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Especialistas del INTA Analizan cómo Asegurar la Sustentabilidad de Pastoreo más Eficiente Reduciendo Hasta un 18 % la Huella de Carbono

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La Argentina tiene la oportunidad de duplicar su producción de carne por unidad de superficie, con la misma cantidad de terneros. Especialistas del INTA analizan cómo asegurar la sustentabilidad del sistema, en el proceso de transformación del pasto en proteína animal, sin descuidar la calidad.

Con un stock ganadero en constante aumento, que en el último año superó las 54 millones de cabezas, y un incremento en la exportación, con ansias de despuntar las 400 mil toneladas este año, las expectativas del sector ganadero son altas. Según los especialistas, las oportunidades se multiplican, en especial, en el negocio internacional.

Si bien la ganadería argentina incorporó grandes cambios en la estructura de sus sistemas de producción, todavía queda mucho por hacer: lograr una mayor producción por animal, aumentar el peso de faena y multiplicar la expresión de la calidad de la carne sobre el precio. Todo ello, con eficiencia y con la menor huella de carbono posible.

De acuerdo con Aníbal Pordomingo –coordinador del programa Carnes y Fibras del INTA–, “es posible producir el doble de carne por unidad de superficie con la misma cantidad de terneros que tenemos y, si se realiza un manejo eficiente de los pastos, podemos ser de un 15 a un 18 % más eficientes en la huella de carbono por unidad de producto comercializado”.

Para esto, el especialista recomendó realizar una correcta cosecha del pasto para mejorar la transformación en proteína animal. “Es importante aumentar a un 60 % la cosecha de pasto y ofrecerlo en cantidades suficientes para producir de manera efectiva, y no sólo para mantener a los animales”.

En esta línea, destacó la necesidad de ahorrar huella ambiental: “Hay huellas de largo plazo y globales sobre las que la Argentina tiene que trabajar. Tenemos que ser capturadores de carbono y buscar los procesos virtuosos en los sistemas”.

En referencia a esto, Pordomingo puntualizó: “Hay que aumentar el peso en faena porque tiene implicancias en la productividad y participa de huellas ambientales muy fuertes”. En este sentido, el especialista subrayó: “Es central para el crecimiento de la ganadería y es estructural para los sistemas”.

“La producción de pocos kilos por animal a faena nos deja con la mitad de la producción posible por ejemplar nacido. A nuestra ganadería le cuesta gestar animales y tiene un índice de procreo nacional que no supera el 63 % anual”, detalló y no dudó en insistir en la necesidad de aumentarla en 10 puntos.

Es que, de acuerdo con el técnico del INTA Anguil, La Pampa, la producción en la etapa de recría y engorde puede ser un motor de la cría en eficiencia y calidad. “La genética de la ganadería argentina tiene alto potencial y está en condiciones de producir, al menos, 100 kilos más por animal a la faena, incluyendo las hembras, con edades no superiores a los dos años”.

La genética de la ganadería argentina tiene alto potencial y está en condiciones de producir 100 kilos más por animal a la faena.

“Si bien el engorde a corral en la Argentina encuentra sus mejores resultados con animales livianos a faena, existen sistemas productivos de diseño diverso, que involucran la recría en pastoreo, la suplementación y el corral y permiten adecuarse a distintos tipos de producto y escenarios”, explicó.

Desde este punto de vista, el país está preparado para adaptarse a cambios del mercado. “Aunque en el corto plazo el negocio ganadero se siga centrando alrededor del animal liviano por las supuestas preferencias del mercado y la manipulación de medias reses, no existen argumentos técnicos ni sistémicos para justificarlo”, sentenció.

“Es cierto que tenemos que producir más terneros y con calidad, pero es imperante una ganadería que se proyecte a largo plazo y se oriente hacia una mayor producción por animal, con más peso de faena y una mejor expresión de la calidad de la carne sobre el precio, que la simple observación de la categoría”, sentenció Pordomingo.

En esta línea, afirmó “es el grado de terminación y la calidad del proceso, más que el sistema de engorde, el factor que incide sobre los atributos físicos de la carne” por lo que consideró “centrales una serie de componentes entre los que se destaca el forraje, la calidad de agua, el manejo del rodeo, la infraestructura y la logística”.

Pordomingo fue más allá y explicó que “la ganadería puede ser muy competitiva tanto en el mercado interno como en el internacional gracias a la excelente calidad de la carne”. En esta línea, no dudó en asegurar que “cuesta lo mismo producir un kilo de animal pesado que liviano”.

Para Pordomingo es fundamental la eficiencia en el proceso: “Hay tres meses de diferencia en la salida de un animal de un rodeo bien manejado de otro con manejo ineficiente”. Y agregó: “La cría es una técnica que requiere de pasturas y pastizales en buen desarrollo y crecimiento”.

En referencia al temor de que la terneza de la carne varíe con el peso de la res, Pordomingo lo desmitificó: “No tiene correlación”, y explicó que reses de muy distinto peso tienen similar resistencia al corte en la carne del bife angosto. Además, aclaró que “ni en la maduración en cámara por 14 días –como ocurre en la exportación– se reduce la resistencia al corte, por lo que podemos garantizar la terneza”.

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Girolando, la mejor alternativa para la producción lechera en climas cálidos

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Con una producción promedio de 5.000 litros de leche durante 305 días bajo el calor del clima tropical, estas terneras presentan una mayor resistencia y adaptación al entorno, lo que aumenta sus tasas de supervivencia. Estas cualidades las destacan en un país donde la cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %. Las terneras Girolando pueden producir en promedio 5.000 litros de leche durante 305 días en climas cálidos. Fotos: Felipe Argoty, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia sede Palmira.

En Colombia la producción lechera afronta una crisis marcada por los altos costos tanto de los insumos importados utilizados por la industria como de los alimentos concentrados para el ganado, además de factores como la tendencia al bajo consumo en el mercado y el encarecimiento de las tierras en zonas tradicionales de ganadería, entre otros, situación que ha obligado a los productores a buscar nuevas alternativas que permitan mantener la rentabilidad del negocio y reducir las pérdidas.

Foto. La cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %

Cerca del 80 % de la producción de leche proviene de animales con composición genuina en su genética, escenario en el que resaltan las terneras Girolando, una raza que toma y supera lo mejor del cruzamiento entre la productividad de la Holstein y la rusticidad de la Gyr, lo que les permite adaptarse a altas temperaturas, ser más tolerantes a parásitos y poderse pastorear en condiciones adversas, características que las convierten en la mejor opción para climas tropicales como los de Tolima, Valle del Cauca, Magdalena Medio y los Llanos Orientales y la Costa Caribe, en donde han demostrado un rendimiento superior.

En la industria lechera la etapa más crítica es la cría de las terneras, ya que es cuando los animales dependen de una adecuada alimentación y cuidados especiales para asegurar su supervivencia y óptimo desarrollo. Además de ser costosa, esta fase se asocia con altos índices de mortalidad, en particular por problemas de nutrición.

Ante este problema, durante su Maestría en Ciencias Agrarias en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, el zootecnista Luis Felipe Argoty López evaluó mediante tres experimentos alternativas para mejorar la rentabilidad durante la cría, con dietas menos costosas pero con el aporte nutricional necesario para evitar problemas de crecimiento y desarrollo, clave en la crianza de reemplazo, cuando preparan a las terneras para que se conviertan en futuras vacas lecheras que renueven el hato y mantengan la productividad del sistema.

Foto. En Colombia cerca del 50 % de la producción de leche proviene de cruces de toros y cebús.

El Estudio

En la investigación se analizó el crecimiento y desarrollo ruminal (ingesta de alimento sólido) de 19 terneras Girolando F1 con edades entre 14 y 22 meses, en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias, municipio de Guacarí (Valle del Cauca).

Para el trabajo se hicieron 3 grupos de animales con sendos tratamientos. A los del primer grupo (grupo control) se le suministraron 4 litros de leche al día, repartidas en dos tomas, y concentrado comercial; al segundo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento experimental; y al tercer grupo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento comercial. A todos los tratamientos se les suministró pasto pangola y agua a voluntad.

Sobre el alimento experimental, el investigador explica que “hicimos ajustes dentro de la proteína, la pusimos un poco más disponible dentro de la dieta de las terneras, usamos soya, maíz, algunos cereales, premezclas, un promotor de crecimiento ruminal y lo que utilizan todos los alimentos concentrados, porque el reto era hacer un concentrado experimental similar en composición al comercial, pero con algunas mejoras”.

Foto. El estudio se realizó con 19 terneras en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias (Valle del Cauca)

También recolectó muestras de sangre cada 15 días, para analizar metabolitos como proteína, albúmina, globulinas, calcio, betahidroxibutirato (BHB) y cortisol. Así mismo evaluó parámetros biométricos como edad, peso, circunferencia, altura, ganancia de peso, consumo promedio y conversión alimenticia. Cada variable evaluada se analizó estadísticamente a través de un modelo mixto de medidas repetidas.

Aunque en la ganancia de peso los resultados no arrojaron diferencias significativas entre los tratamientos, entre muestreo sí las hubo y se evidenció que la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal.

También se evidenció que “la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal”.

Foto. Con la raza Girolando se puede obtener una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas

El investigador destaca que, “este indicador sugiere que las terneras están desarrollando su rumen de forma óptima, lo cual es esencial para una digestión eficiente, y en última instancia para su futura capacidad de producir leche”.

También se registraron bajos niveles de cortisol en la sangre, una hormona que se libera en respuesta al estrés y puede afectar el crecimiento y la salud general del animal. Altos niveles de este indican que las terneras están experimentando estrés, lo que puede influir negativamente en su sistema inmunológico y reducir su capacidad de aprovechar nutrientes, afectando el desarrollo del rumen y la futura producción de leche.

“Si logramos que más productores opten por razas como la Girolando, tendríamos una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas, cuya adaptación a nuestras condiciones es limitada”, anota el magíster.

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