En las últimas tres décadas no cambió mucho la rutina de Mohammad Ali, pequeño productor lechero de la aldea de Aliabad, en el distrito de Narowal, en la oriental provincia pakistaní de Punyab.
Se despierta con una sonrisa y camina hasta el establo para ordeñar manualmente a sus tres vacas. Solo detiene su labor para desayunar un poco de pan sin levadura y té con leche.
Sin inmutarse ante la multitud de moscas que rodean las cubetas de leche, cuidadosamente vierte esta en un contenedor de aluminio, al que asegura en su motocicleta y lo traslada al comercio más cercano, que le compra 14 litros cada día.
Por mucho tiempo, este agricultor de 40 años aceptó la idea de que cada una de sus vacas no podía producir más de tres o cuatro litros al día, apenas lo suficiente para poner comida en la mesa de su hogar y vestir a su familia.
Y así era hasta que oyó hablar de la granja Jassar. Un vecino le contó que en ese lugar, ubicado en una aldea del mismo nombre a apenas dos kilómetros de distancia, las vacas producen tres veces más leche que las de Aliabad.
Administrada por Shahzad Iqbal, emprendedor social de 43 años, esa granja «milagrosa» (en la que más de 500 de las 600 vacas producen entre 12 a 14 litros al día) comenzó a operar en 2007 sobre la base de un modelo científico y en un sólido plan de negocios.
«Comencé a importar semen de toros exóticos puros, en vez de la práctica más común de importar vacas de elite de Estados Unidos y Australia, que cuestan miles de dólares», dijo Iqbal a IPS.
Entonces inseminó a las vacas locales y, una vez que nació la primera generación de cría, comenzó a cruzar los animales con los de su propia manada. Las nuevas vacas producen más leche.
Iqbal ve gran potencial en la industria lechera y ganadera de Pakistán, en la que participa alrededor de 20 por ciento de la población.
Unas 8,5 millones de pequeñas familias rurales, aunque sin tierra propia, sostienen el sector lechero y ganadero, del que dependen en total 40 millones de personas para su subsistencia. La mayoría de los productores tienen apenas tres o cuatro vacas.
Con más de 162 millones de cabezas de vacas, búfalos, ovejas, cabras, camellos, caballos, asnos y mulas, Pakistán es el cuarto país con mayor población ganadera.
«Es difícil cambiar la actitud de esos agricultores pobres», admitió Iqbal en diálogo telefónico con IPS desde Narowal.
Pero el cambio es exactamente lo que está buscando, convencido de que la inseminación artificial puede elevar la producción láctea a un mínimo de 2.000 litros por animal al año.
Esto «se traduce en 80.000 rupias (814 dólares) de ganancias extra para cada agricultor si la leche se vende al actual precio de 40 rupias (0,40 dólares) por litro», indicó.
«Según la Encuesta Económica de Pakistán, el ganado genera 40 por ciento de los ingresos rurales y 11,6 por ciento del producto interno bruto (PIB) del país. Si logramos duplicar eso, podemos contribuir significativamente al PIB de Pakistán», añadió.
Si los agricultores pueden adoptar las prácticas científicas, señaló, el país puede producir unos 16.000 millones de litros extra de leche por año.
«Debido a su ventajosa ubicación geográfica, Pakistán podría convertirse en un importante proveedor de productos lácteos para países islámicos dependientes de las importaciones, desde Malasia hasta Marruecos», destacó.
Pero, en base al censo nacional de ganado de 2006, la producción estimada de leche entre 2011 y 2012 fue de solo 42.000 millones de litros, apenas lo suficiente para satisfacer la propia demanda interna, según Iqbal.
Este país gasta 500.000 millones de dólares al año en importar productos lácteos.
En un esfuerzo por cubrir esta brecha, la granja de Jassar ahora produce semen de toro de «alta calidad» a un precio accesible.
Con una red de 6.000 técnicos, la iniciativa distribuye 75.000 dosis por mes desde Punyab hasta Sindh, a un precio de entre 150 y 300 rupias (entre 1,5 y tres dólares).
Rizwan Hameed, licenciado en mercadeo que trabaja en la granja de Iqbal, dijo que la calidad del semen es comparable al de las razas de élite importadas, pero se distingue por su bajo precio.
«Nuestra dosis es 10 veces más barata que la variedad importada, que se vende a unas 2.000 rupias (20 dólares)», indicó.
Preservando las razas locales
Tanveer Ahmad, del Departamento de Producción y Administración Ganadera en la Universidad de Agricultura Árida, en Rawalpindi, coincidió en que la inseminación artificial permite la cría de animales genéticamente superiores, «disminuyendo la propagación de enfermedades venéreas e incrementando la producción».
Pero teme que las laxas regulaciones del mercado afecten a las razas locales.
«Hay una inseminación indiscriminada en marcha, que puede afectar a nuestras razas puras», mencionó.
En vez de importar, el experto prefiere el uso de semen de alta calidad tomado de animales locales, como de la raza sahiwal, originaria den Punyab.
«Nuestros animales de elite son más resistentes al clima y al ambiente, pueden resistir el calor y no desarrollan garrapatas, como lo hacen las cruzas con variedades importadas», indicó.
Irfan Elahi, secretario del Departamento de Ganadería de Punyab, coincidió con él. En diálogo telefónico con IPS desde Lahore, Elahi informó que se había presentado un proyecto de ley en la asamblea legislativa provincial para regular a las unidades de producción de semen.
Ya hay una prohibición a la inseminación artificial de ganado sahiwal con semen exótico. Esos animales solo pueden ser inseminados con semen de mejor calidad de la misma raza, indicó.
El gobierno de Punyab también ha estado activamente realizando investigaciones ganaderas. En 2006 comenzó a examinar las crías de las vacas sahiwal y del búfalo local Nili-Ravi.
Además, el gobierno provincial de Punyab estableció 976 centros de inseminación artificial para proveer servicios a pequeños agricultores. La Junta de Desarrollo Ganadero y Lácteo de Punyab capacita a inseminadores y provee equipos gratis.
No obstante, muchos agricultores todavía son renuentes a los cambios. Shafaqat Ali, de la Asociación de Productores Lácteos de Pakistán, cree que esto se debe a que los precios siguen siendo muy altos.
«Cada dosis importada cuesta en cualquier lado entre 6.000 y 25.000 rupias (entre 60 y 250 dólares), y no hay garantía de que esa dosis preñe al animal», indicó.
«Un agricultor pobre no puede darse el lujo de asumir el riesgo, así que depende del método natural», dijo por vía telefónica desde Faisalabad, ciudad de Punyab.
En los países industrializados, entre 90 y 92 por ciento de los animales son inseminados artificialmente, pero la tasa en Pakistán es de entre siete y ocho por ciento, según Iqbal.