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Riesgos Relacionados con el Uso de Antimicrobianos en los Animales a Nivel Mundial

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La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) ha evaluado en más de 130 países la calidad de los sistemas zoosanitarios nacionales, incluidos los Servicios Veterinarios. 

Más de 110 de los países evaluados – principalmente países en vías de desarrollo y emergentes – todavía no disponen de legislación relativa a las condiciones necesarias para la importación, la fabricación, la distribución y el uso de productos veterinarios, incluidos los antimicrobianos. En algunos casos, dicha legislación es totalmente inexistente. Y cuando la hay, a menudo no se aplica debidamente porque no se dispone de unos fondos públicos que permitan aplicar controles.

En estos países, es habitual que todo el mundo pueda acceder libremente a los antimicrobianos, ya sea de forma directa o indirecta y sin restricción alguna. Y lo que es peor, circulan como bienes normales y a menudo están adulterados (a concentraciones inferiores a las que se indican en los envases, con moléculas distintas o constituyendo verdaderos placebos). En todo el mundo circulan miles de toneladas de antimicrobianos adulterados destinados a ser utilizados en los animales (lo cual es también aplicable a los antimicrobianos de uso humano).

Lamentablemente, el uso de antimicrobianos en los animales por parte de personal sin formación no se limita a los países en vías de desarrollo y emergentes. En una considerable cantidad de Países Miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) es fácil adquirir antimicrobianos, en concreto por Internet, y muchos ganaderos lo hacen. Algunos de estos países todavía permiten la aplicación de ciertos antimicrobianos a los árboles frutales para controlar ciertas enfermedades bacterianas, así como la incorporación de ciertos antimicrobianos al pienso de los animales en forma de promotores del crecimiento o con otros fines no terapéuticos. Sería esperable que la intervención política, por ejemplo por parte de los países del G8 o de la Organización Mundial del Comercio, persuadiera a este tipo de países de cambiar estas prácticas, que muchos científicos de reputación consideran peligrosas.

En cuanto a la prevención de la resistencia a los antimicrobianos en los animales (y las correspondientes ventajas para la salud pública), aunque algunos países y regiones ya son muy cautelosos, es probable que la adopción de disposiciones efectivas por parte del resto del mundo sea larga, difícil y controvertida, por no decir ilusoria.

Lamentablemente, la globalización del comercio de alimentos, junto con el turismo tradicional y médico, permiten (y seguirán permitiendo) que bacterias ya existentes o que se descubran en el futuro colonicen todo el planeta con facilidad, por muchas medidas preventivas que se apliquen a nivel local.

¿Cómo podemos afrontar este importante desafío?

  • La OIE proporciona formación a los Puntos Focales nacionales designados por los Países Miembros y crea redes para que puedan elaborar y modernizar la legislación relativa a la producción, la importación, la distribución y el uso de productos veterinarios, así como llevar a cabo tareas como el seguimiento del consumo de antimicrobianos, puesto que todavía se sabe muy poco sobre los verdaderos volúmenes que se utilizan en los 180 Países Miembros que intervienen en el programa de la OIE de apoyo a la legislación veterinaria.
  • Los Países Miembros de la OIE adoptan normas internacionales sobre el uso prudente de los agentes antimicrobianos y sobre la armonización de las evaluaciones del riesgo que se comprometen a realizar. La cooperación internacional en forma de creación de ayuda es fundamental para ayudar a los países en vías de desarrollo, e incluso a los países emergentes, a aplicar estas normas, sobre todo porque se espera que, a corto plazo, la producción animal crezca más de un 50% debido a un aumento del uso de los sistemas pecuarios intensivos en estos países.
  • La OIE también recomienda políticas para que los veterinarios cubran unos mínimos geográficos, con el fin de garantizar la vigilancia zoosanitaria, empleando esta red para garantizar la detección precoz de posibles epizootias (incluidas zoonosis como la influenza de los animales) y una respuesta rápida para contener los brotes en su origen. Este tipo de red también puede mejorar la salud general de los animales porque permite un uso sensato y adecuado de los antimicrobianos. La existencia de una red de este tipo y la sostenibilidad dependen, en parte, de los ingresos que generan los servicios que proporcionan los veterinarios, a menudo a clientes pobres de las zonas aisladas o desfavorecidas en las que trabajan, que es donde se encuentran los numerosos animales que deben someterse a seguimiento. Estos ingresos proceden principalmente de la entrega de productos, incluidos los antimicrobianos, que los veterinarios administran directamente a los animales. Ello puede generar un conflicto de intereses que tiene que resolverse. Por este motivo, nuestra organización proporciona :

– Normas y programas para mejorar la calidad de la formación veterinaria a nivel mundial, también en los ámbitos de la microbiología, la farmacología y la ética.

– Una norma sobre la creación y el funcionamiento de los Organismos Estatutarios Veterinarios nacionales y regionales, a los cuales la ley y la delegación del Estado otorgan los poderes necesarios para supervisar las cualificaciones, las normas éticas y la excelencia profesional, así como para despedir a aquellos cuya conducta sea inapropiada.

Aunque en algunos países la administración de ciertos fármacos de uso veterinario se ha desvinculado de su prescripción, incluidos antimicrobianos, es algo que puede suponer problemas logísticos de capacidad de respuesta a la aparición de enfermedades, en concreto a nivel de la explotación, y puede facilitar prácticas ilegales (autosuministro directo y sin control y la intervención de individuos sin escrúpulos e ignorantes, principalmente a través de Internet). Los riesgos derivados de estas prácticas pueden tener consecuencias mucho más graves que cualquier irregularidad que se produjera en la prescripción o suministro de fármacos por parte de los veterinarios, que son mucho más fáciles de controlar y prevenir. En muchos países en los que se ha implementado dicha desvinculación se ha observado un aumento del consumo general de antimicrobianos (según los que evalúan dicho consumo). Vale la pena destacar que el consumo humano de antimicrobianos sigue aumentando a pesar del hecho de que en medicina humana existe una amplia desvinculación entre la prescripción y el suministro de los fármacos.

Parece ser que las medidas destinadas a reducir la aparición de resistencia en los animales, como la gestión y la reducción de las prácticas más peligrosas a nivel mundial, (entre ellas, el uso de antimicrobianos en la producción vegetal), deben convertirse en una prioridad en todo el mundo, incluidos los países en vías de desarrollo.

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