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Costa Rica Oficializa su Estrategia Nacional para el Desarrollo Ganadero Bajo en Carbono

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Luego de un trabajo conjunto que integró esfuerzos de entidades públicas, academia, cooperación internacional y sector productivo, Costa Rica anunció su Estrategia Nacional para el Desarrollo Ganadero Bajo en Carbono, la cual contiene la orientación que se daría al sector en los próximos 14 años, para responder a las exigencias de mayor productividad y rentabilidad, menores emisiones de gases de efecto invernadero, más secuestro de dióxido de carbono, y mayor adaptabilidad a la inestabilidad climática.

«De esta manera, el sector ganadero podrá contribuir a los objetivos nacionales de desarrollo y de carbono neutralidad, sin perder productividad y mejorando sus condiciones de adaptación al cambio climático», expresó el Ministro de Agricultura y Ganadería de este país centroamericano, Luis Felipe Arauz Cavallini.

Por su parte, el Ministro de Ambiente y Energía, Edgar Gutiérrez, destacó el desempeño fundamental de los productores. «Debo reconocer el compromiso demostrado en este proceso por parte de la Cámara de Productores de Leche y CORFOGA, y de muchas otras organizaciones líderes del sector que, en conjunto con el Gobierno de la República, ponen a disposición de los tomadores de decisión esta importante herramienta de planificación sectorial», dijo.

Algunos cambios en la ganadería que se proponen en el marco de la Estrategia anunciada este jueves procuran estimular la actividad como un negocio rentable, con más participación de la familia y en especial de los jóvenes; fomentar una lechería especializada con sistemas menos vulnerables climáticamente y menos dependientes de alimentos concentrados a base de granos; fomentar sistemas de pastoreo más intensivos y suplementación con forrajes de corte y otros producidos en las fincas; la reorientación de la ganadería de pequeña escala con el fin de producir más carne y más leche por animal en pastoreo; articular mejor la producción primaria y las industrias de carne y lácteos, especialmente a nivel de territorios, entre otros.

Para dar seguimiento adecuado a la implementación de la Estrategia y a la ejecución del Plan de Acción, el MAG establecerá un programa de seguimiento y evaluación de las actividades y productos de cada uno de los componentes.

En la elaboración de este plan de trabajo participaron las organizaciones de productores, CORFOGA y Cámara Nacional de Leche, la Dirección de Cambio Climático del MINAE, el Programa Nacional de Ganadería del MAG, y se contó con el apoyo del proyecto FIRM RISSO de Naciones Unidas y de Fundecooperación.

Durante el acto de oficialización de la Estrategia, el Ministro Luis Felipe Arauz Cavallini, firmó el decreto que oficializa la Estrategia, declarándola de interés público y conveniencia nacional, lo que facilita que las instituciones públicas apoyen la ejecución de planes de acción contenidos.

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Un estudio revela el impacto del fuego en los suelos de los Andes peruanos

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Los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego.

En septiembre de 2018, un incendio arrasó casi dos mil hectáreas de matorral en el volcán Pichu Pichu, una zona de alto valor ecológico en los andes peruanos. A diferencia de los ecosistemas mediterráneos, donde la vegetación ha desarrollado estrategias para resistir el fuego, los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego. Un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), de España, y de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, en Perú, ha recogido y analizado muestras de suelo de la zona incendiada, a 3.700 metros de altitud, para comprender cómo estos frágiles ecosistemas responden a la perturbación por incendio.

Los resultados, publicados en la revista Spanish Journal of Soil Science, indican que, cuatro años después del incendio, la combustión de la vegetación y el suelo y la erosión han causado una grave pérdida de carbono orgánico, un elemento esencial para la fertilidad del suelo. “Los Andes peruanos no están preparados para los incendios”, advierte Jorge Mataix Solera, catedrático de la UMH y experto en edafología con más de treinta años de experiencia en la recuperación de suelos quemados. Mataix recalca que, si bien el fuego es una fuerza ecológica natural, sus efectos pueden variar mucho dependiendo del ecosistema. Según se desprende del análisis realizado, el suelo del Pichu Pichu se ha degradado física y químicamente tras el incendio, por lo que la regeneración del ecosistema será más difícil. Además, la erosión producida tras el incendio ha desencadenado más procesos degradativos, reduciendo por ejemplo el contenido de arcilla, lo que debilita aún más la estructura del suelo.

Uno de los problemas detectados en estos suelos áridos es su tendencia natural a repeler el agua debido al tipo de materia orgánica que, junto con su alto contenido de arena, es un fenómeno que persiste tras el incendio. Sin vegetación para retener la humedad y la repelencia al agua, ésta se desliza en la superficie en lugar de infiltrarse, lo que acelera la erosión del suelo. “Mientras que los suelos bien estructurados y evolucionados como los mediterráneos poseen una elevada capacidad de retención hídrica, los suelos volcánicos andinos, muy jóvenes y arenosos, tras la pérdida de materia orgánica en el incendio pierden la capacidad de retener agua” explica la investigadora de la UMH Minerva García Carmona. “Por eso es tan importante conocer las consecuencias del fuego en este tipo de suelos jóvenes y frágiles”, declara la experta, “y un factor determinante es cómo influyen las plantas en el suelo, que son las que conforman el material combustible en el incendio”.

El estudio se centró en dos especies nativas con un papel clave en el ecosistema: Berberis lutea, conocida como ‘palo amarillo del Perú’, y Parastrephia quadrangularis, llamada ‘Tola’. Los investigadores analizaron si el fuego había afectado de manera diferente a los suelos según la vegetación predominante. Descubrieron que en las zonas dominadas por el palo amarillo la degradación fue más severa. “Es una planta más grande, con mayor biomasa, lo que seguramente intensificó los efectos de la combustión en el suelo”, aclara García.

El equipo de investigadores de la UMH conoce bien las consecuencias de un incendio en los bosques mediterráneos, más resilientes al fuego por su evolución histórica con la presencia del fuego que ha llevado a desarrollar múltiples estrategias de resistencia y resiliencia. Ahora, sus descubrimientos en el volcán Pichu Pichu reafirman la evidencia de que los suelos volcánicos de la región de Arequipa, que de forma natural retienen menos agua, se pueden ver particularmente degradados con la presencia de incendios, lo que acrecenta su vulnerabilidad a esta perturbación.

El Pichu Pichu se encuentra en la zona volcánica central de los andes. Los investigadores de la UMH recogieron muestras de suelo a unos 3.700 metros sobre el nivel del mar, donde las precipitaciones, de apenas 385 mm anuales, se concentran en tres o cuatro meses del año. De manera que la región de Arequipa se considera un ‘desierto frío’ -las temperaturas van de los 4 a los 18 grados centígrados- y la vegetación se compone principalmente de matorral muy adaptado a la sequía extrema.

Debido a las escasas precipitaciones, el cinturón volcánico de los Andes es una fuente de agua crucial para las áreas adyacentes. “Si bien Pichu Pichu está dominado por matorral, las faldas de la montaña están también cubiertas a una cierta altitud de bosque y albergan una gran diversidad de especies animales y vegetales”, señala el profesor de la UMH. A las faldas del volcán, se encuentran los bosques de queñuales (Polylepis), cuyas especies endémicas del Perú se encuentran en peligro de extinción.

El investigador de la UNSA Lunsden Coaguila explica que “no es fácil tomar muestras de suelo a tanta altitud”. En el estudio, realizado en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA), ha sido crucial la colaboración de la Comunidad Campesina Polobaya y la de la Comunidad Campesina Pocsi, que han permitido el acceso a las áreas de toma de muestras. “También, hemos contado con el apoyo del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre de Arequipa”, relata el experto.

En Perú, la mayor parte de los incendios se producen de julio a octubre. El proyecto de vigilancia por satélite Queimadas registró un máximo histórico de 7.037 focos en septiembre de 2024. “En una región como Arequipa, situada en una zona desértica, comprender el papel de los suelos bajo nuevos regímenes de incendios es esencial para evaluar la resiliencia de estos ecosistemas frente al cambio climático”, afirma el investigador de la UMH.

Mataix opina que, cuanto más sepamos, más podremos ayudar a diseñar estrategias de prevención y de tratamiento postincendio que ayuden a mitigar los efectos del aumento de las temperaturas y de la sequía intensificada. “Es tan necesario en Perú como en España”, concluye el experto, “aunque el fuego es un fenómeno natural, la crisis climática está exacerbando estos fenómenos y debemos hacer todo lo posible para adaptar los ecosistemas a las nuevas circunstancias y hacerlos más resilientes”.

 

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