Es del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina (INTA) con sede en la ciudad de Rafaela (Santa Fe). Este proyecto forma parte de una investigación en donde los animales eligen «voluntariamente» el momento del ordeño, realizado por un brazo hidráulico que detecta las ubres.
Al igual que otros rubros típicos de la agricultura argentina, la escena clásica del tambo (establo lechero) está a punto de cambiar. Ya funciona con éxito en la ciudad de Rafaela, meca de la lechería santafesina, la primera lechería robotizada de la Argentina, y el único de Latinoamérica a cargo de una institución pública científica, en este caso el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Se trata de un proyecto de investigación cuyo objetivo es evaluar la sustentabilidad económica, ambiental y social de un «Sistema de Ordeño Voluntario», de base pastoril, realizado junto a la empresa suiza DeLaval, especializada en insumos de este rubro industrial. Jorge Villar, director del INTA Rafaela, dijo que no se trata sólo del robot sino de un proyecto de investigación más amplio y de largo plazo. Según expuso, con este sistema investigarán también tecnologías agrícolas-forrajeras, gestión ambiental, bienestar animal, manejo sanitario, reproductivo y alimenticio, inocuidad y calidad de la leche.
En los tambos tradicionales, la rutina de ordeño a cargo del productor suele ser dos veces al día, bajo cualquier condición climática. En la modalidad robótica, se modifica por completo la forma de producción: las vacas son las que eligen «voluntariamente» el momento en que serán ordeñadas, atraídas con diferentes incentivos: alimento, agua, confort en determinadas horas. Hoy el tambo robótico funciona bajo un esquema de pastoreo de alfalfa y corrales de alimentación. Una vez que las vacas arriban, deambulan por puertas inteligentes y,en función de ciertas decisiones técnicas, derivan al ordeño o a otras áreas, sea pastoreo o suministro de raciones. El robot mide la producción, entrega alimentos y hasta detecta problemas de mastitis, aunque lo principal es el ordeñe. A través de un brazo hidráulico, se ocupa de manera mecánica de lavar los pezones, colocar las pezoneras, retirarlas una vez terminado el proceso y desinfectar las ubres, todo gracias a una cámara y un láser que identifica las ubres.
Los investigadores apuntan a la cantidad pero también a la calidad. Por eso cada extracción viene de la mano de una medición de los atributos de la leche obtenida, que se supone será superior pues las vacas padecen menos estrés. Los datos de producción y movimiento de animales son guardados y procesados por un software que puede ser usado en celulares como aplicación, para facilitar el monitoreo, o ser seguido por Internet las 24 horas. «Tenemos necesidad de ideas innovadoras que mejoren los escenarios actuales», recalcó Villar, cuando mostró los primeros resultados al público, tras tres meses de pruebas y análisis.
La unidad instalada tiene una producción de leche de 30 litros diarios en promedio, con un rango de 2,6 a 2,9 visitas diarias al robot por parte de las 40 vacas. La próxima etapa del proyecto supone el incremento del rodeo a 70 u 80 vacas para el otoño de 2016. El objetivo es que, para 2021, los indicadores que obtengan, comparados con los registros de tambos convencionales, permita lanzar el robot de ordeñe al mercado.
Un interrogante se centra en qué sucederá con la mano de obra si se sigue intensificando el proceso robótico en la lechería, que funciona las 24 horas. «Esta tecnología no remplaza a la gente, sino que modifica favorablemente las condiciones de trabajo -enfatiza Miguel Taverna, coordinador del equipo técnico–. El trabajo de las personas es imprescindible para el funcionamiento del sistema. Y gracias a la tecnología, el operario podrá centralizarse en tareas de gestión, manejo alimenticio, de pasturas, salud y reproducción.» «
Tecnología y Recambio Generacional
La robótica aplicada al ordeño es una tecnología con más de 20 años de desarrollo y en la actualidad la adoptan unos 24 mil tambos en todo el mundo, casi todos privados, que ordeñan dos millones de vacas. Sin embargo, su aplicación en tambos pastoriles intensivos es reciente y de mayor complejidad. Miguel Taverna, coordinador del equipo técnico, enumera las ventajas del «Sistema de Ordeño Voluntario»: la sustentabilidad, el bienestar animal y también el recambio generacional en el sector. A la búsqueda de personal acudieron 107 personas de menos de 35 años, prácticamente todos con formación terciaria o universitaria. Fue el caso de Alejandro y Gonzalo, los dos seleccionados. «Es una tecnología que se duplicará en el próximo lustro», expresó Ezequiel Cabona, responsable de DeLaval en la Argentina.
40 VACAS
Con esa cantidad de animales trabaja la unidad, en un sistema pastoril intensificado con tres sectores de alimentación: dos de pastoreo directo y uno donde se distribuye una ración mezclada.