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El cambio climático puede perjudicar la calidad de las Pasturas

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Estudios apuntan que el calentamiento puede hacer que las plantas forrajeras se vuelvan más fibrosas y menos proteicas. De este modo, el ganado necesitará comer más para alcanzar su peso de faena y producirá más metano.

El aumento de las temperaturas medias que se espera para las próximas décadas, de al menos 2 °C, puede tener un impacto inesperado en los bolsillos de los productores ganaderos. Nuevos estudios sugieren que uno de los efectos del cambio de clima será la disminución en la calidad de las pasturas, que se volverán menos proteicas, más fibrosas y, por ende, de digestión más lenta.

Como consecuencia de ello, el ganado tendrá que consumir más alimento para alcanzar su peso de faena y pasará a producir más metano, un potente gas causante del efecto invernadero.

Estas conclusiones se basan experimentos realizados por el equipo de Carlos Alberto Martinez y Huaman, docente del Departamento de Biología de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FFCLRP-USP), en Brasil. Participaron en este estudio investigadores de este país –vinculados al Instituto de Botánica de São Paulo, a la Universidade Estadual Paulista (Unesp) de la localidad de Jaboticabal y al Instituto Federal Goiano, en su campus de la localidad de Rio Verde–, como así también de Estados Unidos, ligados a la Universidad de Illinois. El estudio conto com el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo – FAPESP.

“Procuramos entender cómo responderán fisiológica y productivamente las pasturas forrajeras ante las condiciones futuras del clima, que comprenden el aumento de la temperatura media y de la concentración de dióxido de carbono (CO2), aparte de la disminución de la disponibilidad de agua”, declaró Martinez.

Las principales especies vegetales cultivadas se clasifican como C3 y C4, una nomenclatura relacionada con la vía que las plantas emplean para fijar el carbono durante la fotosíntesis. La soja y el frijol, por ejemplo, utilizan la vía C3. Las gramíneas tropicales, tales como la caña de azúcar, el maíz y las forrajeras, desarrollaron un sistema complementario a la C3 denominado vía C4.

En busca de determinar con precisión las alteraciones fisiológicas que las forrajeras sufrirán en el futuro, Martinez evitó realizar experimentos en invernaderos, sitios considerados limitados para efectuar las simulaciones necesarias.

Tal como lo explicó el investigador, las plantas existentes en los invernaderos se cultivan en macetas y, de este modo, el crecimiento de sus raíces se ve limitado. Por consiguiente, crecen menos que en campo abierto. Otras variables imposibles de reproducir en invernadero son la intensidad y la variación de la luminosidad y de la temperatura, provocadas por la acción del viento sobre las hojas, además de la profundidad del suelo, en el cual las raíces pueden penetrar en busca de agua.

“Para algunos experimentos, el modelo de macetas es válido, pero para las simulaciones del clima futuro también se hace necesaria la realización de experimentos en campo. Logramos suministrarles calor a las plantas al aire libre con estufas infrarrojas. Asimismo, enriquecimos el aire con CO2 en ambiente abierto, merced a una infraestructura denominada Trop-T-FACE, instalada en campo con el apoyo del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales [PFPMCG]”, dijo Martinez.

Los experimentos se realizaron en campo abierto, en donde las plantas se encuentran sometidas a condiciones normales de temperatura, luminosidad, viento y humedad y el suelo es profundo, con lo cual las raíces pueden extenderse en busca de agua.

La especie empleada fue el pasto guinea (Panicum maximum), una forrajera tropical de origen africano que realiza la fotosíntesis por la vía C4. Este pasto guinea, ampliamente utilizado en Brasil en pasturas debido a su alta calidad nutricional, es común en São Paulo y en otros estados del país.

“Pusimos estufas infrarrojas en 16 canteros para suministrarles calor a las plantas 2 °C por encima de la temperatura ambiente. Los aparatos pueden detectar la temperatura ambiente cada 15 segundos, ajustando los valores de acuerdo con las necesidades”, dijo Eduardo Habermann, becario de la FAPESP y primer autor de los trabajos publicados en las revistas Physiologia Plantarum y PLOS ONE.

“El experimento se realizó en noviembre de 2016, un período de gran calor. La temperatura ambiente se encontraba en 38 °C, y en los canteros llegó a los 40 °C”, dijo Habermann.

En el transcurso del experimento, los investigadores verificaron las condiciones de los intercambios gaseosos de las plantas con la atmósfera, las condiciones de la fotosíntesis, la fluorescencia de la clorofila, la producción de follaje (biomasa) y la calidad nutricional de la pastura.

“Observamos que, en condiciones de sequía, las plantas procuran ahorrar agua del suelo. Este control está a cargo de los estomas, que son pequeñas estructuras existentes en las hojas que se abren para absorber CO2.

Pero al hacerlo pierden agua. Con poca agua en el suelo, las raíces se resienten. Las plantas cierran sus estomas y traspiran menos. El efecto de la economía de agua es la disminución de la fotosíntesis, con el consiguiente deterioro de la calidad de las plantas”, dijo Habermann.

Aparte del apoyo de la FAPESP, este trabajo también contó con financiación del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) y de la Agencia Nacional de Aguas (ANA) de Brasil.

Hojas más fibrosas

Otras respuestas del pasto guinea al estrés hídrico detectadas en el estudio fueron el aumento de la cantidad de fibras de las hojas y la disminución del tenor de proteínas brutas, factores que implican una pérdida de calidad nutricional.

Los investigadores estiman que, en las condiciones futuras de temperatura, el aumento de la cantidad de fibras redundará en una digestión del ganado más difícil y lenta. La consecuencia directa de esto será que los animales producirán una mayor cantidad de metano.

“El ganado deberá consumir más pasto hasta llegar a su peso de faena. Para mantener el mismo nivel de producción, los ganaderos deberán complementar la alimentación del hato y regar las pasturas, con un impacto significativo sobre sus costos de producción”, dijo Martinez.

Otra alternativa, no siempre posible, sería la expansión de las áreas de pasturas, lo cual puede promover el desmonte o hacer que los productores dejen de lado otros cultivos.

El equipo también realizó experimentos con plantas C3, tales como la leguminosa estilosantes campo grande (una mezcla de las especies Stylosanthes capitata y Stylosanthes macrocephala), una forrajera rica en proteínas y que ejecuta la función de capturar el nitrógeno de la atmósfera y fijarlo biológicamente en el suelo, con lo cual lleva a una disminución de la inversión en insumos agrícolas, contribuye con la reducción de los impactos ambientales y hace posible un mayor aumento del peso de los animales.

“Los experimentos de cambios climáticos realizados con la leguminosa C3 arrojaron los mismos resultados. La calidad nutricional se reduce”, dijo Martinez.

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Girolando, la mejor alternativa para la producción lechera en climas cálidos

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Con una producción promedio de 5.000 litros de leche durante 305 días bajo el calor del clima tropical, estas terneras presentan una mayor resistencia y adaptación al entorno, lo que aumenta sus tasas de supervivencia. Estas cualidades las destacan en un país donde la cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %. Las terneras Girolando pueden producir en promedio 5.000 litros de leche durante 305 días en climas cálidos. Fotos: Felipe Argoty, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia sede Palmira.

En Colombia la producción lechera afronta una crisis marcada por los altos costos tanto de los insumos importados utilizados por la industria como de los alimentos concentrados para el ganado, además de factores como la tendencia al bajo consumo en el mercado y el encarecimiento de las tierras en zonas tradicionales de ganadería, entre otros, situación que ha obligado a los productores a buscar nuevas alternativas que permitan mantener la rentabilidad del negocio y reducir las pérdidas.

Foto. La cría de terneras enfrenta tasas de mortalidad de hasta el 25 %

Cerca del 80 % de la producción de leche proviene de animales con composición genuina en su genética, escenario en el que resaltan las terneras Girolando, una raza que toma y supera lo mejor del cruzamiento entre la productividad de la Holstein y la rusticidad de la Gyr, lo que les permite adaptarse a altas temperaturas, ser más tolerantes a parásitos y poderse pastorear en condiciones adversas, características que las convierten en la mejor opción para climas tropicales como los de Tolima, Valle del Cauca, Magdalena Medio y los Llanos Orientales y la Costa Caribe, en donde han demostrado un rendimiento superior.

En la industria lechera la etapa más crítica es la cría de las terneras, ya que es cuando los animales dependen de una adecuada alimentación y cuidados especiales para asegurar su supervivencia y óptimo desarrollo. Además de ser costosa, esta fase se asocia con altos índices de mortalidad, en particular por problemas de nutrición.

Ante este problema, durante su Maestría en Ciencias Agrarias en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, el zootecnista Luis Felipe Argoty López evaluó mediante tres experimentos alternativas para mejorar la rentabilidad durante la cría, con dietas menos costosas pero con el aporte nutricional necesario para evitar problemas de crecimiento y desarrollo, clave en la crianza de reemplazo, cuando preparan a las terneras para que se conviertan en futuras vacas lecheras que renueven el hato y mantengan la productividad del sistema.

Foto. En Colombia cerca del 50 % de la producción de leche proviene de cruces de toros y cebús.

El Estudio

En la investigación se analizó el crecimiento y desarrollo ruminal (ingesta de alimento sólido) de 19 terneras Girolando F1 con edades entre 14 y 22 meses, en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias, municipio de Guacarí (Valle del Cauca).

Para el trabajo se hicieron 3 grupos de animales con sendos tratamientos. A los del primer grupo (grupo control) se le suministraron 4 litros de leche al día, repartidas en dos tomas, y concentrado comercial; al segundo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento experimental; y al tercer grupo, 4 L de leche distribuidos en tres tomas, más consumo de alimento comercial. A todos los tratamientos se les suministró pasto pangola y agua a voluntad.

Sobre el alimento experimental, el investigador explica que “hicimos ajustes dentro de la proteína, la pusimos un poco más disponible dentro de la dieta de las terneras, usamos soya, maíz, algunos cereales, premezclas, un promotor de crecimiento ruminal y lo que utilizan todos los alimentos concentrados, porque el reto era hacer un concentrado experimental similar en composición al comercial, pero con algunas mejoras”.

Foto. El estudio se realizó con 19 terneras en el corregimiento de Santa Rosa de Tapias (Valle del Cauca)

También recolectó muestras de sangre cada 15 días, para analizar metabolitos como proteína, albúmina, globulinas, calcio, betahidroxibutirato (BHB) y cortisol. Así mismo evaluó parámetros biométricos como edad, peso, circunferencia, altura, ganancia de peso, consumo promedio y conversión alimenticia. Cada variable evaluada se analizó estadísticamente a través de un modelo mixto de medidas repetidas.

Aunque en la ganancia de peso los resultados no arrojaron diferencias significativas entre los tratamientos, entre muestreo sí las hubo y se evidenció que la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal.

También se evidenció que “la edad de los animales influye en la concentración de proteínas en la sangre y que el BHB permite conocer indirectamente el desarrollo ruminal”.

Foto. Con la raza Girolando se puede obtener una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas

El investigador destaca que, “este indicador sugiere que las terneras están desarrollando su rumen de forma óptima, lo cual es esencial para una digestión eficiente, y en última instancia para su futura capacidad de producir leche”.

También se registraron bajos niveles de cortisol en la sangre, una hormona que se libera en respuesta al estrés y puede afectar el crecimiento y la salud general del animal. Altos niveles de este indican que las terneras están experimentando estrés, lo que puede influir negativamente en su sistema inmunológico y reducir su capacidad de aprovechar nutrientes, afectando el desarrollo del rumen y la futura producción de leche.

“Si logramos que más productores opten por razas como la Girolando, tendríamos una producción lechera más competitiva y menos dependiente de razas europeas, cuya adaptación a nuestras condiciones es limitada”, anota el magíster.

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