Para el ganadero dominicano tradicional resultaría una utopía aceptar que en vez de una cría por año, una vaca pueda producir hasta 25 becerros en el mismo período, y multiplicar en igual proporción su capacidad para producir leche o carne, según sea su propósito.
Por supuesto, mediante el método ortodoxo de reproducción sexual, como aún lo hace la mayoría de los ganaderos, resulta imposible lograr este objetivo, sino a través de prácticas biotecnológicas de reproducción.
Los métodos más comunes de la biotecnología aplicada a la reproducción bovina son: la transferencia de embriones y la inseminación artificial. Ambos permiten a un productor mediano multiplicar por seis su pie de cría, es decir, de cinco a 30 animales en potreros, en un período de tres años.
El uso de estas técnicas es lo que ha permitido a naciones desarrolladas contar con razas de alta pureza, con una industria ganadera en leche o carne, capaz de suplir de manera abundante el consumo interno y exportar a otros mercados.
A esto aspira el Instituto Dominicano de Investigaciones Agropecuarias y Forestales (Idiaf), a través de su programa de mejoramiento genético, que desarrolla en colaboración con el Consejo Nacional para la Reglamentación y Fomento de la Industria Lechera (Conaleche) y el Ministerio de Agricultura.
Con este objetivo fueron importadas desde México 148 vacas de las razas Gyr, Guzerat y Tauríndicus, que, a pesar de ser razas de las llamadas “cebuínas”, producen entre 10 y 12 litros de leche en pastizales abiertos.
El Idiaf se propone proporcionar más embriones o semen a los productores a un precio cómodo, facilitarle asesoría técnica para el manejo del proceso, de modo que le permita mejorar la calidad de sus reses.
Tanto la transferencia de embriones, como la inseminación artificial, no son métodos nuevos en República Dominicana, al menos para una minoría de empresarios de la ganadería con grandes inversiones en este campo.
La experiencia ha sido bien aprovechada por ganaderos como Ángel Rondón, de la Hacienda Los Ángeles, en la comunidad de Pedro Santana, San Pedro de Macorís, donde el zootecnista colombiano Andrés González dio amplias explicaciones al director del Idiaf, Rafael Pérez Duvergé, sobre la técnica.
Mediante la inseminación artificial, Rondón ha logrado hacer más eficiente el ciclo biológico del bovino, usando la sincronización y la ovulación; de ese modo ha logrado que en una finca de 100 vacas, una media de 50 resulte preñada en un programa de inseminación. La meta que se persigue es lograr que las vacas tengan una cría por año.
En proyectos, como el visitado por las autoridades del Idiaf, se utilizan los llamados calentadores, que no son más que toros a los cuales se les ha desviado el pene, mediante cirugía, para hacerlos estériles, y sólo sirvan para identificar a las vacas que están en la etapa de celo.
EXPLICACIÓN SOBRE EL NUEVO MÉTODO
Las novillas indentificadas en celo se toman para ser inseminadas de acuerdo con un parámetro. La transferencia de embriones es un método más elaborado: se separa una vaca que tenga las expectativas de ser buena reproductora y se la somete a una superovulación con medicamentos hormonales especiales.
Luego, mediante una inseminación seriada con el semen seleccionado, tras ocho días se realiza un proceso de lavado de embriones que consiste en introducir una manguera en el útero del animal, a través de la cual se agrega una solución específica. Luego, mediante un proceso de “sifonaje”, se extrae el líquido introducido, en el cual vienen los embriones. El próximo paso es el médico veterinario, quien revisa los embriones y escoge entre dos opciones: o los transfiere en fresco a las reses receptoras o los congela para su uso posterior.
Fuente: Agencias
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