Investigadores del IGM (centro mixto CSIC/ULe) y de la Universidad de León plantean la utilidad de dos proteínas de fase aguda como biomarcadores de la infección, que causa un grave impacto en las granjas
Miembros del Grupo de Investigación ‘Sanidad y Patología de Rumiantes’, formado por investigadores del Instituto de Ganadería de Montaña (centro mixto del CSIC y la Universidad de León) y del Departamento de Sanidad Animal de la Universidad de León (ULe) han comprobado que la variación en los niveles en sangre de dos proteínas podría utilizarse como prueba diagnóstica complementaria de la paratuberculosis bovina, así como para identificar animales en las diferentes fases de la enfermedad.
La paratuberculosis bovina es una enfermedad muy extendida en España que causa graves perjuicios sanitarios al ganado y tiene un fuerte impacto económico en las granjas. Se trata de una enfermedad infecciosa crónica causada por la bacteria ‘Mycobacterium a. paratuberculosis’ que afecta tanto a los rumiantes domésticos como a los silvestres, causándoles diarrea, una pérdida progresiva de peso y, en último término, la muerte. Los animales se contagian en las primeras etapas de vida y en su mayoría permanecen sin síntomas pero con la infección latente durante mucho tiempo, incluso toda su vida. Por ello, su detección en el rebaño es difícil. Con el tiempo, parte de estos animales desarrollan fases avanzadas de la enfermedad, con síntomas evidentes y una mayor excreción de bacterias por heces, por lo que su eliminación del rebaño es recomendable para no propagar la infección.
“Se trata de una de las enfermedades que más impacto tiene en la ganadería”, explica a DiCYT el investigador del IGM José Espinosa, quien detalla que España, al ser uno de los países con una importante cabaña ganadera de rumiantes, es también uno de los más afectados por la enfermedad. Aunque existen vacunas para su control, en el caso de la especie bovina su uso está prohibido porque interfieren con las campañas que se realizan para erradicar la tuberculosis, una enfermedad que está muy relacionada con la paratuberculosis.
Con el objetivo de seguir avanzando en el conocimiento de esta enfermedad y con el fin último de reducir su impacto económico, los investigadores del Grupo, coordinado por Valentín Pérez, trabajan desde hace dos décadas en diversas líneas de investigación orientadas a profundizar en la respuesta inmune a la paratuberculosis y sus aplicaciones en métodos de diagnóstico y control, especialmente en el uso de vacunas. Este estudio forma parte además del Trabajo Fin de Grado en Veterinaria de Rubén de la Morena, presentado en la Universidad de León el pasado verano.
Dos proteínas representativas
El trabajo evalúa por primera vez la respuesta de proteínas de fase aguda que se desencadenan tras la infección, en concreto la haptoglobina y la proteína amiloide A sérica, las más representativas de esta respuesta en los rumiantes.
“Son unas moléculas que se sintetizan y liberan a nivel hepático durante la respuesta inflamatoria a una enfermedad infecciosa,y normalmente sus niveles se incrementan a medida que avanza la enfermedad”, explica Espinosa. Pero en el caso de la paratuberculosis, el equipo ha observado que esta respuesta se produce a la inversa.
Los investigadores analizaron sueros sanguíneos a un total de 190 vacas lecheras, tanto infectadas de forma natural por la bacteria como sanas, y midieron los valores de haptoglobina y amiloide A sérica. Paradójicamente, comprobaron que los niveles más elevados de estas proteínas se encontraron en animales con formas latentes o de control de la infección, con lesiones limitadas, una menor carga bacteriana y sin síntomas de la enfermedad; mientras que se reducían en animales con formas avanzadas, con síntomas evidentes y mayor carga bacteriana.
“Este patrón de respuesta seguramente tenga que ver con las particularidades de la paratuberculosis y, más en concreto, con la respuesta inmunitaria que desarrollan los animales y que varía a lo largo de la enfermedad en función de la forma que éstos muestran. En aquellos que presentan lesiones latentes, con la infección controlada, existe un predominio de una respuesta inmune de tipo celular efectora, en la que se liberan citoquinas pro-inflamatorias específicas entre las que se encuentran las inductoras de la producción de estas proteínas de fase aguda. Sin embargo, en los animales con mayor carga bacteriana y formas clínicas avanzadas, predomina una respuesta inmune de tipo humoral, mediada por anticuerpos, con predominio de citoquinas anti-inflamatorias contrarias a la estimulación de la producción de estas proteínas. Esto nos hace pensar que tanto la haptoglobina como la proteína amiloide A sérica podrían jugar un papel importante en la respuesta del hospedador y estar relacionadas con los mecanismos responsables de poder controlar la progresión de la infección”, apunta el investigador, primer autor del estudio publicado en la revista ‘Animals’.
Una prueba complementaria
Junto con otras técnicas que se utilizan habitualmente en el diagnóstico de la paratuberculosis (como las pruebas serológicas de ELISA o la PCR), los niveles de estas dos proteínas podrían emplearse como biomarcadores complementarios para conocer cuáles son los animales infectados o no en un rebaño y en qué fase de la infección se encuentran. “Hay que considerar que se trata de marcadores con una especificidad limitada, ya que se producen en muchos otros procesos inflamatorios, por lo que para otorgarles un enfoque diagnóstico siempre deberían valorarse conjuntamente con otros métodos más específicos”, advierte Espinosa.
Al no estar permitida la vacunación, la única forma para controlar la paratuberculosis en el ganado vacuno se basa en la identificación de los animales infectados. “El conocimiento de la enfermedad y, especialmente la determinación de la fase en la que se encuentran los animales, a lo que ayudaría el uso de estos biomarcadores, permitiría realizar su seguimiento y así poder establecer las estrategias correspondientes para determinar la conveniencia o no de su eliminación del rebaño y, de esta manera, establecer un equilibrio entre el control de la enfermedad y la minimización de las pérdidas económicas asociadas”, subraya Espinosa. Un avance en esta prometedora línea de investigación que trata de paliar los devastadores efectos de esta sigilosa y cada vez más extendida enfermedad en el ganado vacuno de España.