Crianza de Terneros Braford en el Norte Argentino

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El paisaje es verde intenso en el camino rural de Hasenkamp, en el límite entre los departamentos argentinos de Paraná y La Paz. Las últimas lluvias permitieron tener una primavera amigable. A ambos lados, se suceden chacras abiertas sembradas con soja y maíz de la nueva campaña y a medida que uno se va acercando a la zona de Alcaraz, aparece tímidamente el monte. Espeso, de árboles bajos y espinosos. Esta combinación de ambientes permite hacer agricultura y ganadería con buenos rendimientos. 

Esta enviada viajó hasta el establecimiento San Gregorio para conocer el trabajo que se realiza en este campo ganadero en cría y en la cabaña de toros Braford, aunque también tiene agricultura.

El lugar fue elegido hace algunos días por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva) para mostrar, justamente, las tecnologías aplicadas en la zona para lograr tener un negocio ganadero eficiente.

José Amarilla es correntino y el encargado de San Gregorio. Además, quien fue el guía en la recorrida por el campo. Habla pausado y con la seguridad de quien conoce al detalle cómo se fueron dando las transformaciones en el campo.

“El giro que dio en los últimos 24 meses el negocio de la producción de carne a base de pasto nos impulsó a acelerar cambios que veníamos desarrollando e intentando implementar, y que en este momento, con los márgenes económicos que existen, podemos generar”, explicó, en referencia a las transformaciones que están aplicando al planteo del establecimiento, que pertenece a la firma Maradona Sociedad Anónima.

Trabajan 2.200 hectáreas propias ubicadas en el distrito Alcaraz Segundo. Destinan un 70 por ciento de la superficie a la agricultura y un 30 por ciento a la ganadería de cría, cabaña de toros e invernada de vacas. El rodeo es un 90 por ciento Braford, y el 10 por ciento restante es parte Hereford y parte Brangus.

En referencia a la elección de las razas, Amarilla explicó que se debe, en parte, a las existencias que había en el campo cuando en el año 1959 se inscribió la administración de San Gregorio. Luego se incluyó Brangus para la producción de toros. “Pero apuntamos a mantenernos en un rodeo 3/8 Braford y eso se debe fundamentalmente a la rusticidad y adaptación que tiena a la zona”, enfatizó.

La cría se realiza en lotes en los que el monte es el espacio más utilizado. Manejan 500 vientres, de manera racional y con servicios naturales y estacionales que van de octubre a enero. De las más de 1.000 cabezas que integran el total del rodeo, un 4 por ciento es de toros propios.

La preñez la controlan en el mes de abril de cada año. Las vacas preñadas van a pasturas cultivadas con pastoreos rotativos o a lotes empastados de monte natural. Tienen un índice de preñez del 85 por ciento.

“Realizamos acciones estratégicas como el tacto para detectar anestro. Luego, con los terneros hacemos destete precoz, de forma tradicional. Con suplementación se los lleva de 70 u 80 kilos a un peso de 160 o 170 kilos. Cuando están listos, salen a la venta. Se trata de un animal que es muy requerido por los engordadores que abastecen el mercado interno o los que hacen novillos de exportación. La mayoría los vendemos a ganaderos de la provincia de Buenos Aires”, explicó el administrador.

Por su parte, las terneras quedan en San Gregorio para reposición y, cuando cumplen los 300 kilos promedio, entran en servicio. El objetivo del negocio para esta empresa es tener una buena provisión anual de terneros en buen estado corporal, que son fuertemente demandados y que tienen buenos precios.

Amarilla cuenta que la cabaña de toros incluye la utilización del sistema de inseminación artificial a tiempo fijo. Este segmento de producción genera animales que, con dos años de edad, salen a la venta en un remate propio con categoría de toritos. Un 20 por ciento del total queda para reposición del establecimiento, en tanto que la invernada de vacas se decide de acuerdo a la disponibilidad de forraje en el campo.

Para esta categoría se trabaja con pasturas cultivadas de verano, que incluyen mezclas a base de alfalfa y sorgo forrajero. Y también verdeos de invierno, como avena, con suplementación de silo de sorgo de planta entera. Las vacas, luego de un tiempo de engorde de entre 4 y 6 meses, se venden a frigoríficos de la zona.

Amarilla es preciso a la hora de describir las principales limitantes para desarrollar un emprendimiento de ganadería de alta productividad en base a alimentación a pasto y en esta zona del norte entrerriano.

Dice que fundamentalmente son ambientes que sufren con las sequías. “La abundancia o falta de agua es determinante para la actividad”, refirió. Por eso, destacó, además, que en todos los lotes realizaron apotreramientos de parcelas pequeñas con molinos con perforaciones profundas de entre 60 a 70 metros, para proveer agua a los animales.

Sin embargo, como punto favorable, el encargado destaca que estos campos, a diferencia de otros, tienen aptitud agrícola y permiten, con tecnología apropiada, producir materia seca abundante.

“Logramos una buena reserva de forraje, como silo de sorgo de planta entera y rollos, que atenúan la falta de recursos en los meses de bajas estacionales de producción de pasto”, añade.

Las cargas animales en San Gregorio son de 0,75 cabeza por hectárea, en cría. El promedio de la zona ronda las 0,60 cabeza por hectárea.

En cuanto a la senda que planifican hacia el futuro, Amarilla comentó que continuarán con las estrategias que les permitan estabilizar la superficie destinada a praderas y seguir mejorando la genética, para lograr mantener el equilibrio entre rusticidad de los animales y calidad de carne.

“Esperamos seguir ajustando el manejo por fertilidad y realizando los entores a los 15 meses de edad de las vaquillonas. Asimismo, superarnos en los porcentajes de preñez, de destete y de kilos por ternero al destete, lo que nos llevará a crecer en la productividad general del rodeo total”, concluye, mostrando la realidad de una ganadería viable que, además, tiene mucho para seguir creciendo.

Fuente: Agencias

 

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