Esta devastadora enfermedad que afecta a los rumiantes menores (ovejas y cabras) sigue incrementando su alcance mundial y ya está presente en 76 países. Aunque felizmente aun no ha llegado a América.
Georgia (ex Unión Soviética) informó recientemente por vez primera de un caso de Peste de los Pequeños Rumiantes (PPR), una enfermedad viral que es capaz de afectar de forma grave a las poblaciones de cabras y ovejas, mientras que se ha producido un nuevo brote en las Maldivas, lo que demuestra que incluso los estados insulares son vulnerables a esta plaga.
El brote en Georgia, cerca de la frontera con Armenia y Azerbaiyán significa que la enfermedad ha llegado a un nuevo territorio, que es especialmente letal cuando entra en contacto con animales no protegidos.
Los expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) recomiendan medidas de control que incluyen la vacunación de 800 000 ovejas y cabras. Se han establecido zonas de cuarentena y se ha intensificado la vigilancia de los animales en las regiones adyacentes.
Los brotes – que se producen inmediatamente después de episodios similares en el oeste de Turquía y China continental- ponen de relieve los riesgos planteados por un virus que puede matar hasta el 90 por ciento de los animales que infecta en pocos días.
En las últimas dos décadas, la PPR se ha extendido rápidamente, sobre todo en África, Asia y el Próximo Oriente, donde viven cerca del 80 por ciento de los 2,1 millones de pequeños rumiantes del mundo. Ovejas y cabras son activos de gran importancia para los hogares rurales pobres, proporcionando proteínas, leche, fertilizantes, lana y fibra, y a menudo representan un capital social esencial y el acceso al crédito financiero.
La enfermedad causa cada año pérdidas de más de 2 000 millones de dólares EEUU. Más allá del perjuicio económico, los animales enfermos contribuyen a la inseguridad alimentaria y los problemas nutricionales que sufren los más de 300 millones de familias vulnerables que crían ovejas y cabras en las regiones afectadas.
Hace un año, en Costa de Marfil, representantes de alto nivel de 15 países aprobaron una estrategia mundial para el control y la erradicación de la enfermedad siguiendo los principios de la exitosa campaña que llevó en 2011 a la eliminación mundial de la peste bovina, una enfermedad similar que afecta al ganado vacuno.
Impulso Inicial de la Campaña
En línea con las recomendaciones de la Conferencia de Abidján, la FAO y la OIE han establecido una secretaría conjunta y en abril de 2016 concluyeron las consultas para desarrollar un Programa mundial de Control y Erradicación sobre la base de la estrategia adoptada.
La Secretaría del Programa de Erradicación de la PPR está presidida por Bouna Diop e incluye coordinadores de la FAO y la OIE, que son respectivamente Felix Njeumi y Jean-Jacques Soula.
Se están elaborando ahora planes de trabajo regionales para la campaña de 15 años, y Jefes de Servicios Veterinarios, epidemiólogos y otros expertos en los países afectados están siendo concienciados de las herramientas disponibles para ayudar en la elaboración de sus campañas nacionales.
Las vacunas de calidad existentes son eficaces y asequibles, por lo que la erradicación mundial es técnicamente factible. Sin embargo, es necesario crear sistemas de distribución para garantizar su eficacia y garantizar el acceso de las comunidades agropastoriles remotas.
La implementación del programa de erradicación supone también una buena oportunidad para el diálogo con las comunidades de pastores, especialmente en el Sahel, lo que puede contribuir a una mayor resiliencia y la prestación de otros servicios que lleven a la mejora de la gobernanza y la estabilidad.
Podrían desarrollarse nuevas vacunas menos costosas o más adecuadas, posiblemente en combinación con otras enfermedades, o una vacuna marcadora que permita diferenciar más fácilmente los animales infectados de los vacunados. También habrá que reforzar la capacidad de diagnóstico y la competencia de los laboratorios.
La progresión desde el control a la erradicación de la enfermedad requerirá un programa persistente y coordinado, a partir de una evaluación de riesgos y capacidades. Esto también requiere programas de vacunación focalizada intensivos destinados a alcanzar el 80 por ciento de todos los animales, seguidos de una fase de evaluación post-vacunación con el fin de lograr el cumplimiento de las normas internacionales establecidas en el Código Sanitario para los Animales Terrestres de la OIE. Ello posibilita obtener el reconocimiento de que una zona o un país se encuentran libres de la enfermedad.