La Organización Mundial de la Salud define a las zoonosis como aquellas enfermedades e infecciones transmitidas de manera natural entre animales vertebrados y seres humanos
La pandemia actual debida a la enfermedad COVID-19, asociada al virus SARS-CoV-2, ha despertado una especial preocupación en la sociedad por las zoonosis, ya que se ha vuelto del conocimiento popular la implicación de los murciélagos en el origen de dicho virus en China.
Efectivamente, los primeros reportes realizados en China, describieron la infección en personas que habían estado expuestas al nuevo coronavirus en el Mercado de Mariscos de Huanan. Se consideró que el nuevo coronavirus, SARS-CoV-2, se originó en dicho mercado y se transmitió a los humanos en algún momento del proceso de transportación, sacrificio y comercialización de los animales infectados. Específicamente, se sospechó de los murciélagos debido a que esos animales pueden albergar una variedad de coronavirus, incluyendo aquellos conocidos patógenos como el SARS-CoV y el MERS-CoV, asociados con síndromes respiratorios en humanos.
La alta similtud de la secuencia de nucleótidos entre el SARS-CoV-2 y los coronavirus tipo-SARS que infectan a los murciélagos del género Hipposideros en China, implicó que el hospedero natural del SARS-CoV-2 serían los murciélagos de ese género. Por otro lado, el descubrimiento de que el coronavirus que afecta al pangolin tiene una alta similitud de secuencia (del 85.5% al 92.4%) con el SARS-CoV-2, indicó que el pangolin podría ser considerado también como un hospedero del nuevo coronavirus que aqueja a la humanidad.
Sin ser pesimistas, hay que saber que actualmente existen diversos reportes de otras zoonosis que deben ser monitoreadas para evitar potenciales problemas de salud pública en gran escala. Por mencionar un par de ejemplos, podríamos considerar primero el caso de la Hepatitis viral tipo E. La hepatitis viral es una enfermedad infecciosa que afecta al hígado. Se ha observado que la gravedad de las infecciones por el virus de la hepatitis E suele ser mayor que la de las producidas por el virus de la hepatitis A. Además, la hepatitis viral tipo E afecta principalmente a adultos jóvenes y tiene un alto índice de mortalidad en mujeres embarazadas.
El virus de la hepatitis E es considerado un patógeno zoonotico emergente que ha adquirido relevancia en la actualidad. Se ha reportado su transmisión desde animales silvestres, animales de zoológicos y animales domésticos hacia los humanos; de hecho, se especula que las mascotas, como perros y gatos, pueden servir también como reservorios de ese virus, lo cual es un importante motivo de investigación. Un estudio reciente en los Países Bajos, describió la detección de anticuerpos específicos contra el virus de la Hepatitis E en perros, gatos y caballos de esa nación. Cabe señalar que los autores del estudio no detectaron el virus (RNA viral) en esos animales. En un estudio previo en Corea del Sur, se había descrito algo similar tanto en perros domésticos como en veterinarios que atienden mascotas. Lo anterior, plantea la necesidad de una mayor atención en estudiar el papel de las mascotas en la transmisión de la Hepatitis viral tipo E.
Otro ejemplo por destacar sería el caso de los patógenos del género Cryptosporidium spp. Algo interesante es que no se trata de ningún virus, sino de protozoarios parásitos. Un reporte reciente en España, describió un detallado análisis de los parásitos intestinales del zorro rojo (Vulpes vulpes) de Galicia. En dicho estudio, se identificaron cinco especies de Cryptosporidium, donde destacan: C. hominis y C. parvum, que son patógenos en humanos. La detección de dichos microoganismos sugiere la transmisión activa entre los animales silvestres y los de granja, lo que abre la posibilidad de transmisión al ser humano y la generación de casos de cripstosporidiosis.
La pandemia actual nos indica que cada país tiene una clara responsabilidad en identificar y monitorear aquellas enfermedades con un alto potencial de transmisión entre la población. La situación que vivimos por la enfermedad de COVID-19, nos da un ejemplo certero de lo rápido que puede propagarse una enfermedad infecciosa de origen zoonotico, por todo el planeta, en nuestra época.