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Carne Argentina, Entre la Recuperación y el Impacto Ambiental

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La carne vacuna es uno de los símbolos que han identificado históricamente a Argentina. Tras años de vacas flacas, la producción y las exportaciones crecen, igual que el debate sobre el impacto ambiental de la actividad, que está en el radar de los ecologistas y de los actores productivos.

El problema de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de la ganadería, que son metano y óxido nitroso, se planteó desde la Cumbre de la Tierra de Río Janeiro de 1992.

Pero “Argentina costó mucho que se lo tomara en serio”, dijo a IPS el veterinario Guillermo Berra, que lideró el primer grupo investigador del tema en el gubernamental Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

“El objetivo debe ser mejorar la productividad de los sistemas ganaderos. El índice de destete, que refleja la proporción de vacas que produce el ideal de un ternero por año que está listo para ser engordado, es de 60 por ciento, cuando en Estados Unidos es del 85. Mejorar ese índice significaría producir más carne con las mismas emisiones”: Sebastián Galbusera.
“La intensificación de los procesos de producción a través de ‘feedlots’, o corrales de engorde, ha mejorado los rendimientos últimamente y por eso ha contribuido a reducir la emisión de GEI, pero ha generado otro problemas, que es la contaminación de suelos y aguas subterráneas”, explicó.

De acuerdo al último Inventario Nacional de GEI, que Argentina presentó el año pasado ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CNMUCC), la actividad agropecuaria, incluida la deforestación, genera 39 por ciento de las emisiones totales.

Si se profundiza en los datos surge un detalle significativo: la ganadería es el subsector de mayores emisiones, por encima del transporte, con 76,41 millones de toneladas anuales de dióxido de carbono (CO2) equivalentes, o un 20,7 por ciento del total.

La llamada “fermentación entérica”, que hace referencia al metano que el ganado vacuno libera a la atmósfera como resultado de su proceso normal de digestión, es el principal rubro.

Sebastián Galbusera, profesor de Economía Ambiental en la Universidad Nacional de Tres de Febrero, dijo a IPS que “estos resultados no deberían sorprender en un país donde la actividad agropecuaria es clave. Pero nos indican la complejidad que presenta el desafío de reducir las emisiones”.

El objetivo debe ser mejorar la productividad de los sistemas ganaderos. El índice de destete, que refleja la proporción de vacas que produce el ideal de un ternero por año que está listo para ser engordado, es de 60 por ciento, cuando en Estados Unidos es del 85. Mejorar ese índice significaría producir más carne con las mismas emisiones”, agregó.

Argentina supo ser el mayor exportador mundial de carne vacuna a comienzos del siglo XX. Sin embargo, la ganadería no experimentó en las últimas décadas el mismo desarrollo tecnológico que la agricultura, que le ganó espacio y la condenó a esos corrales de engorde al aire libre o zonas marginales.

Osvaldo Barsky, investigador de la historia rural en Argentina, detalló a IPS que “con la incorporación de tecnologías y variedades, la agricultura se expandió sobre las mejores tierras”.

“En la ganadería los procesos fueron más lentos e incluso hubo momentos de mucho retroceso, como cuando el presidente Néstor Kirchner (2003-2007) prohibió temporalmente las exportaciones para contener los precios internos”, explicó.

Como resultado, “se produjo una gran baja en la producción, se perdieron 10 millones de cabezas y vecinos como Uruguay y Paraguay nos superaron en el mercado internacional”, detalló Barsky, mientras Brasil logró convertirse el último bienio en principal exportador mundial de carne de res, además de avícola.

Hoy, la carne es uno de los escasos sectores de la actividad económica donde el gobierno de Mauricio Macri puede mostrar números favorables de su gestión, comenzada en diciembre de 2015.

Como reflejo de esas noticias positivas, el propio Macri, de hecho, encabezó el 16 de este mes la reunión bimestral de la Mesa Nacional de Carnes, que reúne a distintos actores estatales y privados.

De acuerdo a datos oficiales, en los primeros cinco meses de este año Argentina exportó 60 por ciento más de carne vacuna que en el mismo período de 2017: 121.277 toneladas contra 75.934.

De hecho, proyecciones oficiales difundidas el 19 de julio indican que el país exportaría este año 435.000 toneladas de carne vacuna, con lo que superaría por primera vez en años a Uruguay y Paraguay, aunque muy lejos de Brasil que vendería a mercados externos unos dos millones de toneladas.

Actualmente, la mitad de las exportaciones de carne argentina van a China. Le siguen como destinos Rusia, Chile, Israel y Alemania, en ese orden.

Las exportaciones alcanzaron 1.200 millones de dólares en 2017 y el gobierno aspira a que se acerquen a 2.000 millones este año.

La producción también está creciendo, aunque a ritmos menores.

El consumo interno promedio de carne vacuna en este país de 44 millones de habitantes, que llegó a acercarse a 80 kilos anuales promedio por persona, bajó por la competencia de otras carnes, pero sigue siendo alto. Se ubica en 59 kilos, según números actualizados del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina.

En ese contexto advierte Berra: “Si queremos seguir exportando en el largo plazo, la producción ganadera no solo deberá ser eficiente en términos económicos sino que tendrá que ser ambientalmente sustentable y sociablemente responsable”.

“Argentina, a futuro, puede quedar en posición desventajosa en términos comerciales si se implementan restricciones de carácter ambiental”, agregó.

En este sentido, un papel fundamental lo juegan los corrales de engorde. La ganadería extensiva y su imagen de las vacas pastando en campos abiertos es cada vez menos habitual.

En los 90 desembarcaron en Argentina estos feedlots, como les llama localmente, que permiten producir carne de manera intensiva, en menos tiempo y con menos espacio.

Actualmente, entre 65 y 70 por ciento del ganado vacuno que llega a los mataderos en Argentina sale de esos corrales, dijo a IPS el gerente general de la Cámara Argentina de Feedlot, Fernando Storni.

“La actividad en Argentina es relativamente nueva y todavía se están diseñando las reglamentaciones. La disposición de los residuos pecuarios solo está regulada en una provincia (Córdoba)”, agregó.

Storni aseguró que “somos conscientes de que hay que trabajar en mitigar los impactos porque las exigencias van a ser cada vez más mayores a nivel internacional”.

El tema es seguido con preocupación por investigadores de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Ana García, doctora en Investigación Agraria y Forestal e investigadora de la Facultad de Agronomía de ese centro de estudios consideró que “es urgente reglamentar estas actividades porque tienen un impacto negativo sobre el ambiente y pueden afectar la salud humana”.

“Estudios los feedlots desde 2004 y veo que no hay tratamiento ni destino final adecuado para el adecuado, que se acumulan durante ante años. Falta una sincronización del sistema productivo con criterios ambientales. Se debe ayudar al productor para fijar criterios y luego se podrá exigir”, planteó

Ileana Ciapparelli, docente de la cátedra de Química Inorgánica, también de la UBA, explicó que “los productores no saben cómo disponer los residuos sólidos del feedlot y hacen lo que pueden. Algunos los usan para intentar mejorar la fertilidad del suelo pero otros los dejan apilado, con lo se convierten en una fuente de emisión de metano”.

Ciapparelli realizó un estudio que demostró que cientos de toneladas de estiércol depositadas en suelo arcilloso generan concentraciones de sustancias que pueden penetrar en el suelo hasta más de un metro de profundidad y contaminar las napas, que a su vez están conectadas con los cursos de agua superficiales.

Una de las principales de esas sustancias es el fósforo, un nutriente que los productores agropecuarios compran a través de fertilizantes y que podría ser aprovechado de los residuos de los feedlots, que hoy contaminan los cursos de agua.

 

 

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Modelo de Comercializaciòn de carne de res està transformando la Ganderia de EE.UU

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Courtney Bir, especialista en Extensión, Gestión de Granjas y Finanzas Agrícolas, y Rodney Holcomb, economista de la Industria Alimentaria de la Extensión de Economía Agrícola de la Universidad Estatal de Oklahoma, explicaron cómo funciona el modelo de la venta de carne de res directamente al consumidor.

En resumen, la comercialización directa implica que los productores de carne venden sus productos directamente a los consumidores, sin intermediarios. Esto no solo permite a los productores obtener un mejor precio por su producto, sino que también ofrece a los consumidores carne de mayor calidad y frescura.

Esto debido a los márgenes ajustados que están recibiendo los ganaderos en EE. UU. por parte de las empresas procesadoras, sobre todo después de la pandemia de la covid-19.

«Cuando se vende directamente a los consumidores, se produce un gran cambio. Ya no se vende ganado (producto agrícola), sino carne de res (alimento empacado). Puede parecer una diferencia pequeña, pero alimentar (o dejar pastar más tiempo) al ganado para el sacrificio y vender carne de res al consumidor final agrega complejidad a la operación de cría de vacas y terneros o de engorde. Además, el consumidor final puede tener ciertas expectativas o preferencias con respecto a la carne de res que consume su familia», anotaron.

Por su parte, los consumidores obtienen otras ventajas, como son:

  • Mayor transparencia: Los consumidores pueden conocer el origen de la carne, cómo fue criada y procesada, lo que aumenta la confianza en el producto.
  • Frescura y calidad: Al comprar directamente del productor, los consumidores suelen obtener carne más fresca y de mejor calidad.
  • Precios competitivos: Sin los márgenes añadidos por intermediarios, los consumidores pueden acceder a productos de alta calidad a precios razonables.

¿Cómo implementar este modelo en otros países?

La comercialización directa de carne es una estrategia viable y prometedora para los ganaderos en EE. UU. que también podría aplicarse en otros países. Al adoptar este modelo, los productores pueden mejorar sus márgenes de beneficio, establecer relaciones directas con los consumidores y garantizar una carne de alta calidad y frescura.

Algunas estrategias y consideraciones clave que pueden replicarse en nuestro país, y que algunas empresas ganaderas ya están haciendo (especialmente aquellas dedicadas a la producción de carne de alta calidad procedente de razas como angus o wagyu) son:

  • Plataformas en línea: Crear una tienda en línea o utilizar plataformas de comercio electrónico para vender carne directamente a los consumidores. Esto amplía el alcance y facilita el proceso de compra. Varios ganaderos en Colombia promocionan sus productos a través de redes sociales como Facebook, WhatsApp e Instagram, tanto aquellos que producen cortes de carne como los que preparan lácteos.
  • Mercados locales y ferias: Participar en mercados locales y ferias agropecuarias puede ser una excelente manera de promocionar productos y establecer relaciones directas con los consumidores.
    Sistemas de suscripción: Ofrecer carne a través de sistemas de suscripción mensual puede proporcionar un flujo de ingresos constante y previsibilidad en la demanda.
  • Certificaciones de calidad: Obtener certificaciones que avalen la calidad y seguridad de la carne puede ayudar a ganar la confianza de los consumidores.
  • Educación del consumidor: Informar a los consumidores sobre los beneficios de comprar directamente del productor y la calidad superior de la carne puede incentivar las ventas.

Con la implementación adecuada de plataformas en línea, participación en mercados locales, y un enfoque en la calidad y transparencia, la ganadería colombiana puede beneficiarse significativamente de este enfoque innovador.

Desafíos y soluciones

También es cierto que este modelo no es una alternativa viable para la gran mayoría de ganaderos en nuestro país o en otros país, teniendo en cuenta que las exigencias normativas y los costos, entre otros factores, hacen casi imposible que un solo productor decida hacerlo por su propia cuenta. Entre los desafíos principales y algunas soluciones propuestas están:

  • Logística y distribución: Establecer una cadena de frío eficiente para mantener la frescura de la carne durante el transporte. Esto puede lograrse mediante alianzas con empresas de logística especializadas.
  • Regulaciones sanitarias: Asegurarse de cumplir con todas las normativas sanitarias y de seguridad alimentaria es crucial para evitar problemas legales y garantizar la confianza del consumidor.
  • Marketing y promoción: Invertir en estrategias de marketing digital para llegar a un público más amplio y educar a los consumidores sobre los beneficios de la carne de calidad.

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