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Wagyu: Raza Vacuna Japonesa Puede Mejorar la Producción de Carne Argentina

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Los Wagyu, famosos por su grasa intramuscular, ya se crían en la Argentina y podrían ser utilizados en el cruzamiento genético para mejorar el marmoreo de las razas locales.

Hace apenas dos meses llegó a la Argentina la primera importación de carne de bovinos de la raza Wagyu, proveniente de Japón. Fueron tan sólo 28 kilos pero llamaron la atención por considerarse un producto muy exclusivo y con un altísimo valor, que puede ascender a unos 200 dólares por kilo. Se trata de una genética que el país oriental cuida con recelo, pero que también se produce en otras regiones, incluso en la Argentina, y que puede servir como una herramienta para mejorar la calidad.

“Esta carne se ha vuelto famosa por poseer mucha grasa intramuscular. Es una característica genética natural que le aporta una jugosidad, un sabor y una terneza muy particular. Además de tener más grasa, respecto de las razas europeas, tiene una composición diferente, con más ácido oleico, que aporta beneficios para la salud humana”, comentó Andrés Rogberg, docente de la cátedra de Mejoramiento Genético Animal de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), investigador del CONICET y criador de la raza Wagyu.

Rogberg se refirió a los orígenes de estos vacunos. Al respecto, indicó que Japón considera al ganado Wagyu como un “tesoro nacional”. Recién en la década de 1970 salieron de ese país los cuatro primeros toros de la raza, en el marco de un proyecto de colaboración académica con Estados Unidos. A partir de los ´90 comenzaron a ingresar animales de manera más masiva, importados por empresas japonesas radicadas en EE.UU. Así fue creciendo la producción en el continente americano, que se extendió a Canadá luego a llegó Australia, donde hoy existen los rodeos más importantes de Wagyu fuera de su lugar de origen. América latina importó por primera vez semen y embriones de estos bovinos a comienzos de 2000, con destino a la Argentina, Uruguay, Brasil y Chile.

En la Argentina actualmente existe una producción incipiente de ganado Wagyu, en general cruza con Angus, Holando o Brangus. Los productos se venden en restaurantes exclusivos de Buenos Aires, donde un corte puede costar alrededor de 2000 pesos. Además, la apertura de las exportaciones puede significar una oportunidad de crecimiento para los productores, aunque, según consideró Rogberg, habrá que trabajar mucho para alcanzar los volúmenes de producción necesarios.

El investigador de la FAUBA se refirió al caso de Uruguay, donde se necesitaron unos 10 años para consolidar el volumen que demanda el marcado externo. En este caso, los productores reciben un sobreprecio por calidad, llegando a cobrar entre 5 y 5,4 dólares el kilo, en comparación con los 3 – 3,7 dólares que cobran por la carne de otras razas. “Hoy se está pensando como una alternativa a la Cuota 481 para la Unión Europea”, adelantó, en relación al país vecino.

Máxima calidad

“Creo que la Argentina tiene un valor agregado por la fama de su carne, que es una marca en el mundo”, consideró Rogberg en diálogo con el sitio de divulgación científica Sobre la Tierra, y señaló que en nuestro país se podrían plantear dos modelos de producción: Podría apuntarse a lograr un producto de gran calidad, como trabajan los japoneses, con mucha grasa intramuscular, o utilizar la genética como una herramienta para el marmoleo, cruzada con otras razas.

“De cualquier modo, el Wagyu permite incorporar grasa intramuscular a la carne, y para lograrlo necesita un sistema de producción adecuado. Si partimos de una buena genética, generamos una cruza con razas que tengan un potencial de marmoleo y le ofrecemos una dieta adecuada, podemos lograr una excelente calidad”, aseguró. Además de la cruza con Angus, dijo que se lograron buenos resultados con Holando, porque también posee una capacidad natural de marmolear, además de aportar un gran tamaño. De hecho los japoneses utilizan esta cruza para el consumo interno.

Para obtener un alto marmoleo se requiere una alimentación especial y costosa. Los japoneses engordan a sus animales entre 400 y 600 días en feedlot y los faenan cuando tienen alrededor de 30 meses. No obstante también se puede diseñar una dieta como la de la mayoría de los sistemas argentinos, con una terminación de entre 90 y 120 días en el feedlot. “Con esta estrategia se pueden obtener dos puntos más de marbling (marmoleo) que en otras razas. Incluso en un sistema 100% pastoril, con el Wagyu también se puede aumentar la grasa intramuscular, que impacta en una mejora de la calidad y del rendimiento carnicero”, afirmó.

En todos los casos es importante cuidar la alimentación desde el primer momento, debido a que “los adipocitos (células encargadas de almacenar energía en forma de grasa) se generan durante los tres últimos meses de gestación y el primer año de vida”, y eso repercute fuertemente en la conformación de la grasa intramuscular.

En la Argentina hay muchos ganaderos que buscan producir animales con más marmoleo, con la mira puesta en un futuro, cuando la carne también se pague en función de la calidad, como sucede en otros países. “Casi todos los sistemas de evaluación en el mundo consideran el marbling como un atributo de valor, que a la vez genera un precio diferencial. Pero para lograrlo, hay que avanzar en un proceso de mejorar genética que lleva años de trabajo”, concluyó.

 

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Colombia trabaja para declarar región como «Libre de Fiebre Aftosa sin vacunación»

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Desarrollan vacuna contra el virus de la fiebre aftosa con tecnología innovadora

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El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina (INTA), el National Research Council de Canadá (NRCC) y Bioinnovo –empresa de base tecnológica conformada por el INTA y Vetanco SA– trabajan con la primera vacuna contra el virus de la fiebre aftosa que no utiliza material infectivo en su proceso de manufactura. Se trata de un hito de relevancia mundial.

La fiebre aftosa es la primera barrera en la comercialización internacional de productos agropecuarios. Los brotes de la enfermedad tienen un gran impacto económico y social a nivel global. Se estima que en las regiones endémicas las pérdidas anuales asociadas a esta enfermedad son de entre 8,4 y 27,3 billones de dólares.

Recientemente se reportaron brotes en animales salvajes en Alemania y en bovinos en Israel, que confirman los riesgos e importancia de contar con estrategias preventivas para esta enfermedad. Para prevenirla existen vacunas efectivas que emplean material infectivo en el proceso de producción. Muchos países deciden no tener plantas productivas de la vacuna dentro de sus territorios o prohíben trabajar con cepas diferentes a las de circulación regional, restringiendo la producción al mercado local.

Por esto, Bioinnovo –empresa de base orientada a la salud animal con más de diez años de trayectoria formada entre el INTA y Vetanco S.A.– es decir, “se puede producir en instalaciones convencionales utilizando los mismos equipos y tecnologías que los ya empleados en la fabricación de cualquier vacuna que utilice células de mamíferos en su proceso productivo”, explicó Andrés Wigdorovitz, director de INCUINTA y Bioinnovo.

“Se trata de una solución segura, eficaz y con perspectivas de posicionarse como una alternativa superadora en cuanto a requerimientos de seguridad y versatilidad”, aseguró Wigdorovitz. “Es la primera vacuna contra la fiebre aftosa en células de mamífero en no utilizar material infectivo en ninguna etapa del proceso productivo”, agregó, y destacó que “el proyecto de una vacuna recombinante para el tratamiento de la fiebre aftosa comenzó hace más de diez años en el Instituto de Virología y fue protegida por una patente a fines del año 2022”.

Por su parte, Marianela Dalghi, investigadora en Bioinnovo y responsable actual de liderar el proyecto, indicó: “Su fórmula basada en cápsides vacías recombinantes (o VLPs, del inglés Virus-Like Particles) hace que no sean necesarios procesos exhaustivos de purificación para eliminar proteínas no estructurales del virus y permite fácilmente discriminar animales infectados de vacunados (DIVA)”.

En ese sentido, al no utilizar virus infectivo en ninguna de las etapas de producción, “la fabricación de nuestra vacuna no está sujeta a las limitaciones nacionales e internacionales de manejo de cepas virales”, subrayó Dalghi. Además, destacó que “ofrece gran potencial para diversificar los portfolios vacunales, alcanzar nuevos mercados, expandir los bancos de antígeno, potenciar la capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias en el país y agilizar el desarrollo de vacunas contra cepas virales emergentes”.

En los últimos dos años de trabajo, Bioinnovo logró validar la tecnología desarrollada a escala preindustrial, y avanzar en la elaboración de la documentación necesaria para su registro.

Se está trabajando, en esta etapa, en la búsqueda de un socio internacional. “Este trabajo se está realizando en forma articulada con Cancillería de la Nación de forma muy alentadora, para llevar la tecnología a la etapa de lanzamiento comercial dentro de 2 a 4 años, y con un producto que sea innovador, seguro y tan eficaz como las mejores vacunas disponibles actualmente”. subrayó Wigdorovitz

Por su parte, Jorge Winokur, presidente de Bioinnovo y Vetanco, declaró: “Desde Bioinnovo y su socio comercial Vetanco seguimos invirtiendo en plataformas de vacunas bioseguras para abastecer al mundo en el control de brotes de variantes exóticas”.

Esta política de manipulación segura de materiales va acompañada de los productos de la plataforma Biotech para inmunidad de las mucosas y la línea Vedevax de vacunas dirigidas. Y añadió: “Estamos orgullosos de contar con un equipo comprometido de investigadores, innovadores y técnicos”.

Nueva tecnología

La metodología actual que se empleó para producir nuestra vacuna recombinante se basa en el crecimiento en un biorreactor de las células de mamífero CHOBRI TM que contienen la información para producir de manera inducible VLPs del virus de la fiebre aftosa.

La estrategia de optimización de la producción inducible de VLPs que se desarrolló ha sido patentada por el INTA en conjunto con el NRCC.

Los biorreactores que se utilizan son los mismos que se usan en la producción de vacunas antiaftosa para replicar a las partículas virales infectivas en células de mamífero BHK-21. Luego de que las células alcanzan una masa crítica de crecimiento, se induce la expresión de las VLPs utilizando cumato, un compuesto químico que no es tóxico y es ampliamente accesible.

Después del período de inducción, se colectan las células y se lisan, y posteriormente se somete al lisado celular a procesos de purificación. Finalmente, se adicionan adyuvantes y excipientes de modo de obtener la formulación final, a la cual se le realizan los más estrictos controles de calidad.

Premio a la solución innovadora

Entre más de 1.500 postulantes, el proyecto desarrollado en conjunto por el Consejo Nacional de Investigación de Canadá (NRCC) y el INTA, actualmente liderado y financiado por Bioinnovo, ganó la 15° edición (2024) del Concurso de Soluciones Innovadoras Banco Nación, organizado por la Fundación Empretec.

Este premio destacó la vacuna innovadora para prevenir la fiebre aftosa que utiliza cápsides vacías y genes recombinantes sintéticos, eliminando la necesidad de material infeccioso.

Este premio no sólo reconoció un avance científico-tecnológico sino también el esfuerzo de trabajo en equipo y compromiso para crear soluciones con impacto positivo a nivel mundial.

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