Revisamos el caso español donde la marca blanca y las importaciones de quesos de bajo valor añadido procedentes del norte de Europa ganan posiciones en los lineales y en la cesta de la compra, poniendo en jaque a todo el sector lácteos en España. La situación inflacionaria ha provocado que el consumo de lácteos se haya estancado durante el 2023, siendo los yogures, batidos y quesos nacionales las categorías que más han sufrido. La competitividad se convierte en factor clave para la supervivencia del sector, principalmente, en el caso del ovino y el caprino de leche, cuya producción se destina a la elaboración de quesos tradicionales.
La Federación Nacional de Industrias Lácteas de España (FeNIL) ha presentado la tercera edición del Barómetro del sector lácteo, una iniciativa destinada a difundir de manera periódica los datos más relevantes del sector. Esta tercera entrega refleja un estancamiento en el consumo de alimentos lácteos en España, mientras que crecen las importaciones y se dispara el consumo de alimentos lácteos de marca del distribuidor.
El 2023 cerró con un estancamiento del consumo de alimentos lácteos
Los hogares españoles consumieron en el año 2023 un total de 4.233 millones de toneladas de leche y lácteos, lo que representa una discreta variación de +0,16% respecto al año anterior, según los datos elaborados por Circana (antes IRI) para FeNIL. Si bien las ventas totales crecieron en valor debido al aumento de precios, el sector observa con preocupación el cambio que se está produciendo en los patrones de consumo.
Por categorías, el volumen de ventas de yogures y postres cayó un 3,1%, así como los batidos, que bajaron un 2,5%. La leche líquida experimentó una subida del 1,8% y, aunque el conjunto de quesos creció un 1,1%, el volumen de las ventas de queso tradicional español cayó por encima del 3%.
El contexto inflacionario propicia que los consumidores se refugien en la marca blanca y en las importaciones de quesos bajo valor añadido
La situación de crisis inflacionaria que viene afrontando la UE y España desde 2022 ha convertido a la marca del distribuidor (MDD), también conocida como «marca blanca», en un refugio para los consumidores. Prueba de ello es que, en la práctica totalidad de categorías lácteas, su cuota de mercado ya supera a las marcas de fabricante (MDF) en volumen. En el caso de la leche líquida clásica, la MDD obtuvo el año pasado una cuota del 58%, mientras que en yogures y quesos esa cuota llegó a rozar el 70%.
En cuanto a las importaciones de leche y lácteos, en el 2023 se comercializaron en España un total de 890.000 toneladas provenientes del extranjero, el dato más alto de los últimos 10 años, frente a las 510.000 exportadas por las industrias nacionales. En el pasado, España solía importar leche cruda como materia prima para su industria láctea, mientras que, en la actualidad, las importaciones se centran en productos terminados de bajo valor añadido, como quesos procedentes de Alemania o Países Bajos.
Este hecho está poniendo en peligro al sector quesero nacional, formado por un gran tejido de medianas y pequeñas empresas familiares, que observa cómo está siendo expulsado del lineal de las grandes superficies y de los mercados de exportación. Aunque el consumo de quesos en su conjunto creciera el año pasado en torno al 1%, la evolución fue diferente por subcategorías: aumentaron las ventas de queso importado, entre los que se incluyen también los rallados y fundidos, mientras que cayeron las de quesos tradicionales y frescos.
La competitividad como factor clave para la supervivencia y desarrollo del sector
Para Luis Calabozo, director general de la Federación Nacional de Industrias Lácteas de España (FeNIL), “la industria láctea española, y más aún la PYME, afronta momentos de gran incertidumbre, pues ha asumido la mayor parte del incremento de los costes de producción derivado de la crisis inflacionaria (energía, transporte, materias primas, etc.). Aunque se vislumbra una estabilización de ciertos costes, algunos de ellos, como el precio que se paga por la leche a los ganaderos, persisten en niveles más altos que en el resto de la UE”. Además, ha añadido que “desde el inicio de la crisis de costes en 2022, la industria láctea ha desempeñado un papel crucial como estabilizador de los precios al consumidor”.
En este contexto, Calabozo señala que “la competitividad es un factor fundamental para no destruir tejido ganadero e industrial. Las cifras muestran que los precios récord pagados a los ganaderos de oveja y cabra por su leche, lejos de estimular la producción, están produciendo un efecto opuesto. Nuestros quesos están dejando de ser competitivos y están siendo sustituidos por importaciones de bajo valor añadido, acumulándose grandes stocks de queso nacional que obligan a reducir su ritmo de fabricación y, en consecuencia, a que haya una menor necesidad de leche por parte de las queserías”.
Consumir lácteos de origen nacional como forma de apoyo al sector
Luis Calabozo, director general de la Federación, ha recordado que, según las recomendaciones de las autoridades sanitarias y de nutrición, la pauta idónea de consumo de lácteos está fijada en 3 raciones al día, llegando a 4 en ciertas etapas de la vida.
Además, ha señalado que es fundamental que los consumidores opten por lácteos elaborados en España y que se reconozca el valor que hay detrás de cada vaso de leche, yogur o trozo de queso, de forma que todos los eslabones reciban un precio acorde a su labor en la cadena. Apuntan también que, “al respaldar hoy a nuestro sector productor y transformador eligiendo lácteos españoles, no solo estamos preservando nuestra cultura e identidad gastronómica, sino que, además, apoyamos la economía de las zonas rurales”.