La investigación que concluyó que eliminar la carne no es la solución a la crisis climática ofreció algunas soluciones para que las ganaderías de países de ingresos medios y bajos no adopten prácticas más nocivas para el medio ambiente de producciones industrializadas.
Paul Birthe, autor principal de la investigación publicada recientemente en Environmental Research Letters, señaló que la recomendación de reducir el consumo de carne y otros productos de origen animal en países más desarrollados no debe aplicarse de forma universal.
“Las conclusiones extraídas en informes ampliamente publicitados argumentan que una solución principal a la crisis climática y de salud humana a nivel mundial es comer poca o nada de carne, pero están sesgadas hacia los sistemas occidentales industrializados”, declaró.
En un análisis exhaustivo a la literatura científica en la red, él y sus colaboradores encontraron que la investigación sobre desarrollo de ganadería sostenible en países de bajos y medianos ingresos era escasa, con muy pocos estudios dedicados a estas naciones en África.
De hecho, ocho de los diez principales institutos del mundo que publican investigación sobre ganado en África desde 1945 están en otros continentes.
Los autores del estudio revelaron que la mayoría de expertos consultados (63 %) creen que existen soluciones muy prometedoras para reducir el impacto ambiental de la ganadería y que son mucho más efectivas que reducir el consumo de proteínas de origen animal.
Las tecnologías preferidas por estos investigadores se centraron en la mejora de las prácticas de pastoreo y alimentación, incluido un manejo adecuado del pastoreo, la siembra de forrajes mejorados, los sistemas silvopastoriles y los pastos cultivados, por citar algunos ejemplos.
A su juicio, existen soluciones pero aún no se han implementado a escala debido a gobiernos deficientes, falta de acceso a conocimientos y financiación, y la ausencia de cooperación institucional.
Con algunos ejemplos ilustraron que efectivamente ya se están adelantado programas en este sentido pero también hay factores que obstaculizan su aplicación a gran escala. Uno de estos es la gestión comunitaria de praderas en países como Kenia, Tanzania y Etiopía, pero las dificultades para delimitar los terrenos entre comunidades impide que se aplique de forma más amplia.
Otro es la intensificación del sector lácteo en África oriental mediante un mejor manejo del ganado y la conservación de alimentos, que ayudan a reducir la huella de gases de efecto invernadero. Sin embargo, solo algunas de estas soluciones se han explorado ampliamente.
La investigación destaca que países como Colombia y Costa Rica han avanzado en iniciativas relacionadas con la ganadería sostenible y que lograron encontrar estos resultados al buscar en la red.
Según los autores, estos casos evidencian la necesidad de integrar la investigación en los procesos de desarrollo y capacitación, así como también se requieren mecanismos financieros para que las iniciativas se institucionalicen y tengan impactos duraderos.
Asimismo, en la última década también se han realizado estudios en el sudeste asiático que dieron como resultado la identificación de especies y variedades de forrajes mejorados, que no solo aumentan la productividad del ganado sino que mejoran la gestión y el ciclo de nutrientes.
Sin embargo, la falta de inversión para difundir estas tecnologías va en contravía con un sector ganado en rápido desarrollo que depende en gran medida de las importaciones de concentrados como lo hace Vietnam. Para que los forrajes mejorados tengan una adopción más amplia, es necesario que las semillas estén disponibles comercialmente, lo que requiere una regulación de políticas y de inversión sectorial.