Este insumo para la alimentación del ganado destaca por su alto valor proteico y energético, que lo convierte en un forraje de elección en muchos países, por su manejo sencillo e impacto positivo en la producción de leche. Aquí se mencionan importantes recomendaciones.
El heno de alfalfa es el recurso más utilizado en la Argentina por el alto valor proteico y energético que le provee al ganado. Además, su textura y palatabilidad permite un correcto funcionamiento ruminal. A fin de que esta fuente de fibra clave cumpla con los parámetros de calidad que garantizan su potencial nutricional, los especialistas brindaron recomendaciones técnicas los días 9 y 10 de abril en la 5ª Jornada Nacional de Forrajes Conservados en el INTA Manfredi, Córdoba.
Para Miriam Gallardo –asesora especialista en Nutrición Animal del INTA– los henos de alfalfa constituyen una “fuente clave de fibra efectiva (FDNef) para la producción ganadera, ya que permiten equilibrar las dietas y mejorar su textura y palatabilidad, al tiempo que proveen un alto valor proteico y energético”.
“Los desequilibrios de las dietas, tanto cualitativos como cuantitativos, representan una de las principales causas de pérdida de productividad en los sistemas ganaderos intensivos”, aseguró Gallardo y, además, recomendó conocer la calidad y el valor nutricional de los forrajes conservados antes de realizar una formulación o adquirir algún suplemento alimenticio extra.
En este sentido, la especialista detalló una serie de aspectos de tipo cualitativos-organolépticos para que los productores tengan en cuenta para evaluar un heno. “En otros países, se evalúa –por ejemplo– que no contenga más del 5% de forraje extraño (gramíneas, malezas), que el 40-50% del peso como tal sean hojas y que solamente el 20% de las mismas puedan desprenderse del tallo durante la manipulación y que el 60-70% del forraje luzca de color verde brillante”.
Y si de calidad se trata, ésta varía entre las distintas especies forrajeras. De allí la importancia de controlar la realización de su henificación y conservación de acuerdo con los principios de la agricultura de precisión, es decir, conocer desde la implantación hasta la cosecha del cultivo.
A Cada Uno, lo que le Corresponde
El suministro del heno puede ser complejo depende el método: en forma de rollos, mediante aros metálicos (porta-rollos), a libre acceso (ad libitum) o en trozos.
Si se ofrece en porta-rollos y el acceso al heno es libre, se sugiere un rollo cada 18-20 vacas y si, en cambio, el acceso se restringe a unas horas, se calcula uno entre 10 y 12. Lo ideal sería separar los animales por tamaño y apartar las vacas multíparas de primíparas, para evitar la competencia.
Para Gallardo, una buena alternativa de precisión es ofrecer el heno previamente trozado y almacenado en bolsas plásticas –tipo silo de pastura –. “Esta tecnología preserva la calidad y permite un suministro con exactitud en línea con lo que el animal requiere, de acuerdo a la formulación prevista. Además, disminuye las pérdidas y duplica el tiempo de utilización”.
Asimismo, explicó que esta tecnología debe controlarse con mucho cuidado para asegurar que el forraje embutido contenga muy bajos niveles de humedad, para evitar la contaminación con hongos y las fermentaciones indeseables.
En cuanto a la proporción suministrada, la especialista indicó que en rodeos de entre 25 y 35 litros por vaca por día de promedio anual, el heno debería representar del 10 al 18% de la MS total, principalmente para el grupo de mayor nivel de producción (+ 35 l/v/d).
Por su parte, en vacas secas, vaquillonas y novillitos este recurso puede representar hasta el 70-80% de la MS total suministrada, en función de la calidad de heno, la época del año y los requerimientos nutricionales de la categoría. Para novillos en terminación con dietas muy altas en concentrados (> 75% granos), se sugiere incorporar entre 3 a 5% de heno trozado, para modular el rumen y evitar acidosis.
Foto. El suministro del heno puede ser complejo depende el método: en forma de rollos, mediante aros metálicos (porta-rollos), a libre acceso (ad libitum) o en trozos
Cuando el Tamaño Importa
Los megafardos de entre 500 y 600 kilos con forma prismática son tendencia en los sistemas de alta producción de leche y carne. Por su diseño y confección, permiten mantener una mejor calidad forrajera, a la vez que pueden ser administrados con mayor precisión que los rollos. Además, su manipulación genera pérdidas de menos del 5 % de MS.
Por su parte, tanto los cubos como los pellets de alfalfa son un recurso difundidos en el mundo pero, poco utilizados en el país. Los cubos son una excelente fuente de fibra de alta calidad para animales muy exigentes que se presenta en un formato de 50x30x30, mientras que los pellets se destacan por ser una primordial fuente de proteínas con un excelente perfil de aminoácidos esenciales en forma de cilindros de 0.5 – 0.8 cm de diámetro.
Ambos con ventajas en la manipulación, transporte y almacenamiento, al tiempo que facilitan el suministro –dispuestos directamente en los comederos o bien incorporados a las mezclas– pero tienen un elevado costo de fabricación, lo que limita tanto su disponibilidad como la comercialización masiva.