la performance productiva de estos animales. Las pérdidas pueden variar, dependiendo de la severidad del problema, desde la mortandad de animales hasta pérdidas subclínicas en la producción de carne, con significativos efectos sobre el desarrollo corporal y funcional de las hembras (futuras vaquillonas) e impacto directo sobre cantidad, calidad y rendimiento de la res de los machos faenados.

Son muchas las especies de nematodos que afectan a los bovinos, pero solo algunas revisten relevancia desde el punto de vista productivo: Ostertagia, Cooperia, Trichostrongylus y Haemonchus. Estos son parásitos gastrointestinales con alta prevalencia, poblaciones elevadas y gran patogenicidad, los cuales presentan una fase de vida libre (en el medio ambiente) y una fase de vida parasitaria (en el animal).

El tratamiento antiparasitario específico para evitar la inhibición de Ostertagia es recomendable realizarlo a mediados de noviembre.

En este contexto, el estudio de la epidemiología parasitaria es relevante ya que permite interrelacionar factores parasitarios, del medio ambiente y del hospedante, que provocan variaciones estacionales de las poblaciones parasitarias en el medio ambiente y en el animal, y de esta manera conocer los momentos de mayor riesgo.

En sistemas tradicionales de cría y recría de bovinos, los terneros recién destetados se infectan por larvas presentes en el forraje provenientes del año anterior, que sobrevivieron al verano en las deposiciones fecales, y que son diseminadas en el pasto por las primeras lluvias de otoño. Los animales ingieren las larvas infectivas con el pasto, desarrollan en el ternero, y estos ponen huevos.

Debido a la escasa inmunidad de los terneros se produce un importante aumento de la carga parasitaria en el ambiente. El nivel de contaminación de los forrajes llega a su pico máximo entre julio y septiembre. Este ciclo se repite varias veces elevándose la carga de parásitos dentro del animal que originan las mayores pérdidas de peso junto con una mayor frecuencia de casos clínicos durante el invierno, proceso agravado por el estado nutricional de los animales debido a cantidad y calidad del forraje disponible.

Durante la primavera la infestación de las pasturas disminuye a raíz de un efecto de dilución ejercido por el crecimiento del pasto. En este período, el parásito Ostertagia spp. entra, en su gran mayoría, en una fase inhibida dentro del hospedante (hipobiosis). Esta característica, que lo diferencia del resto de los nematodos gastrointestinales, permite permanecer en el animal protegido de las situaciones climáticas desfavorables en el exterior.

Durante el verano cuando la infectividad de las pasturas se reduce por acción de las altas temperaturas y la baja humedad, comienza la desinhibición de las larvas que permanecieron dentro del animal. Esto ocurre normalmente en forma gradual o por el contrario, masivamente, donde un gran número de larvas puede determinar la presentación subclínica poniendo en riesgo la ganancia de hasta 30 kg de peso vivo o de manera clínica, con la presentación de muertes agudas.

El tratamiento antiparasitario específico para evitar la inhibición de Ostertagia es recomendable realizarlo a mediados de noviembre. Esto previene que la mayor cantidad de larvas reanuden su desarrollo al final del verano. En este marco es importante resaltar que no todos los fármacos son eficaces en presencia de larvas en estado de hipobiosis por lo que será necesario tener en cuenta este aspecto.

Es así que las ivermectinas poseen gran eficacia y menor resistencia que otros fármacos, por lo que se recomienda su aplicación. Este manejo disminuye la probabilidad de presentar cuadros agudos, con mortandades o daños abomasales irreparables y también evita la contaminación de las pasturas ya que las larvas inhibidas constituyen el pie de infección para el próximo año productivo.

A continuación se delinean algunas acciones generales de manejo y control para tratar de reducir el impacto de las parasitosis gastrointestinales:

  • Realizar monitoreo de la carga parasitaria de los animales, mediante HPG mensual, en las épocas críticas (otoño-invierno) para evaluar si es necesaria la aplicación de antihelmínticos. Esto principalmente en las categorías más susceptibles, recría e invernada.
  • Evaluar la eficacia de los tratamientos realizando HPG a 10 animales del lote a los 15 días post tratamiento y coprocultivo pre y post tratamiento para conocer los géneros que sobreviven o evaluar fallas.
  • Alternar el uso de drogas antihelmínticas que están resultando efectivas, según época del año o recomendación veterinaria, para evitar o reducir el impacto que está teniendo la resistencia por parte de los parásitos a los antiparasitarios utilizados rutinariamente. Tener en cuenta que desde el destete (marzo) hasta pasar la época crítica de parasitosis (agosto) puede haber hasta 3 ciclos de vida de parásitos, por lo que las desparasitaciones deben ser estratégicas y teniendo siempre en cuenta a la primera desparasitación como día 0.

El manejo integral y control parasitario debe ser una prioridad en los sistemas de invernada pastoril, ya que el problema no recae solo en las pérdidas por muertes y/o tratamientos para animales afectados, sino que las pérdidas subclínicas a nivel rodeo son de gran relevancia, pudiéndose perder de 20 a 30 kg por animal, lo que afecta significativamente el resultado productivo final del establecimiento.

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La OMSA y la FAO instan a sus miembros a erradicar la Peste de los Pequeños Rumiantes

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La peste de los pequeños rumiantes (PPR), es una enfermedad devastadora que causa importantes pérdidas económicas y animales. Con tasas de morbilidad y mortalidad que pueden alcanzar el 100 % en poblaciones no expuestas previamente, esta enfermedad vírica altamente contagiosa representa una grave amenaza para ovejas, cabras y ciertas especies de rumiantes silvestres.

Más allá de su impacto en la sanidad animal, las pérdidas económicas asociadas a la PPR ascienden a unos 2.100 millones de dólares estadounidenses al año. Desde su identificación en 1942, la PPR se ha propagado a más de 70 países en África, Asia, Oriente Medio y Europa del Este, arraigándose en muchas regiones y representando una seria amenaza para los medios de vida y las economías frágiles. Esta enfermedad socava los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria y la nutrición, especialmente en zonas donde más de 330 millones de personas, principalmente pequeños agricultores y comunidades de subsistencia, dependen de los pequeños rumiantes.

Aún se requiere más trabajo para lograr la erradicación

La exitosa erradicación de la peste bovina en 2011, que demostró el poder de la colaboración y los esfuerzos concertados para proteger la sanidad animal y los medios de vida humanos, motivó a la comunidad veterinaria mundial a designar la PPR como la siguiente enfermedad prioritaria a erradicar, junto con la rabia transmitida por perros. En 2015, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lanzaron la Estrategia Global de Control y Erradicación de la PPR (PPR GCES, por sus siglas en inglés)  , con el ambicioso objetivo de erradicar la enfermedad para 2030.

Durante los 10 años transcurridos desde el lanzamiento de la estrategia PPR GCES, se han logrado avances significativos. Entre las iniciativas se incluyen la implementación del Proyecto Regional de Apoyo al Pastoralismo en el Sahel (PRAPS)  , varios proyectos financiados por la Unión Europea, proyectos de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa de EE. UU. (DTRA), y el lanzamiento del Programa Panafricano para la Erradicación de la PPR y el Control de Otras Enfermedades Prioritarias de los Pequeños Rumiantes  . Sin embargo, aún queda mucho por hacer.

La propagación continua de la PPR hacia nuevas regiones y su arraigo en áreas endémicas, agravados por el acceso limitado a servicios veterinarios en comunidades marginadas, siguen siendo grandes desafíos para su eliminación. Superar estos obstáculos es esencial para lograr la erradicación de la PPR, proteger los medios de vida y reforzar la seguridad alimentaria de algunas de las poblaciones más vulnerables del mundo. Es imperativo mantener un esfuerzo global sostenido y coordinado para garantizar el éxito de la estrategia PPR GCES y fortalecer la resiliencia de las comunidades que dependen de los pequeños rumiantes.

Un compromiso con la colaboración global

Los pequeños rumiantes suelen ser el recurso más importante, y en algunos casos el único, del que dependen ciertas poblaciones vulnerables para sobrevivir. La erradicación de la PPR abriría oportunidades económicas tanto a nivel nacional como internacional, contribuyendo al crecimiento y la estabilidad. Las ovejas y las cabras desempeñan un papel esencial en la vida de muchos agricultores, especialmente mujeres y jóvenes, quienes a menudo están subrepresentados en los espacios públicos y de toma de decisiones.

Desde el inicio de la estrategia PPR GCES, ha quedado claro que los brotes pueden gestionarse y que se puede desarrollar una inmunidad colectiva mediante el establecimiento de mecanismos nacionales de financiación para actividades clave de prevención de enfermedades animales, la promulgación de políticas y normativas favorables, la inversión en la producción de vacunas y diagnósticos para la PPR, y la concienciación y formación sobre tecnologías de prevención y control.

Para tener éxito, los esfuerzos de erradicación deben seguir una estrategia bien diseñada y coordinada, respaldada por una infraestructura sólida y la inversión en el personal veterinario. Estos esfuerzos deben priorizarse y reconocerse como un bien público internacional mediante un compromiso político firme y la movilización de recursos. La OMSA y la FAO instan a sus Miembros a seguir comprometidos con la inversión en enfoques.

¿Qué es la peste se pequeños rumiantes?

La peste de pequeños rumiantes (PPR) es una enfermedad vírica causada por un morbilivirus estrechamente relacionado con el virus de la peste bovina que afecta a caprinos y ovinos y a algunos parientes silvestres de pequeños rumiantes domésticos, así como a los camellos. Se identificó por primera vez en Côte d’Ivoire en 1942.

Se caracteriza por tasas de morbilidad y mortalidad significativas, y tiene un alto impacto económico   en zonas de África, Oriente Medio y Asia, donde los pequeños rumiantes contribuyen a garantizar la subsistencia.

Los animales afectados presentan una fiebre alta y depresión, junto con secreciones en los ojos y las fosas nasales. Los animales no pueden comer, ya que la boca se cubre de dolorosas llagas erosivas y sufren de neumonía y diarrea graves, que llevan, con frecuencia, a la muerte.

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