Un grupo de científicos del CONICET en el Instituto de Evolución, Ecología Histórica y Ambiente y la University of North Texas refutó una antigua hipótesis arqueológica que sugería la presencia de grupos de pastores de camélidos (llama o alpaca) en el sur de la provincia de Mendoza, antes de la llegada de los españoles al continente.
Los científicos llegaron a esta conclusión luego de analizar el ADN de cuarenta y dos muestras de camélidos antiguos, de entre doscientos y dos mil quinientos años de edad, provenientes de diecisiete sitios arqueológicos de la zona.
Los resultados del estudio, publicado en PLOS One, contradicen las afirmaciones sobre la presencia de llama en esta región al demostrar que la totalidad de las muestras procesadas corresponden a la especie silvestre Lama guanicoe (guanaco).
“Los huesos de camélidos analizados provienen de sitios arqueológicos, lo que indica que los mismos fueron parte de la dieta humana. Es muy importante saber si los grupos locales prehistóricos comían animales silvestres que cazaban o si, por el contrario, la dieta se basaba en animales domésticos como la llama. El que los grupos locales hayan sido cazadores recolectores o productores de alimentos tiene profundas implicancias en la forma de vida que estas poblaciones habrían tenido, en términos de su demografía, relaciones con grupos vecinos, uso del ambiente, entre otros. De ese modo, el trayecto evolutivo tomaría una u otra forma”, afirma la primera autora del trabajo, Cinthia Abonna, quien hasta principios del mes pasado fue becaria posdoctoral del CONICET.
Los resultados han contribuido a la discusión sobre la dispersión de los sistemas de producción de alimentos en una región en la que actualmente se debate la presencia de grupos sedentarios en lugar de los cazadores recolectores móviles establecidos desde hace, al menos, diez mil años.
“Dado que el sur de Mendoza habría conformado la zona límite de la dispersión de la agricultura, es decir, hasta donde se asentaron agricultores, la posibilidad de la presencia de llamas en la región podría indicar que las sociedades de productores de alimentos incluían no sólo plantas domésticas sino también animales. De ese modo, la organización social podría ser distinta en términos de complejización. Los estudios de ADN antiguo realizados por nuestro equipo descartan esta posibilidad”, explica Gustavo Neme, investigador independiente del CONICET en el IDEVEA y otro de los autores del trabajo.
Gracias a los datos obtenidos, que indican la presencia de antiguas poblaciones de guanacos, los investigadores intentan ahora conocer cómo varió su tamaño. “A partir de la diversidad genética de los especímenes óseos analizados, estamos reconstruyendo los cambios en la demografía del guanaco a lo largo del tiempo durante los últimos diez mil años en el sur de Mendoza. Esto permitirá no solo conocer la disponibilidad del principal recurso de caza para los grupos humanos de la región y sus variaciones a lo largo del tiempo, sino también aportar al manejo y conservación de esta especie dentro y fuera de los ambientes de reserva de nuestra provincia”, concluye la científica.