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Consumo de carne en Argentina bajó debido al incremento de precios por las exportaciones

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Entre los años 2012 a 2015 Argentina tuvo una política netamente combativa del mercado externo, con cupos a la exportación, retenciones, etc., que aunque tuvo un efecto inmediato en la reducción de precios al consumidor, también generó freno a la inversión en ganadería.

Así lo señala un análisis de Rosgán, emprendimiento de la Bolsa de Comercio de Rosario e importantes consignatarios, donde señala que el mercado doméstico ha transitado períodos en los cuales ha llegado a absorber más del 90 % del total producido, porque la exportación era explícitamente desalentada.

Ante ese aumento de producción cautiva del mercado interno, los precios no tardaron en corregir a la baja, desencadenando varios ciclos de desinversión que estancaron por completo la evolución del stock ganadero y limitaron las posibilidades de expansión productiva por varios años.

Este pronunciamiento se hizo a raíz de un anuncio de la Secretaría de Comercio Interior de contemplar la prohibición de las exportaciones de carne ante el aumento que han tenido los precios de la carne.

Frente a la subida, el gobierno evalúa la posibilidad de cerrar las puertas del comercio internacional, ya que hay “comportamientos especulativos” en el sector frigorífico que condiciona la posibilidad de acceder a la carne.

Debido al aumento del precio, sumado a la crisis económica que atraviesa el país -y el mundo entero- y a la pérdida adquisitiva de la población, el consumo de carne durante el primer trimestre del año fue el más bajo desde 2003, según la información relevada por la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes.

Cuando en el pasado se frenaron las exportaciones, el consumo per cápita promedió niveles de 60 kilogramos, muy superiores, incluso, al de los principales consumidores de carne vacuna en el mundo. El consumo doméstico de carne bovina en Argentina corresponde al “saldo no exportable” de la producción nacional.

“Es quizás esta dinámica la que lo posiciona siempre como el eslabón más débil, plausible de ser un argumento perfecto para la implementación de medidas resarcitorias que, muchas veces, carecen de visión estratégica de largo plazo”.

Agrega el informe que “sin crecimiento productivo, a mayor exportación indefectiblemente tendremos menor saldo para destinar al consumo, un círculo del cual aún no hemos podido salir plenamente”.

En 2020, año signado por la pandemia, el consumo de carne vacuna por habitante cerró en una media de 50,4 kilos anual, el nivel más bajo.

Sin embargo, el consumo total de carnes en Argentina prácticamente no ha sufrido variaciones en los últimos años, sí lo hizo su composición. En 2010 se consumían 58 kg de carne vacuna, 35 kg de pollo y 8 kg de cerdo, es decir 101 kg totales. En 2020, el consumo de carne de vacuna cayó a 50 kg, el pollo pasó a 45 kg y el cerdo a unos 14 kg per cápita (total 109 kg).

Claramente, el consumidor también ha experimentado cambios en sus hábitos que lo llevan a incorporar otras opciones proteicas, tanto de origen animal como vegetal. En este sentido, no todo es precio en materia de consumo, también intervienen aspectos menos tangibles que paulatinamente van definiendo el perfil del consumidor, asegura el informe.

Durante el último año, el consumo total de los tres tipos de carne disminuyó levemente pasando de 109 a 108 kilos por habitante, de un año a otro.

Si se evalúa este consumo con base en los precios promedio relevados por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), se puede estimar cuánto ha variado el gasto medio de cada argentino en el último año. El cálculo arroja que mientras en 2019, el gasto promedio en los tres tipos de carne alcanzaba los $19.500 anuales, en 2020 ese gasto se vio incrementado en un 45%, para ubicarse en $28.100 anuales, moneda corriente.

Tanto la carne de cerdo (+52%) como la carne vacuna (+49%) fueron los que mayor aumento anual registraron, por lo que el consumidor contrajo levemente su ingesta compensando parcialmente con mayor consumo de pollo, cuyo precio se vio incrementado en un promedio del 35% anual. “Aun así, este ajuste no fue lineal dado que, el consumidor argentino siguió priorizando el consumo de carne vacuna a expensas de destinar mayor proporción de su presupuesto en carnes, pasando de ocupar el 65,5% al 66,1% en 2020”.

Mientras que el gasto destinado a carnes se vio incrementado en un 45% anual, el ingreso promedio per cápita de la población -según datos del INDEC- paso de $16.485 a fines de 2019 a $19.524 en el último trimestre de 2020, es decir que experimentó un incremento de tan solo un 18,4% anual, algo que dimensiona claramente la pérdida del poder adquisitivo que viene sufriendo el consumidor en los últimos años.

Concluye el análisis señalando que “limitar las exportaciones en defensa del consumo interno, pareciera tener una mayor resonancia en términos electorales, en especial sobre aquellos sectores que se intenta retener. Sin embargo, esta falta de sinceramiento podría llevarnos nuevamente a una historia conocida, cuyos resultados aún los estamos sufriendo”.

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Girolando, la mejor alternativa para la producción lechera en climas cálidos

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Con una producción promedio de 5.000 litros de leche durante 305 días bajo el calor del clima tropical, estas terneras presentan una mayor resistencia y adaptación al entorno, lo que aumenta sus tasas de supervivencia. Estas cualidades las destacan en un país donde la cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %. Las terneras Girolando pueden producir en promedio 5.000 litros de leche durante 305 días en climas cálidos. Fotos: Felipe Argoty, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia sede Palmira.

En Colombia la producción lechera afronta una crisis marcada por los altos costos tanto de los insumos importados utilizados por la industria como de los alimentos concentrados para el ganado, además de factores como la tendencia al bajo consumo en el mercado y el encarecimiento de las tierras en zonas tradicionales de ganadería, entre otros, situación que ha obligado a los productores a buscar nuevas alternativas que permitan mantener la rentabilidad del negocio y reducir las pérdidas.

Foto. La cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %

Cerca del 80 % de la producción de leche proviene de animales con composición genuina en su genética, escenario en el que resaltan las terneras Girolando, una raza que toma y supera lo mejor del cruzamiento entre la productividad de la Holstein y la rusticidad de la Gyr, lo que les permite adaptarse a altas temperaturas, ser más tolerantes a parásitos y poderse pastorear en condiciones adversas, características que las convierten en la mejor opción para climas tropicales como los de Tolima, Valle del Cauca, Magdalena Medio y los Llanos Orientales y la Costa Caribe, en donde han demostrado un rendimiento superior.

En la industria lechera la etapa más crítica es la cría de las terneras, ya que es cuando los animales dependen de una adecuada alimentación y cuidados especiales para asegurar su supervivencia y óptimo desarrollo. Además de ser costosa, esta fase se asocia con altos índices de mortalidad, en particular por problemas de nutrición.

Ante este problema, durante su Maestría en Ciencias Agrarias en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, el zootecnista Luis Felipe Argoty López evaluó mediante tres experimentos alternativas para mejorar la rentabilidad durante la cría, con dietas menos costosas pero con el aporte nutricional necesario para evitar problemas de crecimiento y desarrollo, clave en la crianza de reemplazo, cuando preparan a las terneras para que se conviertan en futuras vacas lecheras que renueven el hato y mantengan la productividad del sistema.

Foto. En Colombia cerca del 50 % de la producción de leche proviene de cruces de toros y cebús.

El Estudio

En la investigación se analizó el crecimiento y desarrollo ruminal (ingesta de alimento sólido) de 19 terneras Girolando F1 con edades entre 14 y 22 meses, en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias, municipio de Guacarí (Valle del Cauca).

Para el trabajo se hicieron 3 grupos de animales con sendos tratamientos. A los del primer grupo (grupo control) se le suministraron 4 litros de leche al día, repartidas en dos tomas, y concentrado comercial; al segundo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento experimental; y al tercer grupo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento comercial. A todos los tratamientos se les suministró pasto pangola y agua a voluntad.

Sobre el alimento experimental, el investigador explica que “hicimos ajustes dentro de la proteína, la pusimos un poco más disponible dentro de la dieta de las terneras, usamos soya, maíz, algunos cereales, premezclas, un promotor de crecimiento ruminal y lo que utilizan todos los alimentos concentrados, porque el reto era hacer un concentrado experimental similar en composición al comercial, pero con algunas mejoras”.

Foto. El estudio se realizó con 19 terneras en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias (Valle del Cauca)

También recolectó muestras de sangre cada 15 días, para analizar metabolitos como proteína, albúmina, globulinas, calcio, betahidroxibutirato (BHB) y cortisol. Así mismo evaluó parámetros biométricos como edad, peso, circunferencia, altura, ganancia de peso, consumo promedio y conversión alimenticia. Cada variable evaluada se analizó estadísticamente a través de un modelo mixto de medidas repetidas.

Aunque en la ganancia de peso los resultados no arrojaron diferencias significativas entre los tratamientos, entre muestreo sí las hubo y se evidenció que la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal.

También se evidenció que “la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal”.

Foto. Con la raza Girolando se puede obtener una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas

El investigador destaca que, “este indicador sugiere que las terneras están desarrollando su rumen de forma óptima, lo cual es esencial para una digestión eficiente, y en última instancia para su futura capacidad de producir leche”.

También se registraron bajos niveles de cortisol en la sangre, una hormona que se libera en respuesta al estrés y puede afectar el crecimiento y la salud general del animal. Altos niveles de este indican que las terneras están experimentando estrés, lo que puede influir negativamente en su sistema inmunológico y reducir su capacidad de aprovechar nutrientes, afectando el desarrollo del rumen y la futura producción de leche.

“Si logramos que más productores opten por razas como la Girolando, tendríamos una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas, cuya adaptación a nuestras condiciones es limitada”, anota el magíster.

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