En el momento ideal para tomar las decisiones, un experto analiza las claves para confeccionar forrajes de alto valor estratégico para el rodeo.
A la hora de analizar los silajes que vamos a producir, lo primero que debemos tener en cuenta, es qué porción de ellos aportará la mayor proporción de nutrientes o digestibilidad y cuál es el aporte a las dietas buscado a través de este recurso forrajero.
Por otra parte, debemos ser conscientes que, de acuerdo a la zona productiva, los silajes energéticos no siempre se podrán confeccionar en base a maíz y muchas veces el sorgo se presenta como la opción más viable.
En el caso que nos veamos obligados a implantar un sorgo con destino a silaje, lo primero a tener en cuenta es si lo que se está buscando es fibra de calidad o bien nutrientes aportados por los granos del cultivo.
En el primer caso, sin duda que lo más conveniente será sembrar materiales de los llamados “forrajeros o sileros” que tienen una relación grano/ planta siempre inferior a 1 y que se pueden cosechar en estadios fonológicos anticipados para priorizar la calidad de la fibra, ya que la misma es la que mayor aporte de materia seca (MS) brindará a la ración.
En el caso que se decida por un material de tipo doble propósito, incluyendo a un sorgo granífero con el cual se busca brindar energía a nivel de rumen, se debe considerar que el aporte del grano siempre será menor al estimado. Si bien se ha avanzado sustancialmente en la tecnología para el procesado de granos, el grado de partido difícilmente supere el 70% (sin dañar la fibra, lo cual genera otros inconvenientes). Por ello, a la hora de formular o diseñar dietas en base a este producto, la energía que realmente ofrezca la dieta elaborada va a ser inferior a la estimada en fórmulas.
En este caso siempre es conveniente dejar una porción de material para la confección de silajes de grano húmedo y luego complementar las dietas elaboradas con granos de alta digestibilidad en rumen para paliar la dificultad de procesar todo el grano durante la confección del silo.
Si en la zona donde se desarrolla la actividad es factible implantar maíces la elección de variedades será el puntapié inicial para el éxito futuro.
Al respecto diremos que lo primero que marcará la elección del material, será una vez más, la relación grano/ planta, considerando que el material ideal será aquel en el que la espiga represente al menos el 50% del peso total de la planta.
De esta manera y como lo demuestran los ensayos a campo, al atrasar la cosecha se irá incrementando la acumulación de almidón en el grano generando un producto total más energético y de mayor valor nutricional, aunque la digestibilidad de la planta sea vea deteriorada con el avance del tiempo. Tal deterioro de la digestibilidad, se verá “enmascarada” por el aporte de nutrientes del grano.
Otra característica destacable de los materiales es el denominado “Stay Green” o bien la capacidad de los materiales de mantenerse verdes a medida que la madurez del grano se incrementa.
Con materiales de este tipo, siempre se podrá esperar al grano, sin riesgos por una abrupta caída de la calidad en la fermentación y por consiguiente diremos que los materiales que presenten relación grano planta similar o superior a 1 y con alto Stay Green, son los materiales mas convenientes porque además de gran cantidad de nutrientes por hectárea, nos dan una gran elasticidad en su época de uso y estrategia de picado.
Pero como todo comienza por el principio, el puntapié inicial lo da la siembra y en ella la densidad, la sanidad y el balance nutricional del cultivo.
Bajo dos premisas fundamentales que rezan que “la maquinaria cobra por hectárea sembrada y no por planta cosechada” y que “para triunfar en la ganadería primero debemos ser excelentes agricultores”, no debemos descartar las condiciones de cultivo tanto para el maíz como para el sorgo que se destine a silajes principalmente energéticos.
Por estas dos razones diremos que la mejor manera de comenzar a asegurar el éxito en la confección de silajes 2020 es con cultivos de una correcta densidad de implantación, con los fertilizantes requeridos para cada zona productiva con el objetivo de una máxima producción de granos y con un programa sanitario de malezas y plagas que ayuden a maximizar el potencial genético de las especies y variedades elegidas