Los Priones y las Vacas más Locas

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Seguramente recuerdes al famoso libro gordo de Petete, aquel donde, a su manera, aparecía todo el saber popular –o eso me parece recordar de mi infancia-. Pues bien, en investigación y en docencia existen varios libros gordos de esos. Por ejemplo, uno donde se explica todo lo relacionado con la clasificación de bacterias, plantas, animales o, en el caso que nos ocupa, de los agentes infecciosos más pequeños: los virus.

El Comité Internacional de Taxonomía Vírica edita periódicamente un libro, también muy gordo, con todo lo relacionado a la Virosfera, el universo de los virus. Lo que no está ahí, no existe como virus –o todavía no ha sido descubierto-. De hecho, y al contrario, lo que aparece en ese libro sobre taxonomía debe ser considerado como virus, aunque se trata de una simple –o no tan simple- proteína capaz de amargarnos en ocasiones la vida como los priones, los agentes patogénicos causantes de problemas de salud humana y ganadera tan importantes como el Creutzfeldt-Jakob o el mal de las vacas locas. Nuevos estudios sobre estas proteínas-virus acaban de salir a la luz…

Según acaba de publicar la revista PNAS, un grupo de investigadores multidisciplinares y multinacionales del Centro de Investigación Cooperativa en Biomedicina, CIC bioGUNE, Universidad Autónoma de Barcelona, la de Colorado, Kentucky o la de Kansas, entre otras instituciones, ha aportado nuevos datos sobre el mecanismo que impediría la transmisión de priones entre distintas especies, algo que podría ser vital para el control de algunas encefalopatías espongiformes, como el mal de las vacas locas comentado anteriormente.

Como seguramente ya sabrás, todos tenemos proteínas priónicas en nuestro cuerpo, principalmente en el cerebro. Su función, en una persona sana, no está del todo definida, aunque podría contribuir al control del ciclo circadiano y el sueño. Es, cuando cambia de forma, cuando se convierte en patogénica y peligrosa, puesto que se vuelve capaz de “contagiar” a otros priones celulares sanos para transformarlos en infecciosos, con capacidad de autopropagarse y causar daño neuronal. Este contagio de un prion patogénico a otro sano puede darse, incluso, entre distintas especies, a través de la alimentación, aunque no únicamente. No obstante, este paso entre especies no es tan obvio ni sencillo y requiere un periodo, digamos, de adaptación hasta que el prion invasor se asemeja a otro endógeno.

El nuevo trabajo, llevado a cabo en ratones transgénicos, describe como no siempre un prion logra adaptarse a su nuevo huésped, estudiando el mecanismo de esta barrera interespecífica. De esta forma, conociendo las bases moleculares y celulares de la transferencia de los priones desde una especie a otra y su mecanismo de acción, estaremos un pasito más cerca de poder impedir dicha adaptación y, por lo tanto, patogénesis.

Curiosamente, este artículo no puede ser más oportuno, ya que hace solo unos meses que se han detectado y caracterizado los primeros casos de priones infectivos en cérvidos –ya sabes, ciervos, gamos y similares-. El hallazgo –bueno, los hallazgos- se han producido en regiones, independientes entre ellas, de EE.UU, Corea del Sur, Canadá o, hace unas semanas, en el sur de Noruega. Mientras tanto, seguiré utilizando mi particular libro gordo de Petete para estar al día de lo que se cuece en la omnipresente Virosfera: desde virus gigantes, complejos, a estas proteínas infecciosas, pasando por viroides constituidos por solo una molécula de ARN o, ya puestos, virus defectivos que necesitan que otros virus les echen una manita para completar su ciclo vital.

Esta semana Mi+dTV comenzará introduciéndonos en el estudio realizado por Científicos del Instituto Salk, en California, que han logrado aumentar la vida de unos ratones enfermos. Después hablará del papel de células ‘madre’ que habitan los tumores cerebrales. Y para finalizar describirá la dualidad onda-corpúsculo, observable sólo a escalas atómicas o subatómicas.

A pesar de los grandes avances en terapias, que hacen que una persona infectada por VIH tenga prácticamente una esperanza de vida similar a la de la población en general, lo cierto es que los enfermos de Sida tienen un mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de tumores, algunos de ellos, agresivos. Sobre VIH y el posible cáncer asociado hablamos esta noche con María González Cao, oncóloga especialista en cáncer y Sida.

Asimismo, veremos cómo algunos patógenos prefieren agredir más a un sexo que al otro.

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