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La Carne del Ganado que Pastorea tienen el Doble de Anticancerígenos que la Engordada a Corral

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Según un estudio argentino, el Ácido Linoleico Conjugado (CLA) también actúa evitando la obesidad y la ateroesclerosis. La investigación se centró en cortes de animales de raza Angus, y demostró que el engorde con granos en corral reduce las sustancias benéficas.

El INTI cuantifica el contenido de Ácido Linoleico Conjugado (CLA) en carnes bovinas, única fuente de ácidos grasos con propiedades anti cancerígenas aceptadas por la National Academy of Scienses de Estados Unidos.

El Centro INTI-Carnes está trabajando junto a la Asociación Argentina de Angus en la determinación y cuantificación del contenido de Ácido Linoleico Conjugado (CLA) en carnes bovinas de la raza Angus. El estudio, además, compara los resultados obtenidos de las carnes según la alimentación suministrada al animal: sólo pastoreo, pastoreo con suplementación de granos (generalmente maíz), y feedlot (engorde con grano en corral).

Los resultados arrojaron que los cortes provenientes de animales Angus alimentados en pastoreo y en pastoreo con terminación a grano, tienen mayor cantidad de CLA –hasta más del doble, en algunos casos- que los provenientes de animales alimentados en feedlot.

El CLA no sólo es la única fuente de ácidos grasos con propiedades anti cancerígenas aceptadas por la National Academy of Scienses de Estados Unidos, sino que también se ha demostrado que tienen propiedades beneficiosas para evitar la ateroesclerosis y la reducción de la deposición del colesterol y de grasa corporal entre otros beneficios para la salud.

En la actualidad, la producción de alimentos se dirige rumbo a la generación de productos con valor agregado y de mayor calidad. En esta línea, el Instituto propone caracterizar este tipo de carne bovina argentina y certificarla como forma de dar visibilidad a sus cualidades, y así diferenciarlas de otros alimentos no funcionales en el mercado nacional e internacional.

La investigación
El trabajo se centra en muestras Angus certificadas y trazadas de la manera en que habitualmente se las prepara y comercializa, con el fin de arribar a resultados representativos del producto concreto del mercado, y no de producciones de ganado alimentado con métodos inducidos.
Profesional realizando determinación de proteinas en el laboratorio fisicoquímico. La presencia de ácidos grasos poliinsaturados en el pasto con que se alimenta a los animales, y el tiempo que se mantendrá un determinado régimen de alimentación, modifican la deposición de lípidos intramusculares en el animal y en especial la concentración de CLA.

Si bien el rumen tiene una relevante capacidad para saturar los ácidos grasos, este proceso no es completo, por lo que permite la absorción de ácidos que escapan a la hidrogenación ruminal, asegurando una alta concentración de CLA o de su precursor susceptible a la acción enzimática.

El Centro INTI-Carnes, que cuenta con la colaboración del Centro INTI-Textiles para el procesamiento y comprensión de la información estadística en el proyecto, presentó, junto a la Asociación Argentina de Angus, las conclusiones de la primer etapa de investigación en el congreso PGG Wrightson World Angus Forum 2013, donde se describió cuantitativa y cualitativamente la presencia de CLA en carnes Angus certificada y comercializada.

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La OMSA y la FAO instan a sus miembros a erradicar la Peste de los Pequeños Rumiantes

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La peste de los pequeños rumiantes (PPR), es una enfermedad devastadora que causa importantes pérdidas económicas y animales. Con tasas de morbilidad y mortalidad que pueden alcanzar el 100 % en poblaciones no expuestas previamente, esta enfermedad vírica altamente contagiosa representa una grave amenaza para ovejas, cabras y ciertas especies de rumiantes silvestres.

Más allá de su impacto en la sanidad animal, las pérdidas económicas asociadas a la PPR ascienden a unos 2.100 millones de dólares estadounidenses al año. Desde su identificación en 1942, la PPR se ha propagado a más de 70 países en África, Asia, Oriente Medio y Europa del Este, arraigándose en muchas regiones y representando una seria amenaza para los medios de vida y las economías frágiles. Esta enfermedad socava los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria y la nutrición, especialmente en zonas donde más de 330 millones de personas, principalmente pequeños agricultores y comunidades de subsistencia, dependen de los pequeños rumiantes.

Aún se requiere más trabajo para lograr la erradicación

La exitosa erradicación de la peste bovina en 2011, que demostró el poder de la colaboración y los esfuerzos concertados para proteger la sanidad animal y los medios de vida humanos, motivó a la comunidad veterinaria mundial a designar la PPR como la siguiente enfermedad prioritaria a erradicar, junto con la rabia transmitida por perros. En 2015, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lanzaron la Estrategia Global de Control y Erradicación de la PPR (PPR GCES, por sus siglas en inglés)  , con el ambicioso objetivo de erradicar la enfermedad para 2030.

Durante los 10 años transcurridos desde el lanzamiento de la estrategia PPR GCES, se han logrado avances significativos. Entre las iniciativas se incluyen la implementación del Proyecto Regional de Apoyo al Pastoralismo en el Sahel (PRAPS)  , varios proyectos financiados por la Unión Europea, proyectos de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa de EE. UU. (DTRA), y el lanzamiento del Programa Panafricano para la Erradicación de la PPR y el Control de Otras Enfermedades Prioritarias de los Pequeños Rumiantes  . Sin embargo, aún queda mucho por hacer.

La propagación continua de la PPR hacia nuevas regiones y su arraigo en áreas endémicas, agravados por el acceso limitado a servicios veterinarios en comunidades marginadas, siguen siendo grandes desafíos para su eliminación. Superar estos obstáculos es esencial para lograr la erradicación de la PPR, proteger los medios de vida y reforzar la seguridad alimentaria de algunas de las poblaciones más vulnerables del mundo. Es imperativo mantener un esfuerzo global sostenido y coordinado para garantizar el éxito de la estrategia PPR GCES y fortalecer la resiliencia de las comunidades que dependen de los pequeños rumiantes.

Un compromiso con la colaboración global

Los pequeños rumiantes suelen ser el recurso más importante, y en algunos casos el único, del que dependen ciertas poblaciones vulnerables para sobrevivir. La erradicación de la PPR abriría oportunidades económicas tanto a nivel nacional como internacional, contribuyendo al crecimiento y la estabilidad. Las ovejas y las cabras desempeñan un papel esencial en la vida de muchos agricultores, especialmente mujeres y jóvenes, quienes a menudo están subrepresentados en los espacios públicos y de toma de decisiones.

Desde el inicio de la estrategia PPR GCES, ha quedado claro que los brotes pueden gestionarse y que se puede desarrollar una inmunidad colectiva mediante el establecimiento de mecanismos nacionales de financiación para actividades clave de prevención de enfermedades animales, la promulgación de políticas y normativas favorables, la inversión en la producción de vacunas y diagnósticos para la PPR, y la concienciación y formación sobre tecnologías de prevención y control.

Para tener éxito, los esfuerzos de erradicación deben seguir una estrategia bien diseñada y coordinada, respaldada por una infraestructura sólida y la inversión en el personal veterinario. Estos esfuerzos deben priorizarse y reconocerse como un bien público internacional mediante un compromiso político firme y la movilización de recursos. La OMSA y la FAO instan a sus Miembros a seguir comprometidos con la inversión en enfoques.

¿Qué es la peste se pequeños rumiantes?

La peste de pequeños rumiantes (PPR) es una enfermedad vírica causada por un morbilivirus estrechamente relacionado con el virus de la peste bovina que afecta a caprinos y ovinos y a algunos parientes silvestres de pequeños rumiantes domésticos, así como a los camellos. Se identificó por primera vez en Côte d’Ivoire en 1942.

Se caracteriza por tasas de morbilidad y mortalidad significativas, y tiene un alto impacto económico   en zonas de África, Oriente Medio y Asia, donde los pequeños rumiantes contribuyen a garantizar la subsistencia.

Los animales afectados presentan una fiebre alta y depresión, junto con secreciones en los ojos y las fosas nasales. Los animales no pueden comer, ya que la boca se cubre de dolorosas llagas erosivas y sufren de neumonía y diarrea graves, que llevan, con frecuencia, a la muerte.

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