Especialistas Colombianos Proponen Dietas para Vacas para Enfrentar el Calentamiento Global

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Según algunos expertos, se deben evitar las praderas donde solo hay pasto y permitir que se desarrolle otro tipo de vegetación, incluidas las áreas sombreadas por árboles. El ganado vacuno, segundo emisor más importante de gases de efecto invernadero después del hombre, podría bajar de su deshonroso lugar gracias a dietas que contribuyen a reducir el metano que emiten. Pastos más jóvenes, algunos aceites y sistemas silvopastoriles son parte de las recomendaciones hechas por investigadores colombianos de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (sede Medellín) y en la de Medicina Veterinaria y de Zootecnia (sede Bogotá).

Reducir la cantidad de metano emitida por el ganado vacuno es el propósito de investigadores en diversos puntos del país, quienes a través de distintos métodos aplicados a la dieta de estos animales han obtenido resultados importantes.

Es sabido que las vacas emiten este gas por punta y punta: cuando eructan (dos veces por minuto) y cuando expulsan flatulencias. Ahora bien, según las estadísticas, el metano que produce un apacible rumiante (oveja, cabra, antílope, entre otros) varía: una oveja genera de 20 a 30 litros diarios y una vaca adulta hasta unos 500, cantidad comparable con el CO2 que produce un automóvil al día.

Aunque Colombia solo contribuye con el 0,3 % de las emisiones totales en el mundo, el aporte por parte de la ganadería es significativo, pues se calcula que la producción pecuaria puede generar el 30 %.

Una de las investigaciones acerca de cómo reducir este fenómeno mediante la dieta alimentaria, es liderada por el profesor Juan Carulla, de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional.

“Hicimos varios estudios en los que evaluamos diferentes tipos de forrajes que se le suministran a vacas lecheras, en el altiplano cundiboyacense, y revisamos cómo la edad de la cosecha y la especie influyen en la producción de metano. Con estos conocimientos, generamos herramientas prácticas de manejo de las pasturas para uso del ganadero”, explicó el especialista.

Los forrajes cosechados más tiernos producen menos cantidad de gases por unidad de alimento consumido o fermentado, entonces la recomendación es que en lugar de usar pastos maduros, el ganadero utilice forrajes más jóvenes. Del mismo modo, las diferencias entre especies de forrajes ayudaron a determinar que los kikuyos jóvenes producen menos metano que otras especies, como las de tréboles.

El docente Edgar Cárdenas, quien pertenece al grupo de investigación del profesor Carulla, ha trabajado con una leguminosa llamada Lotus, que tiene unos compuestos especiales denominados taninos. Las dietas con esta planta producen bajas cantidades de gas
(30 % menos) y aunque no es una especie de uso común en Colombia, ya se ha introducido en nuestros ecosistemas con una respuesta muy favorable.

Una segunda línea de estudio es la inclusión de diferentes tipos de aceites en la dieta de los rumiantes. “Hemos encontrado que algunos pueden disminuir las emisiones por unidad de materia seca fermentada. Los estudios in vitro han determinado combinaciones en concentraciones muy pequeñas que podrían disminuirlas”, afirmó Carulla.

Inventario de Consumo

En la búsqueda de métodos para reducir dichas emanaciones, Alejandra Marín, estudiante de la Maestría de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín, desarrolló el trabajo titulado “Estimación del inventario de emisiones de metano entérico de ganado lechero en el departamento de Antioquia, Colombia”.

El proyecto consistió en medir directamente el metano que genera en un día el ganado lechero en cinco municipios de clima frío en Antioquia, mediante el análisis de la dieta que consumen estos rumiantes en 20 fincas escogidas aleatoriamente.

El procedimiento se realizó en el Laboratorio de Biotecnología Ruminal, donde se muestrearon los suplementos (concentrados) y el pasto que consume el ganado.

El profesor Luis Alfonso Giraldo, del Departamento de Producción Animal de la Facultad de Ciencias Agrarias, destacó la importancia del trabajo de la estudiante, porque por primera vez en el país se hace un inventario que no está basado en las fórmulas del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), sino que es una medición directa de emisiones que arrojaron diferencias significativas.

El estudio concluyó que en los municipios lecheros de clima frío de Antioquia, se producen alrededor de 443,58 gramos de metano por animal, lo que equivale a 670 litros por vaca en un día.

De manera global, se estimó que las emanaciones de este gas entérico proveniente de la población bovina lechera mayor de un año en Antioquia (329.710 cabezas de ganado de leche en clima frío) son de 0,146 Gigagramos (Gg) por día o 53,38 Gg al año.

Lo fundamental de estas cifras es que se halló una diferencia importante con respecto a lo que propone el inventario del Ideam, en cuanto a emisiones para el ganado, que es aproximadamente de un
25 % o 30 % menos, según el cálculo.

Entre los municipios estudiados, Santa Rosa de Osos registró la mayor proporción del inventario ganadero (35 %) y, en consecuencia, también aporta la mayor emanación (31 %).

El inventario puede extrapolarse a otras zonas del país y es útil porque permite calcular la cantidad de gas que emiten los rumiantes, punto de partida para conocer en qué magnitud se puede mitigar la problemática, por medio de la aplicación de ciertas tecnologías en su nutrición y alimentación.

Por eso, la investigadora recomienda adicionalmente trabajar en mejorar las pasturas, ya que a mayor calidad, menor emisión de metano.

Silvopastoreo, Buena Fórmula

En la Sede Medellín, la UN demostró que implementar sistemas silvopastoriles es una alternativa viable. El método consiste en incluir arbustos en el forraje que consumen los animales, como otra opción en la dieta, lo que proporciona mayor calidad digestible y aumenta la producción de leche.

Una posibilidad adicional es determinar la cantidad de pasto y de concentrado que se les suministra. Si la dieta es más rica en concentrados, también es menor la emisión.

Podría implementarse, asimismo, el manejo de la pastura con respecto a la edad de rebrote, es decir, los días de descanso que hay entre un pastoreo y otro, pues dependiendo de este factor cambian la composición química del forraje y las muestras del gas.

Para el profesor Roberto Gracia, de la un en Palmira, aunque la ganadería no contribuye significativamente al aumento de emanaciones de gases de efecto invernadero, es necesario que los productores piensen en la agroecología como una práctica que les permite tener armonía con el medioambiente.

“La naturaleza nos enseña que si un área es biodiversa, podemos lograr un equilibrio en los ecosistemas y, en ese sentido, ella misma adquiere la capacidad de autorregenerarse sin problemas”, dice el docente. Por ello es necesario cambiar los sistemas de pastoreo actuales, que han ido degradando paulatinamente los suelos, y aprovechar los componentes de la naturaleza que ayudan a regularlos.

“Debemos permitir que las áreas estén sombreadas por árboles, que dispongan de un sistema silvopastoril en el que los animales tengan protección de la radiación solar y el microhábitat que se da bajo estos árboles. Dichos sistemas posibilitan el crecimiento de las plantas y de unos nichos especiales en los que se mejora la naturaleza. Debemos evitar las praderas donde solo hay pasto y promover el desarrollo de otro tipo de vegetación”, comenta el docente.

Otra de las investigaciones, inclinada hacia métodos para cuantificar este gas, se lleva a cabo en el Departamento de Producción Animal de la Sede Medellín, liderado por Rolando Barahona. El procedimiento consiste en una serie de politúneles (car pas) en los que se encierra el ganado para contener el aire y extraer muestras con el fin de evaluar su cantidad de gas.

Los investigadores emplearon esta técnica con variaciones como la separación de los rumiantes en dos politúneles: uno para los que consumían el forraje normal y otro para los que llevaban una dieta silvopastoril.

Las carpas, en su parte de atrás, tienen un extractor de aire constante. Para tomar la muestra, se llena una jeringa con el contenido y se guarda en frascos para calcular el metano en cada sistema, comparado con el emitido de forma natural.

Las comparaciones determinan la importancia de una dieta complementada que disminuya las contribuciones contaminantes al planeta. Las pruebas del proyecto de la Facultad de Ciencias Agrarias se ejecutaron en Cerrito (Valle), con ganado colombiano altamente confiable.

Entre Más leche, Menos Gases

La producción de metano por animal tiene que ver con el tamaño y el tipo de dieta. Sin embargo, la cantidad por unidad se relaciona con la ganancia diaria de peso o con la leche obtenida. Teniendo en cuenta que de la vaca se extraen varios litros de leche al día, mientras un novillo solo alcanza algunos gramos (500 a 1.000 g/d), aquella generará menos gas por cada litro, en comparación con el comportamiento del novillo por cada kilo de ganancia de peso.

En términos ambientales, la producción de la leche es menos contaminante que la de carne, siempre cuestionada, al punto que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está favoreciendo la producción de huevos y leche, proteínas con menos costos ambientales.

En cuanto a la eficiencia, con un kilo de alimento seco la vaca produce cerca de un litro o litro y medio de leche; para producir un kilo de carne, el pollo requiere ingerir dos kilos de alimento; en el cerdo, la proporción es de tres a uno; y el novillo requiere de 7 a 10 kilos para producir uno de carne. Desde este punto de vista, reitera Carulla, la vaca lechera es muy eficiente en términos alimenticios y ambientales.

“Un elemento importante es que las únicas especies domésticas con capacidad para utilizar recursos ricos en fibra son los rumiantes. Hay un dilema en cuanto a qué animales deberían priorizarse para la producción: aquellos más eficientes desde el punto de vista de transformación del alimento, pero que consumen granos (como las aves y los cerdos), o los menos eficientes, pero que consumen recursos inútiles para el hombre”, agrega Carulla.

El experto enfatiza que todos los procesos sin oxígeno donde crecen microorganismos producen metano, como en los pantanos o cuando se siembra arroz.

De esta manera, midiendo y aplicando métodos de control es factible disminuir el impacto ambiental de las vacas, tildadas como el segundo mayor contaminante después del hombre. Después de estas investigaciones podría bajar muchos puestos y alejarse cada vez más del deshonroso lugar que ocupan los humanos.

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