Argentina registró en 2020 un mínimo histórico en el consumo de carne vacuna al promediar 49,7 kilos por persona al año.
Esta cifra lo ubica 2,3 % por debajo del registro de 2019 (-1,2 kg/hab/año), cayó 13,5 % en relación al promedio de 2017 (-7,8 kg/hab/año) y 27,3 % con respecto al máximo relativo de 2007-2009 (favorecido por la mayor liquidación de existencias en décadas) y se constituyó en el guarismo más bajo de los últimos cien años
La razón expuesta para la reducción del consumo por parte de los argentinos tiene que ver con la caída del poder adquisitivo lo que llevó a que se optara por otras alternativas como el pollo y el cerdo. Cabe recordar que en 2020 Argentina registró una inflación de 36,1 %.
Según datos de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de Argentina (Ciccra), el pico de consumo promedio de carne vacuna en el país austral, que junto a Uruguay comparte el podium mundial por persona, se había dado en 1956, al tocar los 100,8 kilogramos.
En declaraciones a la agencia de noticias EFE el presidente de la Ciccra, Miguel Schiariti, señaló que “venimos cayendo en el consumo de carne vacuna de manera paulatina y lenta. Es probable que terminemos en consumos parecidos a los de países desarrollados”.
Cabe recordar que en Estados Unidos el consumo de carne vacuna es de 35 kilogramos por persona al año, mientras que en la Unión Europea el promedio es de 20 kilos, los mismos que en Colombia.
A diciembre del año anterior el precio de la carne vacuna en Argentina registró un aumento de 74,8 %, lo que llevó a los consumidores a preferir otras carnes como la de pollo o cerdo que también tuvieron importantes aumentos de 58 y 59 %.
Si se suman a los 49,7 kilos de carne vacuna consumidos por persona los 44 kilos de pollo y los 14 de cerdo, el consumo de las tres variedades subió el año pasado a unos 108 kilogramos por habitante.
Este cambio de hábitos en el consumo de carne bovina se da en un contexto de niveles récords de producción y exportación de proteína animal en Argentina, país que lleva casi tres años en recesión -con altos niveles de inflación y caída del poder adquisitivo- agravada por los efectos de la pandemia del coronavirus.
Mientras el consumo interno de carne de res se disminuyó, la producción y las exportaciones en términos de volumen aumentaron, aunque no así en valor donde se observó una disminución.
En 2020 la producción de carne vacuna ascendió a 3,17 millones de toneladas, superando en 1,3% a la producción de 2019 de acuerdo con el informe de la Ciccra. Fue la tercera producción de carne vacuna más alta de los últimos 25 años, superada solamente por las producciones de 2009 y 2007, respectivamente (años en los que se produjo la mayor liquidación de stock ganadero de la historia).
Entre tanto, las exportaciones habrían alcanzado un récord de 917.200 toneladas en 2020, superando en 8,4 % el volumen exportado en 2019. La participación de los embarques al exterior en el total producido habría llegado a 28,9 %, convirtiéndose en la más alta de las últimas décadas.
Para Oscar Subarroca, presidente del Mercado de Liniers de Buenos Aires, “el precio de la hacienda sube debido al aumento del costo del maíz que sirve de alimento al animal y del costo de reposición de los novillos, e igualmente considera que el novillo que se está vendiendo en el mercado no se está vendiendo al valor que tendría que estar, debería ser más alto”.
El sector se encontró con problemas durante estos 12 meses producto de la pandemia: la subida de costos, el clima seco, los concernientes a la endeble economía nacional y cuestiones estructurales de la propia actividad.