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Nicaragua Impulsa su Desarrollo Ganadero con la Fertilización In Vitro

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Instituto Nicaragüense de Biotecnología y Reproducción Animal (Inbra) pretende conseguir el mejoramiento genético y mayor productividad de su ganadería nacional, mediante la producción de embriones.

Una vaca de alto valor genético, en condiciones naturales, podría producir solo un ternero al año, pero mediante la técnica de fertilización in vitro esa misma vaca podría producir hasta 50 embriones anualmente, afirmó ayer el médico veterinario Nicolás Peña Lucena, director de campo del Instituto Nicaragüense de Biotecnología y Reproducción Animal (Inbra).

Peña Lucena, de origen colombiano, y el embriólogo Paul Koyner, director del laboratorio de Inbra, de origen panameño, presentaron ayer ese instituto, con el cual pretenden apoyar a los ganaderos del país a mejorar la genética de sus animales y por lo tanto su productividad.

“Con esta tecnología de la fertilización in vitro esperamos reducir la brecha generacional teniendo un mejoramiento genético mucho más rápido”, refirió Peña Lucena.

“Todo ganadero siempre aspira a hacer una selección de su ganado para llegar a su producción ideal, al animal que ellos quieren criar. Esto puede tomar mucho tiempo de forma natural. Con la fertilización in vitro podemos cortar ese tiempo, porque de sus vacas sobresalientes vamos a lograr que tengan más de una cría al año, que es lo natural. Podemos llegar a tener hasta 50 o más crías de una sola vaca de alto valor genético, que produzca una gran cantidad de leche o tenga más ganancia de peso, para obtener más carne”, explicó el especialista colombiano.

Técnica

La técnica conocida también como reproducción asistida en ganado bovino consiste en la obtención de óvulos de vacas de altas producción mediante aspiración folicular, los que luego son fecundados por espermatozoides de toros de alta calidad genética.

“Una aguja y una bomba de succión entra al ovario de la vaca, sin dolor ni ninguna consecuencia física, se puede hacer hasta dos veces por semana, y del campo por medio de una incubadora especial se traen los óvulos al laboratorio para que tengan su proceso de maduración, sean puestos en contacto en el laboratorio con los espermatozoides”, explicó Peña Lucena.

De lo anterior resultan embriones viables para ser transferidos a otras vacas en buenas condiciones de salud, conocida como madre receptora, o para ser congelados para su uso posterior, en dependencia de las necesidades de los ganaderos, o incluso para ser exportados o comercializados localmente.

1 ternero al año puede parir una vaca a través del proceso natural de preñez.

Los especialistas indican que la técnica permite elegir al ganadero el sexo del animal, es decir si la cría que va a nacer será hembra, para dedicarla a la producción de leche o macho, para la producción de carne.

Según Koyner, ese instituto “cuenta con equipos del primer mundo”. Peña Lucena dijo al respecto que eso le permite a Nicaragua estar a la vanguardia en esa técnica.

Ese laboratorio, en el que se invirtió US$500.000, puede producir 5,000 embriones mensualmente.

El objetivo del instituto es generar unas 24,000 preñeces al año, contó el experto colombiano.

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Foto. Paul Koyner, director del laboratorio de fertilización in vitro del INBRA.

Precio del Servicio

El Instituto Nicaragüense de Biotecnología y Reproducción Animal (Inbra) brindará el servicio a cuantos ganaderos lo deseen, según los especialistas.

El costo del servicio, explicó Peña Lucena, dependerá del número de preñeces logrado y la distancia en que el ganadero se encuentre.

“Nosotros cobramos por preñez lograda, para que el ganadero sienta que su inversión no se perderá. Nos paga cuando demostremos a los 60 días la gestación en una ecografía en sus vacas», explicó.

Los precios oscilarán entre los US$300 y US$600 por una preñez confirmada, afirmó.

Brasil como ejemplo

Según los expertos en el tema, Brasil es una de las potencias mundiales de la fertilización in vitro.

50 embriones al año puede producir una vaca mediante la fertilización in vitro.

Desde los años 90 introdujeron la técnica de la reproducción asistida y en poco tiempo lograron incrementar su producción de leche en un 300%, dijo Peña Lucena, el experto colombiano.

«Si el promedio de Centroamérica de producción de leche, poniendo a todos los productores, pequeños, medianos y grandes, están alrededor de cuatro a cinco litros diarios, nosotros podemos llegar a ese productor y decirle: con esta técnica, su próxima generación de terneras, teniendo el mismo manejo, la misma alimentación, podrá llegar a triplicarle la producción de leche», ejemplificó el experto.

Eso, añadió, se verá reflejado en los ingresos de los ganaderos y en una mejor calidad de vida de su familia.

Nicaragua es un país eminentemente ganadero. Su hato en la actualidad asciende, según el Banco Central de Nicaragua, a alrededor de 5.8 millones de cabezas.

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Un estudio revela el impacto del fuego en los suelos de los Andes peruanos

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Los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego.

En septiembre de 2018, un incendio arrasó casi dos mil hectáreas de matorral en el volcán Pichu Pichu, una zona de alto valor ecológico en los andes peruanos. A diferencia de los ecosistemas mediterráneos, donde la vegetación ha desarrollado estrategias para resistir el fuego, los suelos volcánicos de Arequipa, una de las regiones más secas del mundo, no están adaptados al fuego. Un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), de España, y de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, en Perú, ha recogido y analizado muestras de suelo de la zona incendiada, a 3.700 metros de altitud, para comprender cómo estos frágiles ecosistemas responden a la perturbación por incendio.

Los resultados, publicados en la revista Spanish Journal of Soil Science, indican que, cuatro años después del incendio, la combustión de la vegetación y el suelo y la erosión han causado una grave pérdida de carbono orgánico, un elemento esencial para la fertilidad del suelo. “Los Andes peruanos no están preparados para los incendios”, advierte Jorge Mataix Solera, catedrático de la UMH y experto en edafología con más de treinta años de experiencia en la recuperación de suelos quemados. Mataix recalca que, si bien el fuego es una fuerza ecológica natural, sus efectos pueden variar mucho dependiendo del ecosistema. Según se desprende del análisis realizado, el suelo del Pichu Pichu se ha degradado física y químicamente tras el incendio, por lo que la regeneración del ecosistema será más difícil. Además, la erosión producida tras el incendio ha desencadenado más procesos degradativos, reduciendo por ejemplo el contenido de arcilla, lo que debilita aún más la estructura del suelo.

Uno de los problemas detectados en estos suelos áridos es su tendencia natural a repeler el agua debido al tipo de materia orgánica que, junto con su alto contenido de arena, es un fenómeno que persiste tras el incendio. Sin vegetación para retener la humedad y la repelencia al agua, ésta se desliza en la superficie en lugar de infiltrarse, lo que acelera la erosión del suelo. “Mientras que los suelos bien estructurados y evolucionados como los mediterráneos poseen una elevada capacidad de retención hídrica, los suelos volcánicos andinos, muy jóvenes y arenosos, tras la pérdida de materia orgánica en el incendio pierden la capacidad de retener agua” explica la investigadora de la UMH Minerva García Carmona. “Por eso es tan importante conocer las consecuencias del fuego en este tipo de suelos jóvenes y frágiles”, declara la experta, “y un factor determinante es cómo influyen las plantas en el suelo, que son las que conforman el material combustible en el incendio”.

El estudio se centró en dos especies nativas con un papel clave en el ecosistema: Berberis lutea, conocida como ‘palo amarillo del Perú’, y Parastrephia quadrangularis, llamada ‘Tola’. Los investigadores analizaron si el fuego había afectado de manera diferente a los suelos según la vegetación predominante. Descubrieron que en las zonas dominadas por el palo amarillo la degradación fue más severa. “Es una planta más grande, con mayor biomasa, lo que seguramente intensificó los efectos de la combustión en el suelo”, aclara García.

El equipo de investigadores de la UMH conoce bien las consecuencias de un incendio en los bosques mediterráneos, más resilientes al fuego por su evolución histórica con la presencia del fuego que ha llevado a desarrollar múltiples estrategias de resistencia y resiliencia. Ahora, sus descubrimientos en el volcán Pichu Pichu reafirman la evidencia de que los suelos volcánicos de la región de Arequipa, que de forma natural retienen menos agua, se pueden ver particularmente degradados con la presencia de incendios, lo que acrecenta su vulnerabilidad a esta perturbación.

El Pichu Pichu se encuentra en la zona volcánica central de los andes. Los investigadores de la UMH recogieron muestras de suelo a unos 3.700 metros sobre el nivel del mar, donde las precipitaciones, de apenas 385 mm anuales, se concentran en tres o cuatro meses del año. De manera que la región de Arequipa se considera un ‘desierto frío’ -las temperaturas van de los 4 a los 18 grados centígrados- y la vegetación se compone principalmente de matorral muy adaptado a la sequía extrema.

Debido a las escasas precipitaciones, el cinturón volcánico de los Andes es una fuente de agua crucial para las áreas adyacentes. “Si bien Pichu Pichu está dominado por matorral, las faldas de la montaña están también cubiertas a una cierta altitud de bosque y albergan una gran diversidad de especies animales y vegetales”, señala el profesor de la UMH. A las faldas del volcán, se encuentran los bosques de queñuales (Polylepis), cuyas especies endémicas del Perú se encuentran en peligro de extinción.

El investigador de la UNSA Lunsden Coaguila explica que “no es fácil tomar muestras de suelo a tanta altitud”. En el estudio, realizado en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA), ha sido crucial la colaboración de la Comunidad Campesina Polobaya y la de la Comunidad Campesina Pocsi, que han permitido el acceso a las áreas de toma de muestras. “También, hemos contado con el apoyo del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre de Arequipa”, relata el experto.

En Perú, la mayor parte de los incendios se producen de julio a octubre. El proyecto de vigilancia por satélite Queimadas registró un máximo histórico de 7.037 focos en septiembre de 2024. “En una región como Arequipa, situada en una zona desértica, comprender el papel de los suelos bajo nuevos regímenes de incendios es esencial para evaluar la resiliencia de estos ecosistemas frente al cambio climático”, afirma el investigador de la UMH.

Mataix opina que, cuanto más sepamos, más podremos ayudar a diseñar estrategias de prevención y de tratamiento postincendio que ayuden a mitigar los efectos del aumento de las temperaturas y de la sequía intensificada. “Es tan necesario en Perú como en España”, concluye el experto, “aunque el fuego es un fenómeno natural, la crisis climática está exacerbando estos fenómenos y debemos hacer todo lo posible para adaptar los ecosistemas a las nuevas circunstancias y hacerlos más resilientes”.

 

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