El grupo European Livestock Voice (EUV, o la Voz de la Ganadería Europea), que reúne a los profesionales del sector cárnico en la Unión Europea, advirtieron que la producción de carne artificial o eliminación de la ganadería no son la solución a los desafíos medioambientales.
El portal Le Sillon Belge de Bélgica reveló que Christine Lambert, presidenta de las organizaciones agrícolas y cooperativas de la UE, manifestó su preocupación por la introducción de carne sintética en una columna publicada por EUV.
“A medida que se acerca la cumbre de Naciones Unidas sobre sistemas alimentarios, estamos viendo un aumento en el discurso a favor de la carne sintética, producida en el laboratorio, entre ciertos líderes de opinión, fuera de la comunidad agrícola», dijo.
Sin embargo, denunció que “afirmar que una dieta sin ‘carne de verdad’ y que una Europa sin ganadería son respuestas a los problemas que plantea el cambio climático resulta erróneo”.
Además de calificar la afirmación como errónea o inexacta, agregó que la ignorancia sobre el sector y sus implicancias “podría resultar catastrófica para nuestra alimentación, nuestros territorios, nuestro medio ambiente, la diversidad y nuestra cultura”.
De este modo, EUV, integrada por organizaciones afines a la cadena alimentaria ganadera, busca combatir la información errónea que ha sido promulgada por personas como Bill Gates, de cara a la Cumbre Mundial sobre Alimentos que la ONU prepara para septiembre.
Gates, la cuarta persona más rica del planeta, argumentó que disminuir la producción ganadera es una de las claves para disminuir el impacto que la misma genera en el planeta, por lo cual alentó a los países ricos para que hagan una transición hacia el consumo de carne sintética.
¿La carne sintética tiene menor huella ambiental?
Para la organización profesional, sea cual sea el escenario previsto, surgen claramente al menos tres consecuencias en el caso de una transición hacia un sector donde el 100% del consumo sea de carne sintética.
En primer lugar, Europa perderá un campeón de la bioeconomía (uso de forrajes, producción de fertilizantes orgánicos, subproductos). Segundo, las zonas rurales europeas quedarán desiertas y la producción de alimentos se concentrará en manos de unas pocas empresas de tecnología alimentaria.
Respecto al éxodo del entorno rural que ocasionaría la eliminación de la agricultura, precisaron que el sector ganadero aporta a la economía europea 168 000 millones de euros al año, representando al 45 % de toda la actividad agraria europea y crea “cerca de 30 millones de puestos de trabajo”.
¿Qué pasará con toda esa gente? Según pronostican, no solo se intensificará la presión demográfica en las ciudades sino que también se acentuará la desconexión de la naturaleza y del patrimonio cultural.
Finalmente, la huella de carbono de nuestros alimentos no se reducirá significativamente como lo prometen los sustitutos sintéticos. Para ellos, esta disminución no ocurrirá, pues las alternativas sintéticas a la carne también tienen una huella de carbono.
Un estudio de Países Bajos, publicado el pasado 9 de marzo y que se dio a conocer en varios medios, mostró que la producción de carne “celular” tiene la capacidad de tener una menor huella ambiental que la convencional, sobre todo si la industria utiliza energías renovables.
No obstante, este trabajo no tiene en cuenta el impacto positivo que la ganadería extensiva puede tener sobre la biodiversidad o los suelos, como manifestaron los profesionales de EUV.
Por su parte, como develó el portal El Agrario, la agrupación europea señaló que los influencers que promueven el consumo de carne sintética “pretenden defender de forma unánime que la ciencia ya ha decidido el futuro de la ganadería y que inevitablemente desaparecerá”.
La EUV resaltó que estos voceros desconocen las grandes inversiones que los ganaderos europeos realizan hace años para que la producción sea más sostenible y se reduzcan las emisiones de CO2 y los gases de efecto invernadero, que en 30 años han bajado un 20 %.
Añadieron que los subproductos de la ganadería contribuyen al equilibrio ambiental que se busca. Por ejemplo, aumentaría de forma considerable del uso de fertilizantes sintéticos en detrimento de los orgánicos; y el cuero se vería reemplazado por materiales elaborados a base de combustibles fósiles.
Además, ironizaron sobre la cuestión “filantrópica” de la revolución de la carne sintética. Tal como está planteada, no resulta un sistema de libre acceso sino más bien “productos de alta ingeniería, ultraprocesados y sujetos a patentes”, en lugar de compartir las fórmulas y desarrollos tecnológicos “en especial, con los países en vías de desarrollo”.
“Si realmente queremos marcar la diferencia y reducir el impacto de la producción de proteína animal en el clima, debemos invertir en innovación para el sector ganadero”, concluyó Lambert.