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Técnicos Argentinos Medirán Gases Emitidos por la Ganadería

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Técnicos de Balcarce –Buenos Aires– Argentina, instalaron una torre que permitirá conocer con precisión el porcentaje real de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por los sistemas de producción agropecuaria.

 Según las estimaciones del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), a escala global el sector ganadero contribuye con el 13 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Sin embargo, en la Argentina aún no hay cuantificaciones precisas sobre la emisión de los sistemas de producción ganadera. Con este objetivo, se instaló una plataforma experimental de medición en el INTA Balcarce basada en la técnica de flujos turbulentos.

En este sentido, Pedro Errecart –responsable del sitio de medición del INTA Balcarce, Buenos Aires– destacó la importancia y necesidad de desarrollar índices locales que nos permitan estimar con mayor precisión los niveles nacionales de emisión de nuestra ganadería, en condiciones de campo y de manera continua.

“Es que, en la actualidad, todos los inventarios de GEI que se realizan se hacen mayormente basados en índices desarrollados en el exterior y que se extrapolan a nuestras condiciones”, puntualizó Errecart.

Para esto, se instaló instrumental de medición que permite cuantificar los flujos de intercambio de GEI entre el sistema y la atmósfera en base a la teoría de flujos turbulentos o eddy covariance.

“Esta herramienta nos permite medir cuantitativamente y de forma integral el nivel de emisiones de un agroecosistema ganadero, el cual se caracteriza por estar integrado por diversos componentes emisores (el ganado, los cultivos y/o pasturas, las heces y orina, fertilizantes, entre otros)” detalló el especialista.

Además, agregó que estos componentes, a su vez muestran una amplia variabilidad tanto espacial como temporal, en su nivel de actividad.

Entre las principales ventajas de esta técnica, Errecart destacó la capacidad que tiene de realizar mediciones continuas (durante las 24 horas del día y los siete días de la semana) y en áreas relativamente amplias, dependiendo de la altura de ubicación de los sensores y el nivel de inestabilidad de la atmósfera.

En este sentido, agregó: “La dinámica de los flujos de intercambios de gases suelen mostrar no solo variación diaria sino también a nivel estacional e interanual en función de los diferentes niveles de temperatura y humedad entre estaciones y años”.

En referencia a la investigación en curso, Errecart detalló: “Caracterizamos flujos de dióxido de carbono y metano por eddy covariance en un sistema de cría/recría bovina y complementamos esas mediciones con las realizadas mediante otras técnicas como las de cámaras estáticas y hexafluoruro de azufre”.

“Además, –completó– cuantificamos otros flujos de carbono hacia y desde el sistema, como pueden ser flujos en forma de carne o forraje”.

De esta manera, el abordaje al problema tiene un enfoque multidisciplinario, con integrantes cuyas especialidades son las pasturas, la nutrición animal, los sistemas de producción ganadera, los suelos y la informática, entre otros.

“Nuestra expectativa es que los flujos netos negativos (captura) de dióxido de carbono que pueden llegar a tener lugar en sistemas ganaderos de base pastoriles como los nuestros puedan llegar a contrabalancear al menos en parte las emisiones de metano y de óxido nitroso que al mismo tiempo tienen lugar en nuestros sistemas”, subrayó.

Mediciones de altura, con tecnología de punta

Provista por la empresa estadounidense Li-Cor Biosciences, la torre de medición trabaja con la técnica de flujos turbulentos o eddy covariance, que requiere de un desarrollo tecnológico de instrumental y un procesamiento posterior de la información obtenida muy complejos.

En este sentido, el especialista del INTA Balcarce detalló: “Los sensores están ubicados a 4,5 metros de altura. Los de gases tiene una sensibilidad de 5 ppb (partes por billón) para el caso del sensor de metano y de 0.11 ppm (partes por millón) para el caso del sensor de CO2”.

A su vez, indicó que cuentan con un anemómetro capaz de medir la velocidad y dirección del viento en tres dimensiones, con una sensibilidad de 0.01 metros por segundo. Estos tres sensores (los dos de gases y el anemómetro) miden con una frecuencia de 10 Hz (10 datos por segundo).

Y agregó: “Estas mediciones se complementan con otras como la radiación global, fotosintética y neta, temperatura del suelo y del aire, humedad del suelo y del aire, flujo de calor del suelo y precipitación que son registradas con una frecuencia de un dato por segundo”.

Toda la información obtenida se emplea en el cálculo de los flujos netos de dióxido de carbono y metano, para intervalos de media hora. “La integración de esta información a lo largo del tiempo permitirá llegar al cálculo de los flujos netos de estos gases en escalas de tiempo mayores”, indicó Errecart.

Luego, se podrá calcular el balance de GEI de nuestro agroecosistema, llegar a factores de emisión locales y, tras considerar los demás flujos de carbono del sistema, llegar a calcular el balance de carbono del mismo.

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Girolando, la mejor alternativa para la producción lechera en climas cálidos

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Con una producción promedio de 5.000 litros de leche durante 305 días bajo el calor del clima tropical, estas terneras presentan una mayor resistencia y adaptación al entorno, lo que aumenta sus tasas de supervivencia. Estas cualidades las destacan en un país donde la cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %. Las terneras Girolando pueden producir en promedio 5.000 litros de leche durante 305 días en climas cálidos. Fotos: Felipe Argoty, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia sede Palmira.

En Colombia la producción lechera afronta una crisis marcada por los altos costos tanto de los insumos importados utilizados por la industria como de los alimentos concentrados para el ganado, además de factores como la tendencia al bajo consumo en el mercado y el encarecimiento de las tierras en zonas tradicionales de ganadería, entre otros, situación que ha obligado a los productores a buscar nuevas alternativas que permitan mantener la rentabilidad del negocio y reducir las pérdidas.

Foto. La cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %

Cerca del 80 % de la producción de leche proviene de animales con composición genuina en su genética, escenario en el que resaltan las terneras Girolando, una raza que toma y supera lo mejor del cruzamiento entre la productividad de la Holstein y la rusticidad de la Gyr, lo que les permite adaptarse a altas temperaturas, ser más tolerantes a parásitos y poderse pastorear en condiciones adversas, características que las convierten en la mejor opción para climas tropicales como los de Tolima, Valle del Cauca, Magdalena Medio y los Llanos Orientales y la Costa Caribe, en donde han demostrado un rendimiento superior.

En la industria lechera la etapa más crítica es la cría de las terneras, ya que es cuando los animales dependen de una adecuada alimentación y cuidados especiales para asegurar su supervivencia y óptimo desarrollo. Además de ser costosa, esta fase se asocia con altos índices de mortalidad, en particular por problemas de nutrición.

Ante este problema, durante su Maestría en Ciencias Agrarias en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, el zootecnista Luis Felipe Argoty López evaluó mediante tres experimentos alternativas para mejorar la rentabilidad durante la cría, con dietas menos costosas pero con el aporte nutricional necesario para evitar problemas de crecimiento y desarrollo, clave en la crianza de reemplazo, cuando preparan a las terneras para que se conviertan en futuras vacas lecheras que renueven el hato y mantengan la productividad del sistema.

Foto. En Colombia cerca del 50 % de la producción de leche proviene de cruces de toros y cebús.

El Estudio

En la investigación se analizó el crecimiento y desarrollo ruminal (ingesta de alimento sólido) de 19 terneras Girolando F1 con edades entre 14 y 22 meses, en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias, municipio de Guacarí (Valle del Cauca).

Para el trabajo se hicieron 3 grupos de animales con sendos tratamientos. A los del primer grupo (grupo control) se le suministraron 4 litros de leche al día, repartidas en dos tomas, y concentrado comercial; al segundo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento experimental; y al tercer grupo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento comercial. A todos los tratamientos se les suministró pasto pangola y agua a voluntad.

Sobre el alimento experimental, el investigador explica que “hicimos ajustes dentro de la proteína, la pusimos un poco más disponible dentro de la dieta de las terneras, usamos soya, maíz, algunos cereales, premezclas, un promotor de crecimiento ruminal y lo que utilizan todos los alimentos concentrados, porque el reto era hacer un concentrado experimental similar en composición al comercial, pero con algunas mejoras”.

Foto. El estudio se realizó con 19 terneras en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias (Valle del Cauca)

También recolectó muestras de sangre cada 15 días, para analizar metabolitos como proteína, albúmina, globulinas, calcio, betahidroxibutirato (BHB) y cortisol. Así mismo evaluó parámetros biométricos como edad, peso, circunferencia, altura, ganancia de peso, consumo promedio y conversión alimenticia. Cada variable evaluada se analizó estadísticamente a través de un modelo mixto de medidas repetidas.

Aunque en la ganancia de peso los resultados no arrojaron diferencias significativas entre los tratamientos, entre muestreo sí las hubo y se evidenció que la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal.

También se evidenció que “la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal”.

Foto. Con la raza Girolando se puede obtener una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas

El investigador destaca que, “este indicador sugiere que las terneras están desarrollando su rumen de forma óptima, lo cual es esencial para una digestión eficiente, y en última instancia para su futura capacidad de producir leche”.

También se registraron bajos niveles de cortisol en la sangre, una hormona que se libera en respuesta al estrés y puede afectar el crecimiento y la salud general del animal. Altos niveles de este indican que las terneras están experimentando estrés, lo que puede influir negativamente en su sistema inmunológico y reducir su capacidad de aprovechar nutrientes, afectando el desarrollo del rumen y la futura producción de leche.

“Si logramos que más productores opten por razas como la Girolando, tendríamos una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas, cuya adaptación a nuestras condiciones es limitada”, anota el magíster.

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