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El Queso más Caro del Mundo está Hecho con Leche de Burras Rescatadas en Serbia

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El queso más caro del mundo está hecho con leche de burras rescatadas, cuesta alrededor de $1,000 por aproximadamente dos tercios de una libra. 

El queso más caro del mundo es un queso único que se produce en un solo lugar. El Pule Donkey Cheese está hecho con leche de burra y se fabrica en una granja que forma parte de una reserva especial en la que se protege una raza de burro balcánico en peligro de extinción.

El queso Pule es semisuave, y de acuerdo a Food & Wine tiene notas bien equilibradas de dulzura, salinidad y aroma a hierba fresca. No se empaca en grandes tamaños, los moldes son de 50 gramos.

El Pule cuesta alrededor de $1,000 por aproximadamente dos tercios de una libra. Los costos de producción también son muy elevados, no es un queso fácil de elaborar y que cualquiera sepa hacer. Tampoco se elabora en poco tiempo.

Entre diversos factores que intervienen en su costo está la cantidad de leche que se necesita. Se requieren 6.6 galones de leche en total para hacer solo 1 kilogramo de queso. Las burras lecheras producen menos de un galón de leche al día.

Reserva especial de burro balcánico

Las burras con las que se elabora el queso Pule se encuentran en una Reserva Natural Especial de Zasavica. La reserva fue fundada en 1997 por Slobodan Simić Slobodan, comenzó a rescatar burros balcánicos maltratados de granjas. Actualmente hay 300 asnos en la granja.

“Nuestra idea principal sobre los burros era salvar esta especie, porque el número de burros en Serbia era menos de 1000… Cuando llegamos a los 200 burras, teníamos un excedente de leche, pensé que también deberíamos hacer queso”.

Hacer queso Pule no es fácil ni barato

Para un kilo de queso se necesitan seis galones y medio de leche. Las burras producen menos de un galón de leche al día, mientras las vacas producen hasta 15 al día. Solo hay unos 20 burros que producen leche en la granja a la vez.

Una burra solo produce leche una vez que haya tenido un bebé, el cual está gestando por un año y dos semanas; luego hay que esperar otros tres meses más, periodo en el que el bebé toma leche. Aunado a ello, el trabajo debe hacerse manualmente, al poner una máquina de ordeño se bloquea la leche.

En la granja se pueden llegar a producir apenas entre 50 y 70 kilogramos de queso al año, aunque no se vende esa cantidad, sino una tercera parte.

Slobodan dijo a Insider que mantener la granja en funcionamiento es muy caro. Se requieren de $ 100,000 al año para mantener la tierra, alimentar los animales y pagar a los trabajadores.

No cualquiera hace queso de burra

La leche de burra tiene poca grasa y poca caseína que permite los quesos coagulen, por ello, para realizar el queso se incorpora leche de cabra y una mezcla de aditivos y bacterias. El Pule se elabora con un 60% de leche de burra y un 40% de leche de cabra.

El fabricante de queso de burra serbio señala que reconocidos expertos en leche de muchos países han intentado hacerlo y han fracasado.

El queso Pule no puede ser vendido en todo el mundo

El Pule se realiza con leche fresca, sin hervir, los fabricantes creen que de hacerlo “perderá todos esos preciosos ingredientes y luego tendrá algo que no es valioso”. Algunos países no permiten la venta de quesos sin pasteurizar.

Food & Wine comparte que la leche de burra ha sido venerada durante mucho tiempo en los Balcanes por sus aparentes beneficios para la salud. “Se cree que es un refuerzo inmunológico y también es bueno para la piel”.

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La OMSA y la FAO instan a sus miembros a erradicar la Peste de los Pequeños Rumiantes

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La peste de los pequeños rumiantes (PPR), es una enfermedad devastadora que causa importantes pérdidas económicas y animales. Con tasas de morbilidad y mortalidad que pueden alcanzar el 100 % en poblaciones no expuestas previamente, esta enfermedad vírica altamente contagiosa representa una grave amenaza para ovejas, cabras y ciertas especies de rumiantes silvestres.

Más allá de su impacto en la sanidad animal, las pérdidas económicas asociadas a la PPR ascienden a unos 2.100 millones de dólares estadounidenses al año. Desde su identificación en 1942, la PPR se ha propagado a más de 70 países en África, Asia, Oriente Medio y Europa del Este, arraigándose en muchas regiones y representando una seria amenaza para los medios de vida y las economías frágiles. Esta enfermedad socava los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria y la nutrición, especialmente en zonas donde más de 330 millones de personas, principalmente pequeños agricultores y comunidades de subsistencia, dependen de los pequeños rumiantes.

Aún se requiere más trabajo para lograr la erradicación

La exitosa erradicación de la peste bovina en 2011, que demostró el poder de la colaboración y los esfuerzos concertados para proteger la sanidad animal y los medios de vida humanos, motivó a la comunidad veterinaria mundial a designar la PPR como la siguiente enfermedad prioritaria a erradicar, junto con la rabia transmitida por perros. En 2015, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lanzaron la Estrategia Global de Control y Erradicación de la PPR (PPR GCES, por sus siglas en inglés)  , con el ambicioso objetivo de erradicar la enfermedad para 2030.

Durante los 10 años transcurridos desde el lanzamiento de la estrategia PPR GCES, se han logrado avances significativos. Entre las iniciativas se incluyen la implementación del Proyecto Regional de Apoyo al Pastoralismo en el Sahel (PRAPS)  , varios proyectos financiados por la Unión Europea, proyectos de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa de EE. UU. (DTRA), y el lanzamiento del Programa Panafricano para la Erradicación de la PPR y el Control de Otras Enfermedades Prioritarias de los Pequeños Rumiantes  . Sin embargo, aún queda mucho por hacer.

La propagación continua de la PPR hacia nuevas regiones y su arraigo en áreas endémicas, agravados por el acceso limitado a servicios veterinarios en comunidades marginadas, siguen siendo grandes desafíos para su eliminación. Superar estos obstáculos es esencial para lograr la erradicación de la PPR, proteger los medios de vida y reforzar la seguridad alimentaria de algunas de las poblaciones más vulnerables del mundo. Es imperativo mantener un esfuerzo global sostenido y coordinado para garantizar el éxito de la estrategia PPR GCES y fortalecer la resiliencia de las comunidades que dependen de los pequeños rumiantes.

Un compromiso con la colaboración global

Los pequeños rumiantes suelen ser el recurso más importante, y en algunos casos el único, del que dependen ciertas poblaciones vulnerables para sobrevivir. La erradicación de la PPR abriría oportunidades económicas tanto a nivel nacional como internacional, contribuyendo al crecimiento y la estabilidad. Las ovejas y las cabras desempeñan un papel esencial en la vida de muchos agricultores, especialmente mujeres y jóvenes, quienes a menudo están subrepresentados en los espacios públicos y de toma de decisiones.

Desde el inicio de la estrategia PPR GCES, ha quedado claro que los brotes pueden gestionarse y que se puede desarrollar una inmunidad colectiva mediante el establecimiento de mecanismos nacionales de financiación para actividades clave de prevención de enfermedades animales, la promulgación de políticas y normativas favorables, la inversión en la producción de vacunas y diagnósticos para la PPR, y la concienciación y formación sobre tecnologías de prevención y control.

Para tener éxito, los esfuerzos de erradicación deben seguir una estrategia bien diseñada y coordinada, respaldada por una infraestructura sólida y la inversión en el personal veterinario. Estos esfuerzos deben priorizarse y reconocerse como un bien público internacional mediante un compromiso político firme y la movilización de recursos. La OMSA y la FAO instan a sus Miembros a seguir comprometidos con la inversión en enfoques.

¿Qué es la peste se pequeños rumiantes?

La peste de pequeños rumiantes (PPR) es una enfermedad vírica causada por un morbilivirus estrechamente relacionado con el virus de la peste bovina que afecta a caprinos y ovinos y a algunos parientes silvestres de pequeños rumiantes domésticos, así como a los camellos. Se identificó por primera vez en Côte d’Ivoire en 1942.

Se caracteriza por tasas de morbilidad y mortalidad significativas, y tiene un alto impacto económico   en zonas de África, Oriente Medio y Asia, donde los pequeños rumiantes contribuyen a garantizar la subsistencia.

Los animales afectados presentan una fiebre alta y depresión, junto con secreciones en los ojos y las fosas nasales. Los animales no pueden comer, ya que la boca se cubre de dolorosas llagas erosivas y sufren de neumonía y diarrea graves, que llevan, con frecuencia, a la muerte.

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