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Evidencian cómo un parásito afecta a la fauna de los Altos Andes

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El estudio analiza la alteración del ecosistema altoandino del Parque Nacional San Guillermo por un brote de sarna. En la investigación, que fue publicada en la revista Ecology Letters, participan un biólogo y una bióloga del CONICET.

Cuando un enlace de la red alimentaria se rompe, se esperan repercusiones en todo el ecosistema en el que se sustenta. La naturaleza suele ser compleja y la ausencia de una especie no siempre afecta a otras. Sin embargo, en muchas ocasiones, cambios en una población generan efectos en toda la red de la que forma parte.

Sobre esta problemática trabajó un equipo de investigación internacional, en el cual participaron Paula Perrig y Sergio Lambertucci, respectivamente becaria posdoctoral e investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA, CONICET-UNCo). La red alimentaria estudiada involucra a vicuñas, pumas, cóndores y vegetación, que están intrínsecamente conectados y sustentan el ecosistema altoandino del Parque Nacional San Guillermo, en la provincia de San Juan: las vicuñas controlan la vegetación, los pumas las depredan y los cóndores se alimentan de las sobras de este último. Sin embargo, estas relaciones se desmoronaron por un brote de sarna que diezmó la población de vicuñas en menos de cinco años. La sarna sarcóptica es muy contagiosa, el ácaro que la produce cava bajo de la piel, causando dolor y dificultades para moverse y forrajear, con lo cual los animales se mueren, por hambre o por depredación. El brote parece haber sido originado por llamas domésticas provenientes de zonas privadas fuera del parque nacional, es decir, por intervención de seres humanos en áreas próximas a la protegida. Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista Ecology Letters.

Una perturbación en la red ocasionó una reacción en cadena

Cuando los/as autores/as del estudio detectaron los efectos de la sarna por primera vez en el parque, se encontraban monitoreando la fauna local, lo que les permitió estudiar los cambios que ocurrieron en la población de vicuñas y la reacción en cadena que produjo la aparición de este brote después de 2015.

Perrig explica que “el trabajo de campo consistió principalmente en monitorear a cóndores, pumas, y vicuñas con transmisores satelitales GPS y realizar relevamientos de vegetación, de densidad de vicuñas, y del comportamiento de caza de los pumas. Esto permitió entender cómo los cambios en la población de vicuñas provocados por el brote de sarna afectaron a otras especies y a la vegetación del área”.

Antes, los pumas representaban el peligro más grande para las vicuñas, por lo cual sus movimientos y patrones de forrajeo buscaban evitarlos. Sin embargo, la sarna significó una amenaza mucho más letal: el estudio encontró que la población de vicuñas decreció de 17 individuos por kilómetro cuadrado antes del brote a un individuo por kilómetro cuadrado en 2020. Esto no afectó únicamente a esa especie, sino que los cóndores, que eran los carroñeros principales en este ecosistema, parecieran haber abandonado el parque cuando su principal fuente de alimento en el área desapareció.

Al comparar un conjunto de mediciones ecológicas con los registros de referencia previos a la enfermedad, se demostró que la sarna reestructuró interacciones de la red anteriormente vinculadas a un depredador tope como el puma. “La evidencia muestra que una enfermedad puede tener consecuencias catastróficas en poblaciones de vida silvestre y transformar rápidamente un ecosistema protegido” agrega Perrig.

A su vez, la biomasa vegetal aumentó drásticamente en zonas donde las vicuñas preferían no forrajear para evitar la depredación por pumas. Ese aumento en la abundancia de vegetación a su vez podría desencadenar el incremento de una especie invasora como la liebre europea, la cual se encontraba en bajas densidades. “La verdad es que no sabemos de qué manera evolucionará el ecosistema. Es imprescindible seguir monitoreando los efectos de la enfermedad y promover la recuperación de la población de vicuñas” advierte la investigadora.

La investigación fue copatrocinada por la Fundación Rewilding Argentina, la Universidad Nacional de La Plata, y University of Wisconsin-Madison, Smithsonian National Zoo and Conservation Biology Institute, University of California-Berkeley y California-Davis, y Yale School of the Environment, E.E.U.U.

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