Mantener la estabilidad del intestino es crítico para el levante de hatos lecheros rentables. Todo comienza con el animal joven que necesita apoyo para mantener una microflora saludable en su tracto intestinal.
La función ruminal óptima se logra cuando los nutrientes que aporta la ración maximizan el crecimiento y la actividad de la microflora ruminal. La ración debe tener el rango adecuado de tamaño de las partículas para formar un buen lecho ruminal, el cual es esencial para retener los ingredientes más finos en el rumen para su total fermentación y también para promover la «rumia», una señal de que el rumen está funcionando correctamente.
La energía fermentable es la «fuerza motriz» de la actividad ruminal. Una gama de fuentes de energía fermentable, junto con un cultivo de levadura viva seleccionado para su acción en el rumen, ayudará a impedir la acumulación de ácido láctico. Esto se debe complementar con fuentes de proteína de diferentes índices de degradabilidad ruminal, de manera que los microbios puedan «capturar» toda la energía y converitrla en crecimiento microbiano, aumentando tanto la tasa de fermentación como la producción de proteína microbiana.
Algunos microbios, especialmente los «digestores de fibra», pueden utilizar el nitrógeno no proteico y, una forma de liberación lenta de éste, ayudará a mantener la cantidad de amoniaco ruminal al nivel adecuado a lo largo de todo el ciclo digestivo. Esto deberá utilizarse junto con fuentes de nitrógeno más complejas, de disponibilidad inmediata.
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