Según Estimaciones de la FAO y la Ocde la Covid-19 tendrá Efectos sobre el Mercado Mundial de Lácteos

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Así lo señala el estudio “Perspectivas agrícolas 2021-2030”, de la FAO y Ocde, donde indica que las restricciones impuestas por la pandemia afectarán a los productos lácteos como el queso, que suelen consumirse fuera del hogar (por ejemplo, en hamburguesas y pizzas). Al mismo tiempo, podría darse un cambio hacia la cocina y la repostería caseras, así como una mayor concentración en alimentos que los consumidores perciben como integrales o saludables.

La pandemia también disminuyó el nivel general promedio del PIB en muchos países, lo cual tiene implicaciones para el sector de los lácteos, ya que un consumo creciente de este tipo de productos está ligado al aumento de los ingresos per cápita en muchas regiones. Tampoco quedan claros los efectos de una recuperación mundial escalonada, ya que puede haber implicaciones más duraderas para las cadenas de suministro que abarcan diversas regiones.

Los flujos comerciales de lácteos podrían resultar considerablemente afectados por los cambios en el entorno comercial. Hasta la fecha, India y Pakistán, los grandes países consumidores de lácteos, no se han integrado en el mercado internacional de dichos productos, ya que se estima que la producción nacional aumentará con rapidez para responder a la creciente demanda interna.

Las futuras inversiones en la infraestructura de la cadena de refrigeración en estas regiones incrementarán su autosuficiencia en este sector. Países como Polonia, Ucrania y en especial Bielorrusia podrían también surgir como participantes en el mercado mundial, ya que tienen insumos agrícolas favorables (terrenos llanos, un clima ideal, costos competitivos de mano de obra y forraje) y están cerca de los mercados tradicionales de productos lácteos, señala el informe.

Así mismo, indica que el papel de los sustitutos de origen vegetal de los productos lácteos (por ejemplo, bebidas de soya, almendra, arroz y avena) en el sector de líquidos lácteos se incrementó en muchas regiones, por ejemplo en América del Norte, Europa y Asia Oriental. Los sustitutos disponibles siguieron expandiéndose más allá de las opciones tradicionales y se ramificaron en varios frutos secos, leguminosas y otros cultivos.

Las tasas de crecimiento de los sustitutos de origen vegetal de los productos lácteos son fuertes, aunque a partir de una base baja; sin embargo, hay visiones en conflicto respecto de su impacto y sus beneficios ambientales relacionados para la salud. Los sustitutos populares, como las bebidas de almendra y de soya han sido cuestionados en materia de la sostenibilidad ambiental, una medida que más consumidores consideran otros problemas ambientales aparte de las emisiones de GEI, como el uso del agua y la deforestación.

No obstante, el informe indica que la producción mundial de leche (alrededor de 81 % de vaca, 15 % de búfala y 4 % de cabra, oveja y camella combinadas) crecerá 1.7 % anual durante el periodo de proyección (a 1 020 millones de toneladas en 2030, un ritmo más rápido que la mayoría del resto de productos agrícolas básicos). El crecimiento previsto del número de animales productores de leche (1.1 % anual) es más alto que el crecimiento promedio previsto del rendimiento (0.7 %), ya que se espera que los rebaños crezcan más rápido en los países con rendimientos más bajos y con rebaños compuestos por animales con menor rendimiento (es decir, cabras y ovejas).

Se espera que la proporción de productos lácteos frescos en el consumo mundial aumente durante esta década debido al fuerte crecimiento de la demanda en India, Pakistán y África, impulsado por incrementos en los ingresos y la población.

En los países desarrollados, el consumo per cápita crecerá modestamente, de 23.6 kg en 2018-2020 a 25.2 kg en 2030, en comparación con el incremento de 10.7 kg a 12.6 kg en los países en desarrollo. Las preferencias de consumo en los países desarrollados se inclinan a los productos procesados, en tanto que en los países en desarrollo los productos lácteos frescos comprenden más de 75 % del consumo promedio per cápita de productos lácteos.

La legislación ambiental podría causar una fuerte repercusión en la evolución futura de la producción de lácteos. Las emisiones de GEI provenientes de las actividades relacionadas con su producción constituyen un alto porcentaje de las emisiones totales de algunos países (por ejemplo, Nueva Zelandia e Irlanda) y cualquier cambio en políticas relacionadas podría afectar a la producción de lácteos.

La creciente tendencia hacia las prácticas sostenibles como el acceso al agua y la gestión de estiércol son áreas adicionales en las que los cambios en las políticas públicas podrían influir. No obstante, una legislación ambiental más estricta podría ayudar a buscar soluciones innovadoras que mejoren la competitividad del sector a largo plazo.

La producción mundial de leche podría limitarse debido a fenómenos climáticos imprevistos, en especial porque esto concierne a la producción de leche basada en pastoreo, que es el método predominante en el mundo. El cambio climático incrementa la probabilidad de que se produzcan períodos de sequía, inundaciones y amenazas de enfermedades, todo lo cual puede repercutir en el sector de los lácteos de varias formas (por ejemplo, volatilidad de los precios, rendimientos de la leche y ajustes del inventario de vacas).

Las enfermedades animales y su propagación podrían afectar la producción de leche. La mastitis es una de las enfermedades infecciosas más comunes en el ganado lechero en todo el mundo y en todos los tipos y tamaños de explotaciones agrícolas. Así mismo, es la más dañina desde un punto de vista económico y causa un gran impacto en el rendimiento de la leche y en su calidad. Los avances futuros en cuanto a concienciación, identificación y tratamiento de dicha enfermedad podrían generar incrementos importantes en la producción de leche mediante la disminución de las pérdidas.

Con miras a controlar numerosas enfermedades, incluida la mastitis, se suele trabajar con base en antimicrobianos, lo cual ha despertado preocupación respecto del uso excesivo y el desarrollo de resistencia a los mismos, lo que podría reducir la eficacia de los tratamientos existentes y requerir que se elaboren nuevos.

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